"Si esto cambia, volver¨¦ a Espa?a"
Alejandro Finisterre, editor y albacea de Le¨®n Felipe
Alejandro Finisterre es conocido, sobre todo, por su fuerte editorial en M¨¦xico y por una gran devoci¨®n hacia Le¨®n Felipe, del que es editor y albacea. Devoci¨®n que le ha llevado a plantear iniciativas, como el homenaje monstruo al poeta, en M¨¦xico hace un a?o, y, este otro, frustrado en Madrid el ¨²ltimo 27 de abril. Y aunque su casa es un santuario de Le¨®n Felipe, vamos a hablar de otras cosas: de este hombre multifac¨¦tico, divertido y t¨ªmido que es Finisterre.-A m¨ª lo qu¨¦ me gustar¨ªa ser es pintor. Y lo que me apasionan de verdad son las artes gr¨¢ficas. Por eso he andado toda mi vida alrededor de la imprenta, la editorial y eso.
?A qu¨¦ edad sali¨® usted de Espa?a.?
-A los dieciocho a?os, pero he venido mucho por aqu¨ª, y ahora paso m¨¢s tiempo aqu¨ª que fuera. Incluso empiezo a pensar en quedarme; esto parece que puede evolucionar, en el sentido que se van a poder editar cosas interesantes y que la censura puede dejar de existir. A la censura espa?ola hay que agradecerle ese gran bien que ha hecho orientando a los espa?oles, con sus prohibiciones, hacia lo que deb¨ªan leer. Pero ahora, ya bien orientados, va siendo hora de que puedan encontrarlo tambi¨¦n en su pa¨ªs. Yo conf¨ªo en que de verdad desaparezca este hecho denigrante, lo m¨¢s denigrante para cualquier hombre: que otro hombre, casi siempre con pocas luces, le diga qu¨¦ puede y qu¨¦ no puede leer.
?Ha tenido usted muchas dificultades con la censura?
-Y tengo. Los mismos libros que ten¨ªa prohibidos hace seis meses, contin¨²an est¨¢ndolo hoy. Por otro lado, en el ¨²ltimo diciembre sufr¨ª la parad¨®jica, inexplicable experiencia de una detenci¨®n, en Orense. El TOP me condenaba a un a?o porque, no yo, sino la empresa mexicana: Finisterre, S. A., hab¨ªa publicado en M¨¦xico la obra de Le¨®n Felipe, que, como todo el mundo sabe, es uno de los m¨¢s importantes poetas espa?oles contempor¨¢neos. As¨ª que sin haberme citado ni haberme escuchado, me condenaron y luego me indultaron. Yo le dije al abogado que aceptar el indulto era aceptar la culpa y que no. Pero ¨¦l me dijo que, en fin, que merec¨ªa m¨¢s la pena seguir adelante. A ver qui¨¦n me indulta de este indulto.
Inventor del f¨²tbol¨ªn
Finisterre ha hecho muchas cosas. Folklore, m¨²sica, cuentos y poes¨ªa, teatro, ediciones. Y ha inventado el futbol¨ªn, el f¨²tbol de mesa en que todos los ni?os de la posguerra espa?ola consumimos tantas horas.-Yo era un chiquillo, en plena guerra. Me sacaron de Madrid, por una herida de metralla, y me llevaron a Barcelona, a un hospital de sangre, muy cerca de Monserrat. All¨ª hab¨ªa un campo de refugiados de guerra evacuados de las zonas de frente, de Euzkadi sobre todo. Y hab¨ªa muchos ni?os. Yo, casi un ni?o tambi¨¦n, me encargu¨¦ de una improvisada escuela. Por entonces estaba muy impresionado con Ferrer y los racionalistas, as¨ª que casi siempre los chicos, desde ni?os a los que hab¨ªa que llevar en brazos, a otros de diecis¨¦is, diecisiete a?os, ¨ªbamos al aire libre, por aquel maravilloso, paisaje. Y all¨ª jugaban al f¨²tbol. Pero lo horrible era cuando llov¨ªa, porque entonces se empe?aban en seguir jugando al f¨²tbol en el refugio, el viejo hotel Masset, y romp¨ªan los objetos y los cristales. As¨ª que se me ocurri¨® que, puesto que ten¨ªan una afici¨®n tan desmedida por el f¨²tbol.... y con un carpintero que hab¨ªa por ah¨ª, lo montamos. Luego se ha extendido mucho, como ya sabes.
?Le ha dejado dinero?
-No. Nada. Bueno, en mi estancia en Guatemala, algo, porque pusimos una f¨¢brica de cajitas de m¨²sica y juguetes..., entre ellos el futbol¨ªn.
?Cajas de m¨²sica?
-S¨ª. Mi hermano hab¨ªa estado en Suiza, aprendiendo sus mecanismos de fabricaci¨®n, y yo ten¨ªa la idea de ponerla en Ecuador o Guatemala. Para la industria de las cajas de m¨²sica hace falta esa tranquilidad que el paisaje ecuatoriano y la Guatemala democr¨¢tica de entonces ten¨ªan, y sobre todo, esa habilidad manual, heredada de siglos, y esa sensibilidad musical y art¨ªstica que tienen los campesinos de aquellas tierras. Adem¨¢s, Guatemala ten¨ªa las maravillosas materias primas, esas maderas infinitamente m¨¢s aptas que en Suiza. As¨ª que, cuando cay¨® la dictadura de Ubico y triunf¨® Ar¨¦valo, nos instalamos en Guatemala, junto con muchos exilados, sobre todo guatemaltecos, espantados por Ubico. Miguel Angel Asturias, Cardoza y Arag¨®n, Ra¨²l Leyva... Cuando Castillo Armas invadi¨® Guatemala, terminando con el r¨¦gimen democr¨¢tico, se incautaron de todo. Entonces me fui a M¨¦xico.
El Ballet del Amor y la Muerte
-Pero M¨¦xico, entonces, no era su primer exilio.-No. Primero fue Francia. Al terminar la guerra, y en Catalu?a, me hab¨ªa aficionado al folklore, hab¨ªa aprendido las danzas de las regiones, de mi Galicia natal y del resto de Espa?a, y luego de Catalu?a. Viaj¨¦ tomando notas por todo el pa¨ªs, y un d¨ªa, en Catalu?a, d¨ª una conferencia sobre el folklore. Me emocion¨¦ un poco, y olvidando los carteles que dec¨ªan hable la lengua del Imperio, me desped¨ª en catal¨¢n, lo que me vali¨® mi primera detenci¨®n. Creo que es bueno recordarlo ahora. El caso es que yo, que siempre pensaba en irme, me escap¨¦, andando, hasta Andorra. Y de all¨ª, en esa situaci¨®n casi legal de los refugiados pol¨ªticos, a Par¨ªs. All¨ª colabor¨¦ en la radiodifusi¨®n francesa, y, en esa revista biling¨¹e, L'Espagne Republicaine, que dirig¨ªa Ricardo Gasset. El equipo completo ¨¦ramos: Gasset, que hab¨ªa sido director de El Imparcial; Angel Ferr¨¢n, redactor jefe, y Rosarito S¨¢nchez Guerra y yo, que hac¨ªamos de todo. Cuando aparec¨ªan Carmen Amaya, Pilar L¨®pez, El Greco, etc., es decir, las figuras del baile y el cante espa?ol, ten¨ªamos ocasi¨®n de entrevistarles y extender nuestro folklore.
Por cierto que, un d¨ªa, apareci¨® la bailarina Tamara Turanova, que entonces estaba con el Gran Ballet de Montecarlo, y que acababa de estrenar El sombrero de Tres Picos, y que le encantaba bailar danza espa?ola. Pensamos hacer un ballet. Ella me pregunt¨® si sab¨ªa de alguien que conociera danza tradicional y algo de coreograf¨ªa y me ofrec¨ª. Incluso le dibuj¨¦ alguna danza catalana. Despu¨¦s, sobre uno de mis cuentos, titulado Del amor y la muerte, montamos el ballet, que se estren¨® con ¨¦xito, en marzo del 49, en Montecarlo, y en abril, en los Campos El¨ªseos, y luego, en el Coven Garden de Londres.
Entonces conocer¨ªa usted a la gente del Colegio Espa?ol...
-Claro. Yo viv¨ª all¨ª mientras era patrimonio de la Rep¨²blica. Luego, cuando fue entregado a la embajada espa?ala y vinieron Jos¨¦ Antonio Maravall, precedido de la noticia de su car¨¢cter liberal, y Chillida, y ¨¦stos, los viejos residentes nos tuvimos que ir a otro pabell¨®n. Ten¨ªamos un ochote, con los Aguirre -hermanos- y Manuel Rivas, vasco tambi¨¦n. Yo era el ¨²nico gallego.
Un republicano independiente
-De Par¨ªs pas¨¦ a Ecuador, pa¨ªs por el que sent¨ªa especial vocaci¨®n. All¨ª empec¨¦ mi revista Ecuador 0? 0'0", una colecci¨®n de poes¨ªa universal, que sigo publicando. Luego, Guatemala, mientras la democracia, y por fin M¨¦xico, que me recibi¨® como a todos los exilados y emigrantes, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas. All¨ª puse una imprenta y la editorial, y he intentado publicar, y he publicado, especialmente, a esos poetas y escritores exiliados, a los que se cierra el paso en Espa?a. Pero, bueno. Yo no pertenezco a ning¨²n partido pol¨ªtico ni he pertenecido nunca. Soy lo que se podr¨ªa llamar un republicano independiente. Creo que la ¨²nica ocasi¨®n en que el pueblo espa?ol pudo decidir libre y democr¨¢ticamente su destino fue, durante la monarqu¨ªa, el 14 de abril de 1931. Y decidi¨® ser republicano. Si en otra manifestaci¨®n igualmente libre y democr¨¢tica decide ser mon¨¢rquico, yo acatar¨¦ esa nueva legalidad. Pero mientras, no puedo admitir m¨¢s que aqu¨¦lla. Y creo que hay que darle ese derecho. El Gobierno espa?ol, si contin¨²a con su pol¨ªtica, va a conseguir, ¨²nicamente, radicalizar las posturas populares...Siento que se me quedan muchas cosas en el tintero. Pero el espacio limitado no da sitio a m¨¢s. S¨®lo, para redondear, esa pregunta final, que qued¨® grabada en mi cinta.
?Y las mujeres?
-Las mujeres -dice- son patrimonio del alma, y el alma...
Alejandro Finisterre, viudo con dos hijos adolescentes, que debe rondar los cincuenta a?os, y cuyo primer nombre es Alejandro Campos Ram¨ªrez, vuela un d¨ªa de ¨¦stos a M¨¦xico. Pero vuelve pronto. Y con suerte, se trae una editorial en el bolsillo, y hasta, qui¨¦n sabe, alguno de esos libros que hasta ahora tiene prohibidos aqu¨ª...
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