Emancipaci¨®n e independencia con respecto a Mosc¨²
Contrariamente a lo que se dice en algunos comentarios interesados en desacreditar al eurocomunismo -present¨¢ndolo como simple maniobra t¨¢ctica, tras la que sigue ocult¨¢ndose la ?mano de Mosc¨²? la creciente ruptura de los principales partidos comunistas del mundo capitalista con su anterior subordinaci¨®n a la direcci¨®n y al modelo rusos es un hecho bien real, con s¨®lidos fundamentos. Se en raiza en un largo y complejo itinerario hist¨®rico, una de cuyas constantes ha sido -justamente- la conflictividad entre los partidos comunistas nacionales y la jefatura rusa. Aunque durante mucho tiempo esta conflictividad permaneciera soterrada: y no fuese expl¨ªcitamente reconocida por los mismos que la protagonizaban.En el origen del conflicto estuvo la concepci¨®n te¨®rica leninista, organizativamente cristalizada en la Internacional Comunista, del modelo de partido llamado a dirigir la ?revoluci¨®n mundial?: centralizaci¨®n y jerarquizaci¨®n rigurosas a escala planetaria, disciplina semimilitar, elaboraci¨®n por el ¨®rgano supremo -el Comit¨¦ Ejecutivo de la IC- de la l¨ªnea pol¨ªtica de cada ?secci¨®n nacional? y control de su aplicaci¨®n, selecci¨®n de sus dirigentes, etc. Esta estructura y la estrategia a la que sirve entran inmediatamente en contradicci¨®n con el desarrollo hist¨®rico real posterior a la revoluci¨®n de Octubre, (frustraci¨®n de la ? revoluci¨®n mundial? en tanto que proceso inmediato e ininterumpido, evoluci¨®n muy diversa de cada pa¨ªs, renacimiento de la socialdemocracia, ascenso del fascismo, etc.), convirti¨¦ndose en obst¨¢culo objetivo a la acci¨®n pol¨ªtica de los comunistas en el respectivo contexto nacional. Con el agravante de que el ¨®rgano supremo tiene su sede en Mosc¨², bajo la direcci¨®n inmediata del partido bolchevique, al que se considera -primero t¨¢citamente y luego oficialmente- ?partido gu¨ªa?. Despu¨¦s de la disoluci¨®n de la IC -justificada oficialmente por la necesidad de autonom¨ªa de los partidos nacionales, pero decidida, en realidad, por conveniencias de la pol¨ªtica internacional de Stalin en ese momento la subordinaci¨®n a la direcci¨®n rusa se conserva bajo otras formas (entre ellas, el Kominform, de 1947 a 1956), si bien y a no es tan estricta como anteriormente y su grado var¨ªa mucho de unos a otros partidos. Algunos, como el italiano y el chino, comienzan a actuar con mayor independencia. En ciertos aspectos, tambi¨¦n el espa?ol. El yugoslavo rompe abiertamente con Mosc¨² desde 1948.
Los efectos negativos de la subordinaci¨®n fueron agrav¨¢ndose a medida que iba modific¨¢ndose el car¨¢cter de la direcci¨®n rusa. Revolucionaria en los primeros a?os que siguen a octubre, se convierte progresivamente en expresi¨®n de la nueva clase dominante engendrada por el r¨¦gimen social edificado bajo Stalin. R¨¦gimen qu¨¦ no es capitalista (al menos del tipo occidental: algunos te¨®ricos lo definen como capitalismo de Estado), pero tampoco socialista. La inexistencia de democracia hace imposible que los trabajadores -pese a la liquidaci¨®n del capitalismo privado- sean colectivamente los due?os efectivos de los medios de producci¨®n, los dirigentes del Estado, etc.
La raz¨®n de Estado
A medida que se produce esa involuci¨®n, la ?raz¨®n de Estado? desplaza en las motivaciones del nuevo r¨¦gimen a la ?raz¨®n revolucionaria?, tanto en pol¨ªtica exterior como en las relaciones con los ?partidos hermanos?. El ?internacionalismo proletario? se metamorfosea en f¨®rmula que encubre la instrumentalizaci¨®n de dichos partidos con fines que entran frecuentemente en contradicci¨®n con las exigencias de su acci¨®n pol¨ªtica nacional.
L¨¢noci¨®n ?dictadura del proletariado? pierde el contenido cient¨ªfico que ten¨ªa en Marx para convertirse en la etiqueta mistificadora de la dictadura de la nueva clase sobre el proletariado. Y el ?marxismo-leninismo? oficial se vac¨ªa de la esencia cr¨ªtico-revolucionaria y del postulado de rigor cient¨ªfico propios del pensamiento marxiano, para transmutarse en ideolog¨ªa justificativa del nuevo orden clasista.
La toma de, conciencia por los partidos comunistas de esa involuci¨®n ha sido dif¨ªcil, tortuosa, y a¨²n le queda no poco camino a recorrer. Entre otras razones, porque. han sido modelados por la misma ideolog¨ªa seudomarxista de la que necesitaban emanciparse; porque su funcionamiento interno obedec¨ªa a los esquemas que necesitaban superar. Desde esa pr¨¢ctica militante, con esas anteojeras ideol¨®gicas, era factible -y casi inevitable- interpretar como demostraci¨®n del car¨¢cter socialista del r¨¦gimen una serie de hechos de indiscutible relevancia: el espectacular desarrollo industrial, el acceso de grandes masas a la cultura, el papel decisivo de la URSS en la derrota de las potencias fascistas, su apoyo de diversos movimientos revolucionarios, etc.; era posible ?no ver? que el tipo de industrializaci¨®n realizado implicaba la formaci¨®n de nuevas relaciones sociales antagon¨ªsticas, que la cultura era ideologizada de tal modo que justificara estas nuevas relaciones y contribuyera a su perpetuaci¨®n; era posible ?no comprender? que el papel internacional progresista de la URSS en unos u otros momentos se explica suficientemente por el hecho de que su r¨¦gimen social, aun no siendo socialista, es contradictorio con el capitalismo occidental, am¨¦n de los intereses de gran potencia y del inter¨¦s -interior y exterior- en conservar su imagen ?socialista?.
Mitntras la existencia de los campos de concentraci¨®n, el montaje de los Procesos, el monstruoso sistema represivo, pudieron ser ocultados y negados por el r¨¦gimen, los comunistas -salvo individualidades o grupos muy minoritarios- no creyeron ni en las denuncias interesadas de la derecha ni en las revelaciones de Trotski y otros revolucionarios rusos. La feroz campa?a contra la revoluci¨®n yugoslava suscit¨® dudas pero no quebrant¨® seriamente la credibilidad del r¨¦gimen sovi¨¦tico y de Stalin a los ojos de la inmensa mayor¨ªa de los comunistas. Pero cuando despu¨¦s de la muerte de Stalin, la propia, clase dirigente tuvo que descorrer parcialmente el velo, para poder ?conservar el sistema reform¨¢ndolo?, se comprob¨® que la realidad sobrepasaba dram¨¢ticamente todas las denuncias y revelaciones. A partir de la muerte de Stalin y del XX congreso del partido comunista sovi¨¦tico, los principales partidos comunistas tratan de dar pasos m¨¢s resueltos, hacia su independizaci¨®n. Dentro del ?campo socialista? Mosc¨² no vacila en recurrir a todos los medios para impedirlo, llegando a utilizar los tanques contra los consejos obreros de Budapest en octubre de 1956. Pero no puede impedir el gran cisma chino. Estos acontecimientos, junto con el evidente fracaso de la desestalinizaci¨®n y democratizaci¨®n prometidas por Kruschev, y, sobre todo, con la invasi¨®n de Checoslovaquia en 1968 para impedir la aparici¨®n all¨ª de un socialismo democr¨¢tico, contribuyeron poderosamente a la comprensi¨®n en las filas comunistas de la naturaleza no socialista del r¨¦gimen mal llamado sovi¨¦tico, que bajo el gris reinado de Breznev sigue perpetu¨¢ndose y reproduci¨¦ndose sin cambios apreciables.
El fin de la subordinaci¨®n
Por todo ello, la subordinaci¨®n ideol¨®gica y pol¨ªtica a Mosc¨², el reconocimiento, del r¨¦gimen sovi¨¦tico como ?modelo de socialismo?, fue haci¨¦ndose cada vez m¨¢s insoportable para aquellos partidos comunistas que se esforzaban por entroncar en las realidades nacionales y descubrir una v¨ªa id¨®nea de transici¨®n al socialismo en las complejas condiciones del capitalismo desarrollado. El ?marxismo-leninismo? a lo Suslov servia de poco para investigar esta realidad y elaborar una pol¨ªtica capaz de modificarla. Y el ?modelo sovi¨¦tico? s¨®lo serv¨ªa para desacreditar el ideal socialista ante pueblos con, grandes tradiciones de luchas por la libertad y la democracia. Por algo la reacci¨®n en cada pa¨ªs, el franquismo en el nuestro, ha tenido siempre tanto inter¨¦s en acreditar que el ?socialismo? edificado en el Este es el verdadero socialismo, e insistir en que los partidos comunistas siguen fieles a ese modelo por mucho que digan lo contrario.
El proceso de independizaci¨®n de los partidos comunistas ha sido diverso, seg¨²n las tradiciones y las condiciones sociopol¨ªticas en que cada uno se ha movido. En Europa fue pionero el partido comunista italiano,. fecundado por la herencia gramsciana y togliattiana, seguido por el partido comunista espa?ol y, m¨¢s recientemente, el franc¨¦s. Desde 1969 no ha podido reunirse una conferencia mundial de los partidos comunistas, pese a los esfuerzos de Mosc¨² por lograrlo. Tampoco ha podido reunirse a¨²n la proyectada conferencia de los partidos comunistas europeos del Este y del Oeste, siendo la principal dificultad la divergencia entre las posiciones de Mosc¨² y las de los partidos comunistas occidentales, en particular el italiano, el franc¨¦s y el espa?ol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.