A Gald¨®s le han puesto im¨¢genes
La literatura ha jugado siempre al escondite con las im¨¢genes, desde mucho antes del descubrimiento de las t¨¦cnicas modernas de duplicaci¨®n de grabados y dibujos. Texto e ilustraciones forman, a menudo, una unidad indisoluble que se suelda irreversiblemente en la conciencia del lector, en una interacci¨®n mutua que nadie puede separar. Los Episodios Nacionales forman parte de nuestro patrimonio cultural y, afortunadamente, poseen una fuerza popular que supera la misma calidad literaria de las narraciones, ya m¨¢s all¨¢ de la cr¨ªtica y el comentario. La reciente edici¨®n ilustrada de estas obras de Gald¨®s nos plantea el viejo problema de la correspondencia entre iconograf¨ªa y literatura. Para ello es preciso hablar de autonom¨ªa mutua y de independencia absoluta, antes de entrar en ninguna otra consideraci¨®n.En el fondo se trata de otra vieja cuesti¨®n, la relaci¨®n mutua de lenguajes, en este caso el literario y el gr¨¢fico, cuyo m¨¢ximo nivel de encuentro es el de la poes¨ªa. Gald¨®s, como cualquier otro autor, intenta traducir a frases y sonidos las evocaciones de un tiempo pasado para vivificar con ellas el futuro. El lector recoge este legado y la operaci¨®n de la lectura, aut¨¦ntica resurrecci¨®n del texto muerto, actualiza las cosas, objetos, personas y sensaciones de una ¨¦poca, intentando hacerlas vivas y contempor¨¢neas. El artista gr¨¢fico busca algo equivalente, con medios an¨¢logos, pero distintos de la palabra. Donde el escritor utiliza un sistema intermediario de sonidos a los que traducir la realidad tangible y esa otra dimensi¨®n interior de sus aspiraciones ¨¦l emplea l¨ªneas, colores, manchas, sombras y luces que intentan fijar los contornos huidizos y m¨®viles de lo que ve y siente. Ambos fracasan, inevitablemente, en sus aspiraciones y s¨®lo pueden aspirar a darnos un recuerdo convencional, unas ciertas fijaciones seleccionadas y filtradas seg¨²n sus disponibilidades culturales, la claridad de su ideolog¨ªa y la capacidad de su temperamento art¨ªstico.
En este sentido, los grabados, pinturas, mapas, dibujos, esbozos, gr¨¢ficos, estampas, carteles, fotograf¨ªas constituyen otros tantos sistemas, cuyo conjunto puede ser una aut¨¦ntica reconstrucci¨®n iconogr¨¢fica de una ¨¦poca, cuando se ha intentado sistem¨¢ticamente rastrear los recuerdos visuales completos. Esta iconografia evoca, repito, un mundo en todos sus planos visuales, mientras las palabras buscan su restituci¨®n sonora. El objetivo, en el fondo, es com¨²n. Relacionar ambos intentos, buscar de una forma sistem¨¢tica y rigurosa a todos los recuerdos gr¨¢ficos de una ¨¦poca para completar los Episodios Nacionales es una empresa meritoria que merece todas las alabanzas como cualquier otra tarea semejante que aspire a darnos datos fidedignos de nuestro pasado e intente reconstruir este itinerario ic¨®nico, tan descuidado hasta nuestros d¨ªas.
La civilizaci¨®n de la imagen no es el resultado de una conspiraci¨®n universal para hundir los textos, sino, todo lo contrario, el irrenunciable resultado de una aspiraci¨®n colectiva a escala planetaria para ampliar los mensajes s¨¦nsoriales que nos permite interpretar la realidad presente, pasada y futura, desde distintos ¨¢ngulos. Si lo miramos desde ese punto de vista, estas ediciones ilustradas no son m¨¢s que reconstrucciones ic¨®nicas de un tiempo, asociadas a unos textos privilegiados. Ambas dimensiones, gr¨¢fica y literaria, repito, son complementarias, pero no dejan por eso de ser aut¨®nomas. Gald¨®s no necesita de los dibujos, grabados o pinturas pra ser entendido, porque su arte es autosuficiente, lo mismo que la labor de los artistas, fot¨®grafos y dise?adores recogidos en los fasc¨ªculos, nos exige ser colocada junto a unos textos escritos para alcanzar una interpretaci¨®n exacta, pero su beneficiosa relaci¨®n mutua es un perfecto ejemplo de simbiosis cultural, de interrelaci¨®n adecuada de est¨ªmulos, sin todos los cuales ser¨ªa m¨¢s impreciso nuestro conocimiento.
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