Viaje sonoro por los pa¨ªses mediterr¨¢neos
Durante mucho tiempo ha sonado, como melod¨ªa pol¨¦mica, la confrontaci¨®n de dos culturas: la llamada de las nieblas germ¨¢nicas y la denominada de las claridades latinas. Tal sucede con todo enfrentamiento, la rueda del tiempo en su girar acaba demostrando cu¨¢n falsas son las actitudes radicales. Por otra parte, Ortega se encargaba en 1914 de delimitar conceptos: m¨¢s concreto 37 evidente le parec¨ªa referirse a una ?cultura mediterr¨¢nea? que hablar de cultura latina.Cuando de folklore se trata todo se toma, al menos es bastante medida, preciso y evidente. El folklore es una ciencia capaz de precisar or¨ªgenes, marcar similitudes, subrayar diferencias. La transmutaci¨®n de eso, y tantas cosas m¨¢s, en m¨²sica culta supone procesos y realidades no poco misteriosas. Dif¨ªcil es, en m¨²sica, la ¨²ltima tipificaci¨®n (de una cultura; resulta elemental, en cambio, la precepci¨®n intuitiva de lo que pertenece a una cultura determinada.
En el campo de la m¨²sica actual, tantas veces tachada de ?esperantista? ya pesar del origen germano de la mayor¨ªa de las corrientes, los pa¨ªses mediterr¨¢neos han dado con expresiones diferenciadas obedientes a un car¨¢cter original. Especificidad que aproxima el talante creacional de los pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo. De nuevo hemos podido comprobarlo a trav¨¦s de su presencia en la Tribuna Internacional de Compositores recientemente celebrada en Par¨ªs.
Portugal: el Mediterr¨¢neo sentido desde el Atl¨¢ntico
Por el hecho de haber resultado triunfadora, antes que por ninguna raz¨®n chauviniste, hablamos ya de Espa?a con detenimiento. Con todo y ser un pa¨ªs eminentemente atl¨¢ntico, resultar¨ªa err¨®neo desde un punto de vista est¨¦tico, no incluir a Portugal en el bloque de los mediterr¨¢neos. M¨¢s a¨²n: habr¨ªa que ser sordo para no hacerlo. Ah¨ª est¨¢n los M¨¢drigales de Joly Braga Santos (1924) escritos hace tres a?os sobre poes¨ªas cl¨¢sicas espa?olas, herederos voluntarios de nuestra tradici¨®n vocal renancentista. Sin esa ligaz¨®n y a base de una sustancia sencilla y un lenguaje actual muy directo, los Di¨¢logos para conjunto de c¨¢mara, de Felipe Pires (1934) nos hablan tambi¨¦n de una asimilaci¨®n mediterr¨¢nea de los procedimientos germanistas.
Italia: del magnetof¨®n a la viola de amor
Con el florentino Paolo Renosto (1935), disc¨ªpulo de Dallapiccolla y Maderna, y el palermitano Salvatore Sciarrino (1947), la representaci¨®n italiana tuvo actualidad y valor. Si el Preludio, para banda magn¨¦tica y voz, de Renosto, es p¨¢gina bella, por el tratamiento de la parte de soprano y su inserci¨®n -entre misteriosa y trascendentalista- en los sonidos grabados, la Romanza, para viola de amor y orquesta, de Sciarrino, se me antoja una de las mejores cosas escucha das en la ¨²ltima Tribuna. Sin embargo, el ¨ªndice de aceptaci¨®n a la hora de los votos fue bajo. Personalmente no lo comprendo, ya que se trata de una obra original, en el que la vieja ?viola de amor? est¨¢ trabajada con singular originalidad y el amplio conjunto orquestal, rico en percusiones, renuncia a toda ret¨®rica y opulencia. Invenci¨®n delicada o, como prefer¨ªa decir Falla, sensible, quiz¨¢ la causa de su relativo ¨¦xito entre los representantes de los organismos radiof¨®nicos, radique en la voluntaria falta de concesiones. Aunque el t¨¦rmino suele aplicarse a los post, filo o necrom¨¢nticos, es lo cierto que en la m¨²sica actual se cultiva la demagogia.
La Romanza de Sciarrino supone una actitud contraria. Solo la sorpresa de algunos grandes golpes sonoros nos saca del encantamiento de su ambiente.
Francia: a la ?recherche? de la belleza perdida
Otra obra devaluada en la votaci¨®n, injustamente a juicio personal, fue Rambarand, del franc¨¦s Fran?ois-Bernard M¨¢ch¨¦ (1935). La conjunci¨®n orquesta-banda magn¨¦tica est¨¢ resuelta con vistas a una belleza sonora producto de quien posee agudizada sensibilidad musical y ac¨²stica. Combinaciones arm¨®nicas aut¨®nomas, equilibrio de timbres, estatismo exterior animado por movilidad interna, hacen de la pieza algo de seguro ¨¦xito p¨²blico sin necesidad de concesiones. Fen¨®menos psicol¨®gicos y fisiol¨®gicos, estudios sobre la percepci¨®n sensorial, se adivinan a trav¨¦s de esta m¨²sica m¨¢s actual por los conceptos que por los procedimientos.
La segunda contribuci¨®n de la Radio Francesa Souvenir des mots, de Bernard Durr, pertenece al g¨¦nero electroac¨²stico casi puro, ya que el ¨²nico sonido de otro origen es la voz humana. Producto caracter¨ªstico del GRM (Grupo de Investigaci¨®n Musical), ofrece una perfecta identificaci¨®n entre materia y forma, entre pensamiento y realizaci¨®n, dentro de un expresivismo equilibrador de lo m¨¢gico y lo l¨®gico.
Grecia, T¨²nez y Turqu¨ªa: nacionalismo y electr¨®nica
Cierto entronque raveliano y una luminosa libertad de procedimientos, puestos al servicio de lo evocativo, dan lugar a la M¨²sica para la gruta de estalactitas de Peania Atica, para banda magn¨¦tica, original del griego Dimitra Dragatakis (1914) que fuera disc¨ªpulo de Calomir¨ªs. Su compatriota Michali Griguriou (ateniense, 1947) se pronuncia. (diverso en Septuor. Desde lo post-rom¨¢ntico al ?cluster?, desde cierto formalismo a la imaginaci¨®n pl¨¢stica, esta obra, con frecuencia violenta, me record¨® a veces el talante del vasco Ant¨®n Larrauri, dicho sea en tono de elogio para el griego y el espa?ol.
Las posibilidades de aggiornamento del nacionalismo, siempre problem¨¢ticas, son abordadas por el tunecino, Mohamed Garfi, disc¨ªpulo de la Schola parisiense, nacido en 1948. La mixtura, aun sin estar del todo resulta en una unidad conceptual, resulta de atractivo indiscutible.
Los polos de la contribuci¨®n turca van desde el cuasi realsocialismo grandilocuente y bien trabajado de Gangiz Tany: (Estambul, 1933), al austero percusionismo de concepci¨®n sencilla y geom¨¦trica, propio de Ichan Usmanbas (192 l). Con La asociaci¨®n de ideas y Gran Rotaci¨®n, Turqu¨ªa ha mejorado sus marcas anteriores.
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