Los espa?oles ex deportados en campos nazis quieren asociarse
Ayer se celebr¨® en pr¨¢cticamente toda Europa el treinta y un aniversario del fin de la segunda guerra mundial en el Viejo Continente. En esta conmemoraci¨®n Espa?a est¨¢ ausente, y lo mismo sucede, desde el pasado a?o, con Francia, cuyo presidente provoc¨® olas de protesta al suprimir su celebraci¨®n.
Pese a la ausencia espa?ola, hay connacionales nuestros que siempre recordar¨¢n tal d¨ªa como hoy de 1945. Se trata particularmente de los cientos de es deportados a los campos de exterminio nazis que, hace treinta y un a?os, volvieron a nacer o, lo que es lo mismo, dejaron de ser untermenschen (subhombres) para volver a su condici¨®n de seres humanos.Estos exdeportados no han podido todav¨ªa constituirse en asociaci¨®n en nuestro pa¨ªs, pese a que hace ya trece a?os que presentaron la pertinente solicitud ante el Gobierno Civil de Barcelona. Desde entonces ha habido recursos, nuevas solicitudes, silencios administrativos y de todo un poco. Pero legalmente los exdeportados espa?oles no existen.
La realidad es bien distinta. En efecto, en el campo de exterminio nazi de Mauthausen murieron siete mil espa?oles, en su mayor¨ªa antiguos combatientes republicanos que, posteriormente, hab¨ªan colaborado con el ej¨¦rcito franc¨¦s -en la primavera de 1940- en condici¨®n de funcionarios civiles no armados. Sobreviven seiscientos, que lograron la libertad en mayo de 1945.
Comentario espec¨ªfico
La liberaci¨®n de Mauthausen y el papel que en ella jugaron los internados espa?oles merecen comentario espec¨ªfico. ?El campo de exterminio de Mauthausen -nos manifiesta Joan Pag¨¦s, exdeportado que permaneci¨® all¨ª nada me nos que cincuenta y un meses- fue ¨¦l ¨²nico autoliberado por los propios detenidos, hecho que acaeci¨® pocos d¨ªas antes de la llegada de las tropas aliadas.? Esta autoliberaci¨®n tuvo su precio: varios muertos en los enfrentamientos armados con lo guardianes S. S. e infinidad de heridos. El propio Joan Pag¨¦s recibi¨® cuatro balas en su cuerpo. En un cuerpo que pesaba muy pocos kilos.
Comit¨¦ clandestino
-Nuestra liberaci¨®n -prosigue el se?or Pag¨¦s- fue la obra del comit¨¦ internacional clandestino que naci¨® por iniciativa de los espa?oles all¨ª internados, quienes creamos antes que nadie nuestras propias organizaciones. Ello se extendi¨® como una mancha de aceite a otras nacionalidades y a todas las opciones pol¨ªticas, en gran parte gracias a nuestras excelentes relaciones con antiguos miembros de las Brigadas Internacionales que combatieron en Espa?a. El tema parece incre¨ªble. Pero infinidad de testimonios documentales corroboran punto por punto las aseveraciones del se?or Pag¨¦s. El proceso que ellos iniciaron fue lento. Su primer paso lo dieron en 1941 y hasta 1944 no pudo crearse el Comit¨¦ Internacional, el cual cont¨® de inmediato con un aparato militar. Este ¨²ltimo consigui¨® robar a los S.S. m¨¢s de cincuenta pistolas, numerosas bombas de mano, gran cantidad de gasolina (para fabricar bombas incendiarias) e incluso, por inveros¨ªmil que parezca, un fusil ametrallador con munici¨®n.
Todo ello tuvo efecto en un marco inenarrable de barbarie. Lo acreditan cifras y actos que causan verg¨¹enza a cualquier ser humano. Ciento veintinueve mil prisioneros fueron exterminados (cifra oficial que Joan Pag¨¦s considera falsa: seg¨²n ¨¦l fue el doble). C¨¢maras de gas que funcionaban las veinticuatro horas del d¨ªa. Inyecciones de gasolina directamente al coraz¨®n. Experiencias pseudom¨¦dicas. Y un largo etc¨¦tera de imborrable re cuerdo.
Detalles incre¨ªbles
An¨¦cdotas concretas a?aden a la frialdad de las cifras detalles incre¨ªbles. Por ejemplo, las declaraciones del hijo del comandante del campo, Franz Ziereis, quien al ser detenido manifest¨®: Mi padre me regal¨® una pistola con motivo de cumplir diecis¨¦is a?os, y al mismo tiempo trajo a mi presencia cuarenta detenidos, dici¨¦ndome: ?Dispara contra ellos y m¨¢talos. Has de aprender a tirar contra blancos vivientes?; yo hice lo que ¨¦l me dijo... Treinta y un a?os despu¨¦s, los sobrevivientes rechazan expl¨ªcitamente toda idea de venganza o de revanchismo. Piden solamente que las numerosas instancias que han escrito a la Administraci¨®n sean, contestadas, para poder reunirse libremente; y a su avanzada edad, con sus compa?eros de cautiverio, que es lo que hacen sus compa?eros de allende los Pirineos. Mientras no goce de este derecho -nos precisa su portavoz, Joan Pag¨¦s- tendremos la sensaci¨®n de que nuestra liberaci¨®n de 1945 fue s¨®lo parcial...?
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