Aguafuertes de T¨¤pies en Barcelona
Su exposici¨®n ha pasado casi inadvertida
Una exposici¨®n T¨¤pies es siempre, en el acontecer art¨ªstico de Barcelona -y sin duda en el de otro lugar cualquiera-, un hecho importante. Y lo es aunque, como en el caso presente, mostrada en la nueva Galer¨ªa que lleva el nombre del gran amigo de Mir¨®, Joan Prats, no parezca hab¨¦rsele querido dar especial relieve, incluso prescindi¨¦ndose en ella del cat¨¢logo habitual. ?Y no ser¨¢ mejor, precisamente, que as¨ª sea? Creemos que s¨ª, porque cuando de las obras de este pintor se trata, siempre tenemos la impresi¨®n de que algo esencial en ellas ocurre en otra parte, en alg¨²n lugar que poco o nada tiene que ver con el asendereado de tantas promociones urgentes y, hasta la saciedad, vocingleras como desde la noria galer¨ªstica acostumbrada nos atosigan.No sabemos bien cu¨¢l sea ese lugar, ni siquiera si se trata realmente de un lugar en sentido estricto, aunque para entendernos sea punto menos que obligado recurrir a abstractas connotaciones espaciales o geogr¨¢ficas para darle una especie de localizada gravitaci¨®n general a lo que en esa obra, en la obra de T¨¤pies, se nos impone siempre como austero decoro, enigm¨¢tica hondura o silenciosa y casi asc¨¦tica meditaci¨®n.
La exposici¨®n consiste, por otra parte, en lo que suelen entenderse como obras menores, denominaci¨®n que en la mayor¨ªa de casos lo menos que puede decirse es que resulta desafortunada y que, concretamente en el de T¨¤pies, carece de todo sentido. Se trata de una breve serie de pinturas sobre papel o cart¨®n, y de otra, m¨¢s amplia, de veintid¨®s aguafuertes, los m¨¢s de ellos con gofrados y a?adidos de polvos de pana, una y otra correspondientes a este mismo a?o, aunque de los aguafuertes s¨®lo se ha efectuado en ¨¦l la estampaci¨®n, pues fueron ejecutados en 1972-73. No cabe apenas, porque servir¨ªa de
poco, describir estas obras o aludir a los temas y los elementos que las configuran, pertenecientes al inconfundible acervo por el cual se reconoce al punto la mano -y, por ella, el pensamiento, esa meditaci¨®n que dec¨ªa- de su autor.
Abandono
Salvo en dos de los aguafuertes, cuyo compartido t¨ªtulo, Esp¨¦rit catal¨¢, puede responder a una idea previa, muy entra?ada en el sentir y el quehacer de T¨¤pies, la t¨®nica general -a trav¨¦s de signos, letras, rasgu?os, huellas, papeles arrugados o quemados y esas coloraciones sordas, graves, aqu¨ª y all¨¢, con el acento de breves y violentas salpicaduras, tan privativos del aludido acervo del artista- es la de un como abandono, no tanto al azar o las oportunidades brindadas por la materialidad misma de lo que interviene en esas obras, como a la desocultaci¨®n que, en el sentido heideggeriano, no de ellas, sino de la obra en s¨ª, dicho sea en an¨¢logo sentido, en aqu¨¦llas se produce o parece estarse produciendo, para quedar detenida o, mejor, interrumpida en un momento que puede implicar otros muchos posibles. Werner Smalenbach, el director del Museo de Dusseldorf, que ha escrito recientemente un muy sagaz ensayo sobre los dibujos de T¨¤pies, alude en ¨¦l al aspecto pasivo que ¨¦stos ofrecen, ?como si el artista -dice- no los hubiera hecho?. Pero, por parad¨®jico que pueda parecer, en esa pasividad reside, justamente, el principio activo, la esencia como desocultaci¨®n, de cuanto, precisamente como si ¨¦l no lo hubiera hecho, hace T¨¤pies.
La referencia a Heidegger no se escribe aqu¨ª suscitada por el reciente fallecimiento del gran pensador germano. Ya en otras ocasiones hemos hecho breves alusiones al paralelismo que nos ha parecido advertir en el trasfondo de las respectivas obras de uno y otro. Un paralelismo que a cada nueva exposici¨®n de T¨¤pies se nos corrobora, m¨¢s ahondadas en sus obras las holzwege -sendas o trochas en el bosque, que para ¨¦l, para T¨¤pies, equivaldr¨¢n fisicamente a las del Montseny, a cuyo arrimo vive y trabaja buena parte del a?o- que dan t¨ªtulo a una de las miscel¨¢neas m¨¢s conocidas de Heidegger. Conocidas tambi¨¦n desde hace a?os por T¨¤pies, quien, en testimonio de admiraci¨®n rec¨ªproca, un d¨ªa recibi¨® de pu?o y letra del fil¨®sofo una espont¨¢nea misiva de felicitaci¨®n -nunca llegaron a conocerse personalmente-, tras haber podido contemplar ¨¦l los murales que para la Universidad de Saint-Gall acababa de realizar nuestro pintor.
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