Giscard no est¨¢ dispuesto a dimitir
La afirmaci¨®n del presidente franc¨¦s, se?or Giscard d'Estaing, al terminar ayer su viaje oficial a los Estados Unidos, ?he sido elegido por siete a?os y cumplir¨¦ mi mandato?, ha levantado una tempestad de comentarios y suposiciones en los estados mayores de todos los partidos pol¨ªticos. El clima electoralista del pa¨ªs hace que cualquier gesto o palabra del presidente se observe con lupa. Y en definitiva, todo inclina a pensar, de manera creciente que las elecciones legislativas se celebrar¨¢n antes de las previsiones normales, para dentro de dos a?os.El picante de la declaraci¨®n rotunda del jefe del Estado est¨¢ determinado por la eventualidad de una victoria de la uni¨®n de la izquierda. En caso contrario, no habr¨ªa problema alguno. Es decir, el se?or Giscard, si al d¨ªa siguiente de las legislativas, se encuentra con una mayor¨ªa parlamentaria de izquierdas, seguir¨¢ en el El¨ªseo. ?Y qu¨¦ va a hacer? Sobre esta cuesti¨®n capital, el presidente sigue cultivando la ambig¨¹edad.
En su conferencia de prensa de ayer, Giscard se refugi¨® en ?lo que dice la Constituci¨®n?, que no aclara el problema. El presidente, en efecto, nombrar¨¢ un primer ministro, que l¨®gicamente debe ser de izquierdas. Pero inmediatamente puede surgir el conflicto: el presidente tiene derecho a disolver la Asamblea, con el fin de conseguir una nueva mayor¨ªa de derechas, pero ?y si el pa¨ªs vuelve a votar por la izquierda?... En tal caso el se?or Giscard no podr¨¢ disolver otra vez el Parlamento, durante el plazo de un a?o. Y, entonces la Constituci¨®n dice: ?El Gobierno -que ser¨ªa elegido por el primer ministro de izquierdas- determina y conduce la pol¨ªtica de la naci¨®n?. En resumen, esto quiere decir que el presidente, puesto que piensa seguir en su puesto, dar¨ªa satisfacci¨®n a los se?ores Marchais, l¨ªder comunista, y Mitterrand, l¨ªder socialista. Como Giscard desmiente su posible dimisi¨®n al se?or Giscard no ser¨ªa imposible verlo representar una pol¨ªtica de izquierdas.
Los observadores no ven las cosas tan simplemente. El jefe del Estado, con su oportuna intervenci¨®n, es posible que haya querido manifestarse en dos sentidos: primero, cortar en seco las declaraciones constantes de l¨ªderes de los partidos de la mayor¨ªa, como los se?ores Lecanuet y Poniatowski que, por exceso de celo quiz¨¢, se emplean casi a diario en convencer a los franceses de que una victoria de la izquierda constituir¨ªa una crisis grave y fatal del r¨¦gimen. El se?or Giscard ha querido recordar, parece, que ¨¦l pretende ser el presidente de todos los franceses, por encima de los partidos.
Por otra parte, Giscard no ha renunciado a su objetivo pol¨ªtico n¨²mero uno, desde el d¨ªa que entr¨® en el palacio del El¨ªseo: separar a comunistas y socialistas. Su declaraci¨®n tambi¨¦n en Estados Unidos asegurando que ?el Partido Comunista franc¨¦s est¨¢ en declive?, puede hacerle pensar, si cree en lo que dice, que una victoria de la izquierda favorecer¨ªa al Partido Socialista; y una vez confirmado el declive del PC el se?or Mitterrand, nombrado primer ministro, podr¨ªa formar un gobierno homog¨¦neo, es decir, sin comunistas.
La ebullici¨®n producida por la frasecita del presidente en la clase pol¨ªtica francesa incita, una vez m¨¢s, a pensar que las legislativas pudieran adelantarse. Los desmentidos del poder no sirven para nada. Todo en Francia, se mira y analiza bajo el prisma electoral, y esto no favorece el funcionamiento normal de la vida nacional.
Nadie duda que, en la estrategia del poder, la hip¨®tesis de elecciones anticipadas, es una realidad. El secretario general de los gaullistas, se?or Guena, no dud¨®, hace tres d¨ªas, en afirmar que tal eventualidad ?no hay que descartarla?. Pero adem¨¢s signos diversos en las empresas, en las estructuras del Estado, en la calle, hacen pensar en acontecimientos electorales.
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