Cantando pena, la pena "no" se olvida
Espect¨¢culo con poco teatro, mucho y buen flamenco, importantes defectos, enormes aciertos, gran plasticidad, gran pasi¨®n, profunda seriedad, buena propuesta de reflexi¨®n, denuncia muy centrada, escaso o muy controlado patetismo, y compromiso pol¨ªtico.Camelamos naquerar -expresi¨®n roman¨ª de Queremos hablar- es un severo y bello espect¨¢culo, articulado por un grupo de seis gitanos, en torno a los poemas propuestos por el tambi¨¦n gitano, poeta y profesor granadino Jos¨¦ Heredia Maya. Salvo la muy lamentable y barata subtitulaci¨®n metaf¨®rica del espect¨¢culo -Propuesta para una danza flamenca de arc¨¢ngeles morenos-, el trabajo de Heredia, fil¨®logo, director del Seminario de Estudios Flamencos de la Universidad de Granada, es una denuncia, muy dolorida, de la injusticia y discriminaci¨®n racial que se cometi¨® y se comete contra los gitanos. Es, tambi¨¦n, una exposici¨®n del sufrimiento continuado de esa raza marginada. Es una llamada de atenci¨®n, de muy fuerte sincron¨ªa con las que est¨¢n realizando, tambi¨¦n en el medio teatral, otros grupos de parecida condici¨®n -indios americanos, negros brasileros, mestizos de Centro y Sudam¨¦rica-. Es una reivindicaci¨®n del flamenco tr¨¢gico frente a sus manifestaciones festeras y risue?as. Es una sustituci¨®n del pathos visual y auditivo, promovido por las calabazas folkl¨®ricas andaluzas, por una distanciada y brechtiana meditaci¨®n. Es, en fin, un grito de libertad.
Camelamos naquerar, de Jos¨¦ Heredia Maya
Direcci¨®n: Mario Maya. Espacio lum¨ªnico y voz en off: Jes¨²s Cuadrado. Baile: Concha Vargas y Mario Maya. Cante: G¨®mez de Jerez y Antonio Cuevas, El Piki. Guitarra: Paco Cortes y Chuscales. Teatro Barcel¨®.
La respuesta, no
?De qu¨¦ se quejan los gitanos, si parec¨ªan tan felices, canturreando, bailoteando y bebiendo copita tras Copita del sol de Andaluc¨ªa embotellado? ?No hemos sido buenos, buen¨ªsimos, con ellos, aplaudiendo todo lo que hac¨ªan, gritando ol¨¦ en cuanto abr¨ªan la boca y colm¨¢ndoles de l¨ªricas y exclusivas met¨¢foras? Bien: no. La respuesta es no. Hoy est¨¢ ya bastante claro que los gitanos constituyen parte de una tribu de la regi¨®n del Sind, en el Pakist¨¢n, que lleg¨® hasta Checoslovaquia -lo que hoy es Checoslovaquia, claro- y all¨ª se abri¨® en un abanico de tres grandes varillas: una, se orient¨® hacia las tierras h¨²ngaras, rusas y aun polacas; otra, cubri¨® la zona oriental y central del Mediterr¨¢neo; la tercera, avanz¨® hacia Francia y el 11 de junio, de 1447 lleg¨® a Barcelona en un barco marsell¨¦s. Treinta a?os, pues, despu¨¦s de que Tamerl¨¢n invadiera su tierra de origen, estaban los gitanos en Espa?a. Tardaron veinte a?os en diseminarse y en mostrar su predilecci¨®n andaluza. La trashumancia -y el racismo- irrit¨® a los Reyes Cat¨®licos. Les sirvi¨® de poco adoptar los apellidos de los grandes andaluces. (Curioso eco de la clientela romana: se llamaron del medievo.) En 1499, ¨²ltimo a?o del siglo XV, la ordenanza real les encarga tomar asiento, dejar de vagar y servir a se?ores que les den lo que hubieren menester, bajo pena de azotes, destierro y desorejamiento. Despu¨¦s, un largo calvario: Carlos V renueva la pragm¨¢tica en las cortes de Toledo y Madrid; Felipe II reglamenta su trabajo en las ferias; Felipe III limita sus lugares de residencia y les proh¨ªbe los trajes, el idioma y la onom¨¢stica; Felipe IV califica de injuriosa a la palabra gitano. Carlos II y Felipe V los avecindan en solo cuarenta pueblos, inauguran un registro de la gitaner¨ªa y limitan dr¨¢sticamente su actividad a los trabajos agr¨ªcolas. S¨®lo en 1783, el buen Carlos III suprime tanta restricci¨®n y, al menos formalmente, deja de considerarlos ciudadanos peligrosos.
Doscientos a?os
Es muy curioso esto. Esos doscientos a?os transcurridos en la paz relativa de la tolerancia carolina son los doscientos a?os que llevamos de cante flamenco. (Ya s¨¦: al desmenbrarse el imperio romano empieza a convivir el lat¨ªn con las lenguas de nueva creaci¨®n. Andaluc¨ªa, tan romanizada, se apropia el sentido po¨¦tico ¨¢rabe y un muy buen poeta -Mocaddam- sustituye los largos versos de las c¨¢sidas -bimembres y monorrimos- por las muwaschahas; estrofas breves de rimas cambiantes. Mi amigo Angel Caffarena sospecha que esta estructura -un tr¨ªptico monorrimo, un verso de vuelta y el estribillo-, construye ya todo el sistema po¨¦tico de la copla andaluza: la cuarteta octos¨ªlaba y la seguidilla. De donde es posible que las muchachitas de Marcial- las puellae gaditanae cantasen por seguidillas cien a?os antes de Cristo). Pero la verdad es que los a?os de cristalizaci¨®n del flamenco son los doscientos ¨²ltimos. En ellos, posiblemente, los gitanos, sedentarizados, se sumergieron en la infraestructura andaluza, se impregnaron de sus antiguas resonancias orientales -y de la enorme frescura del cancionero- y confundieron, art¨ªsticamente, su propia historia con la cr¨®nica andaluza.
Cante de muerte
El grupo de Camelamos naquerar rescata, as¨ª, la aportaci¨®n gitana y, naturalmente, su mejor expresi¨®n la obtiene por siguiriyas. Un cante de muerte y duelo. (Se las llam¨® muchas veces playeras, de pla?ideras). Un cante puro y clamoreante, cante solemne de grave quej¨ªo, tercios largos y ca¨ªda corta y profunda. Los de Camelamos naquerar la cerraron con la de tres versos -un endecas¨ªlabo entre dos hexas¨ªlabos- haciendo mucho hincapi¨¦ en ella: ?Nadie te va a ayudar/ que como a los animales del monte/ nos tiran a dar?. Hab¨ªan entrado en la ¨²ltima siguiriya violentando un poco las canti?as, que son cantes gaditanos bien festeros, para decirnos que si no son buenos ser¨¢ por algo. Ya estaba claro a esas alturas del espect¨¢culo.Puesto a subrayar, ?no habr¨¢ querido decimos este grupo que la jondura es, simplemente, dolor? La pl¨¢stica del esp¨¦ctaculo -protestataria-, el sentido riguroso, la ausencia de color, la selecci¨®n de temas, la organizaci¨®n general, ?no son puros gritos que anuncian y anticipan la rebeli¨®n de esos dolientes? El arropamiento -fr¨ªo y no muy bien integrado en el espect¨¢culo- de la voz en off, que recuerda los textos persecutorios, ?no constituye una m¨¢xima petici¨®n de libertad?
Bailaor excepcional
Todo ello, me parece, se refiere al mundo de intenciones del grupo. Yo pondr¨ªa, adem¨¢s, algo muy importante, en el cap¨ªtulo de las realizaciones. Siendo, como son, de muy buena calidad todos los int¨¦rpretes, es justo y forzoso decir que El Piki es un cantaor buen¨ªsimo pero que, sobre todo, Mario Maya es un bailaor excepcional. Su sistema coreogr¨¢fico -deliberadamente fr¨ªo y nada sensual- est¨¢ pulido como el cobre. Su enervante y, si puede decirse, as¨ª, pausada forma de zapatear, recuerda el eterno compromiso andaluz entre los bailes profanos y los religiosos. Sobrio y casi tr¨¢gico de gesto, Mario Maya zapatea purificadoramente. Su giro de mu?ecas, de dentro afuera y con los dedos juntos, la quietud de sus caderas y la armon¨ªa de sus pies y sus manos, tambi¨¦n parec¨ªan una defensa de la dignidad. Habr¨¢ que seguir muy atentamente a este hombre y a este grupo.
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