Carrera de sacos hacia la Presidencia
En un comentad¨ªsimo, aunque relativamente reciente, recuadro de Times analiza cada semana Hugh Sidey las vicisitudes de la Presidencia norteamericana. El t¨ªtulo, escueto, de la secci¨®n -The Presidency- fue un gr1n acierto period¨ªstico y pol¨ªtico. Por otra parte otro gran periodista -ensayista alcanz¨®, y en parte mantiene- categor¨ªa de or¨¢culo de la Uni¨®n por su despampanante serie The making of the / resident que ya estar¨¢ preparando sus billetes y afilando sus garras para la ¨²ltima fase de la campa?a. Ante tales ejemplos de ¨¦xito profesional y de real influencia pol¨ªtica ser¨ªa quiz¨¢ conveniente que la joven y cada vez m¨¢s cualificada punditry espa?ola, que acaba de cuajar ya su personalidad de club, inventase una plataforma de seguimiento y cobertura de nuestra Presidencia; con la presunta colaboraci¨®n de la Presidencia, que ha manifestado recientemente su deseo de restaurar antiguos contactos municipales con la Prensa especializada.Esta semana no faltan, desde luego, noticias concretas para enhebrar una cronica a ras de suelo. Pero, en la l¨ªnea que acaba de apuntarse, quiz¨¢ resulte m¨¢s provechosa una mirada de conjunto sobre un tema que debe plantearse ante la opini¨®n p¨²blica cuando ¨¦sta acabe de advertir que ya est¨¢ m¨¢s que planteado en las alturas de la pol¨ªtica: la carrera por la sucesi¨®n presidencial. El actual Presidente del Gobierno se mantiene en su relevante posici¨®n por un refrenado equilibrio de incompatibilidades y por su reconocida habilidad en el manejo pol¨ªtico de los momentos de inercia; en el sentido mec¨¢nico, no cronol¨®gico de la met¨¢fora. Pero si jur¨ªdicamente don Carlos Arias es un Presidente del Gobierno en sentido pleno, hist¨®ricamente es ya un sucesor precario de s¨ª mismo y pol¨ªtica mente s¨®lo se puede considerar como un Presidente en funciones. En los niveles pol¨ªticos previos a decisiones del m¨¢ximo nivel la sucesi¨®n presidencial lleva varias semanas abierta. Dentro de pocos a?os, si se ha logrado consolidar en Espa?a un r¨¦gimen democr¨¢tico relativamente normal, el tema de la sucesi¨®n presidencial ser¨¢ objeto de discusiones habituales. Plantear aqu¨ª y ahora el problema podr¨¢ parecer desv¨ªo hacia la intriga; sobre todo despu¨¦s de que el se?or Ministro de la Gobernaci¨®n, con notorio olvido de sus pro fundos conocimientos sobre prensa euro pea, acaba de insinuar que la prensa pol¨ªtica semanal rebasa en Espa?a los niveles cr¨ªticos de Europa.
El pr¨®ximo presidente
El cronista lamenta que esta meditaci¨®n pueda quiz¨¢ resultar inc¨®moda para alg¨²n protagonista. Pero la opini¨®n pol¨ªtica espa?ola -y en cierto sentido la opini¨®n p¨²blica- est¨¢ interesada vitalmente en el tema de la, sucesi¨®n presidencial. Muchas cosas dependen de que el pr¨®ximo Presidente del Gobierno sea una de las personas que vamos a citar, u otras de ellas; con este comentario no se pretende en manera alguna enfrentarles, sino evaluarles. Esto es una pr¨¢ctica com¨²n entre los comentaritas pol¨ªticos de Occidente, que no por desacostumbrada resulta aqu¨ª menos necesaria. No tiene que subrayar el cronista su independiencia pol¨ªtica respecto a las personas que hoy enjuicia; ni su sincera, aunque lejana amistad con casi todas ellas. Ni por supuesto su respeto absoluto por quienes, sin la menor duda, est¨¢n dejando lo mejor de sus vidas y lo m¨¢s profundo de su patriotismo en una actuaci¨®n positiva o negativa, pero personalmente nobil¨ªsima en todos los casos.
En un comentario anterior se inclinaba el cronista por una personalidad militar moderada en la Presidencia del Gobierno; en vista de que los reformistas civiles parec¨ªan incapaces de imponer el ritmo deseable de la reforma a unas instituciones recalcitrantes. Desde entonces las cosas han variado. Despu¨¦s de las declaraciones del conde de Motrico en el Club Siglo XXI, despu¨¦s del brillant¨ªsimo encierro de don Torcuato Fern¨¢ndez Miranda en el encrespado hemiciclo; despu¨¦s de las muy concretas decisiones del se?or Fraga frente a la trampa bunkeriana de la manifestaci¨®n, los reformistas. han conseguido romper el punto muerto y se han lanzado a fondo tras la brecha abierta discret¨ªsima y arriesgadamente por la Corona. Esto es un primer hecho que no cabe negar; y al que no pueden aplicarse las alegor¨ªas papir¨¢ceas que ahora introduce la oposici¨®n en sus banquetes. Por otra parte el cronista, despu¨¦s de sondear a fondo en los ambientes militares m¨¢s interesados por el proceso pol¨ªtico, cree llegar leg¨ªtimamente a dos apuntes de conclusi¨®n. Primero, mientras el Ministro de Marina vas de su sentido pol¨ªtico y preserva su imagen de l¨²cida energ¨ªa, otros ministros militares llevan demasiado lejos sus concesiones verbales y simb¨®licas hacia la derecha endurecida. Segundo, una posible mayor¨ªa de militares piensa que en este momento no ser¨ªa conveniente la presencia de un militar en la Presidencia del Gobierno; y. adem¨¢s ning¨²n miembro de los tres Ej¨¦rcitos concitar¨ªa hoy las suficientes adhesiones de base para acceder a la Presidencia. Como muchos pens¨¢bamos lo contrario, e incluso acarici¨¢bamos la posibilidad de dos o tres nombres militares para tan alta funci¨®n, debemos ahora rectificar y registrar que, dominante, parece mucho m¨¢s conveniente el acceso de un pol¨ªtico civil a la Presidencia del Gobierno.
Los pol¨ªticos civiles que tienen -en este momento- la posibilidad y seguramente la ambici¨®n de escalar tan alta cima son, por decirlo as¨ª, y con todos los riesgos que comporta. el pron¨®stico, dos titulares y dos autsiders, am¨¦n de alguna. posible sorpresa que podr¨ªa guardar el Rey en sus meditaciones; y que sin pertenecer hoy al ¨¢rea ejecutiva del Poder mantiene, desde luego, su eficaz presencia pol¨ªtica cerca de los planos de decisi¨®n. No apuntamos esta posibilidad para cubrirnos en caso de fallo total; sino para reservar, de momento, el nombre concreto.
Las posibilidades de Torcuato
Los pol¨ªticos que todo el mundo considera como titulares en la carrera hacia la Presidencia son don Manuel Fraga Iribarne y don Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza. En las primeras semanas del actual Gobierno, el empuje irresistible con que el se?or Fraga lograba el triunfo en estas sus ¨²ltimas oposiciones -¨¦l las hab¨ªa designado as¨ª- le colocaba en indiscutible n¨²mero uno para cualquier eventualidad de sucesi¨®n. Hoy, a fines de mayo, el se?or Fraga sigue siendo firme candidato, pero no es el n¨²mero uno. Su arriesgad¨ªsima aceptaci¨®n de un Ministerio tan erizado de problemas exteriores e internos fue el gesto del gran pol¨ªtico que lleva dentro; porque fue un gesto plenamente consciente y responsable, como la colocaci¨®n de hombres adictos a su l¨ªnea en otros dos Ministerios explosivos, Educaci¨®n e Informaci¨®n. Es evidente que el se?or Fraga ha conseguido triunfos pol¨ªticos esenciales en este semestre. La transici¨®n se ha encauzado entre serios problemas y alg¨²n grave fracaso en la pol¨ªtica de orden p¨²blico; pero el ministro de la Gobernaci¨®n no ha perdido el control de la calle, ha cubierto bien -y muy serenamente- los fallos de sus subordinados, ha empezado a poner orden -todav¨ªa insuficiente- en la discordancia de criterios y actuaciones internas de su Ministerio complej¨ªsimo -que recibi¨® en estado cr¨ªtico- y sobre todo ha desbancado por completo las ingenuas esperanzas de la oposici¨®n radical para un Mayo ca¨®tico. En todo esto su desgaste ha sido considerable. No parece reinar un entusiasmo desbordante entre sus colaboradores. El grupo o partido pol¨ªtico que le reconoce como jefe natural ha fracasado en casi toda la l¨ªnea, y le ha comprometido a ¨¦l con su fracaso. No se puede crear, ni siquiera inspirar, a un partido nonnato desde un Poder confuso.
La pol¨ªtica de informaci¨®n -y no deseo descender a matices concretos: me refiero a la informaci¨®n a nivel de Estado, no a la actuaci¨®n, por otra parte muy discutible, de determinado Departamento- no ha sido un acierto sino m¨¢s bien un vac¨ªo; lo cual resulta poco explicable si recordamos que el se?or Fraga es uno de los pol¨ªticos espa?oles con mayor sentido innato de la informaci¨®n, Ciertas, actitudes verbales, ciertos desplantes del vicepresidente le han perjudicado mucho m¨¢s de lo que ¨¦l piensa; y de lo que tras experiencias anteriores lleg¨® a reconocer. Ha desde?ado en la pr¨¢ctica -y lo que es peor, en la teor¨ªa-, colaboraciones esenciales; est¨¢ hoy mucho m¨¢s solo que en diciembre. Sus viajes exteriores no han sido afortunados ni demasiado eficaces. Desde hace alg¨²n tiempo mantiene contactos frecuentes de aproximaci¨®n pol¨ªtica al estamento militar; con resultados desiguales. En cambio, su renovaci¨®n de contactos con la prensa ha resultado muy positiva. La selecci¨®n de sus almuerzos es discutible. Su imagen no ha progresado en las regiones; pero ha mejorado recientemente, en el plano de la comprensi¨®n, en Catalu?a. Hoy por hoy se dir¨ªa que el vicepresidente para el Interior se ha afianzado en su puesto de forma indiscutible y permanecer¨ªa en su puesto despu¨¦s del relevo de la Presidencia; pero quiz¨¢ deba reservar su gran envite para la siguiente ocasi¨®n.
Debemos abreviar el resto del comentario; que ya se desborda../ ara este cronista el candidato mejor situado hoy ante el acceso a la Presidencia es el conde de Motrico. Los outsiders son, en primer t¨¦rmino, el presidente de las Cortes, don Torcuato Fern¨¢ndez Miranda; y aunque algunos van a sorprenderse, el ministro secretario del Movimiento, don Adolfo Su¨¢rez. Si logra evadirse de la ratonera en que acaba de situarle una desdichada votaci¨®n del Consejo Nacional, a la que jam¨¢s deber¨ªa haber acudido. Areilza, Miranda -as¨ª le llamaba Franco- y Su¨¢rez han elevado su cotizaci¨®n pol¨ªtica en las zonas asesoras del Poder durante las ¨²ltimas semanas. No tenemos hoy tiempo para razonar esta se lecci¨®n; pero no hemos querido rematar el art¨ªculo sin concretar las alusiones personales, para que no se nos acuse de eludir el riesgo. La semana pr¨®xima, si el cotarro no se alborota en demas¨ªa, completaremos este an¨¢lisis y justificaremos nuestro t¨ªtulo. Adelantemos ya algo: en una democracia normal, la carrera hacia la Presidencia es una carrera de obst¨¢culos. En la predemocracia castiza y gelatinosa que atravesamos el espect¨¢culo, por razones obvias y desde, luego ajenas a la categor¨ªa de los conten dientes, es de momento, una carrera de sacos. Que puede complementarse, adem¨¢s, con una prueba de cuca?a.
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