El nuevo V¨ªctor Manuel
Los ¨ªdolos de la canci¨®n siempre constituyeron una ¨¦lite dorada incontaminable, mimados por el aparato propagand¨ªstico de las empresas discogr¨¢ficas y privilegiados en su difusi¨®n p¨²blica por unos medios de comunicaci¨®n extraordinariamente receptivos la influencia del show-bussiness, del tinglado art¨ªstico-mercantil engendrador de Hit-Parades y otras artima?as. Nuestros ¨ªdolos han gozado de una estabilidad confortable y el mercado de valores discogr¨¢ficos ha cotizado sus nombres, a lo largo de numerosos a?os. Para los observadores extranjeros. resulta, todav¨ªa, incomprensible, c¨®mo los grandes hits del disco espa?ol se mantienen a la cabeza de las listas, durante lapsos de meses, sin ser inquietados, c¨®mo conservan la popularidad, apenas sin esfuerzo, a trav¨¦s de los a?os. El inmovilismo de nuestro mercado discogr¨¢fico es ejemplar y hace palidecer de envidia a los inestables ¨ªdolos de allende nuestras fronteras, donde los mitos, en funci¨®n de un tinglado m¨¢s competitivo, se las ven y se las desean para permanecer en la memoria del p¨²blico.En este limbo de los ¨ªdolos no suelen producirse deserciones; el agotamiento, la retirada a tiempo o el paso a la galer¨ªa de momias venerables, suelen ser las alternativas m¨¢s frecuentes. Sin embargo, con el paso de los a?os se han registrado algunos cambios sensibles de orientaci¨®n. De una primera promoci¨®n de estrellas folkl¨®ricas adictas a la canci¨®n de afirmaci¨®n nacional, el llamado nacional-folklorismo de los a?os cuarenta, se pas¨® a una escuela m¨¢s contaminada por el swing, con ciertos aires de comedia de tel¨¦fonos blancos y ya en los sesenta con la contaminaci¨®n del mercado internacional y la aparici¨®n del pop surgi¨® una promoci¨®n de j¨®venes estrellas que incorporaron al acervo tradicional ciertos aditamentos modernos, sensiblemente diluidos en una est¨¦tica tradicional y conservadora.
La tercera v¨ªa
M¨¢s tarde con el ¨¦xito de la nova can?¨® catalana y con el progresivo inter¨¦s que despertaban en determinados c¨ªrculos ciertos cantantes marginados, despectivamente llamados de protesta por los medios de comunicaci¨®n, las casas discogr¨¢ticas se lanzan a la caza y captura de nuevos valores, que incorporen de alguna manera ciertos visos de trascendencia y que presten deterininado inter¨¦s al cap¨ªtulo de los textos. Nuevos cantantes-autores, ecl¨¦cticos trovadores de un cierto pseudo-ruralismo y folk-singers de colegio de pago, comienzan a conocer el ¨¦xito mediante importantes campa?as de lanzamiento. Esta tercera v¨ªa logra mantener su status, mediante frecuentes concesiones a la comercialidad y gracias al silenciamiento administrativo de los cantores marginados. Bajo la batut¨¢ del tr¨¢nsfuga Serrat, en pleno declive creativo a partir de su LP dedicado a Antonio Machado, marchan V¨ªctor Manuel, Patxi Andi¨®n, Bernardo Jos¨¦ y un largo etc¨¦tera de nombres que basan su prestigio en m¨¢s que dudosos, planteamientos intelectual¨¦s o po¨¦tficos, pero que contin¨²an sirviendo a una est¨¦tica musical conservadora, reforzada con una ambigua y pretenciosa subliteratura.
El desertor
Huir de este mundo dorado de las grandes estrellas de la canci¨®n es tentativa dif¨ªcil y raramente emprendida. Sin embargo, V¨ªctor Manuel, en un momento determinado de su evoluci¨®n, da este salto en el vac¨ªo y cambia la orientaci¨®n e intencionalidad, dotando a sus canciones de uni evidente contenido pol¨ªtico (creo que ha llegado el momento de olvidar determinados eufemismos). Esta postura, que acarrea considerables quebraderos de cabeza al cantante asturiano, lleva consigo tambi¨¦n el abandono de determinados sectores de p¨²blico y una considerable disminuci¨®n del apoyo de los medios de comunicaci¨®n oficiales. Por otra parte, V¨ªctor Manuel, comienza a sufrir sus primeras prohibiciones y multas.
El reciente recital de V¨ªctor Manuel en el Teatro Monumentall¨ªa servido para exponer claramente a un amplio sector de p¨²blico madrile?o cu¨¢l es su momento actual y por qu¨¦ camino piensa dirigir sus intentos. Plese a sus buenas intenciones y pese a la honradez de sus planteamientos, la obra actual de V¨ªctor Manuel, adolece todav¨ªa de considerables r¨¦moras de su etapa anterior. El cambio en la orientaci¨®n de sus contenidos no ha implicado un remodelaci¨®n total de su forma de hacer que, en el cap¨ªtulo musical, sigue obedeciendo a una concepci¨®n est¨¦tica conservadora y funcional, mientras que en los textos, aunque existan aciertos parciales que hablan de futuras posibilidades, persisten brotes de un costurribIrismo perictitado e ingenuidades literarias de grueso calibre.
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