Una fuerza incontenible
Hace 20 a?os o¨ª a un catedr¨¢tico de Medicina una clase sobre los t¨®xicos. Uno de ellos era el tabaco. Pronosticaba c¨¢ncer de boca, garganta o pulm¨®n a todos los fumadores en un porcentaje muy elevado con respecto a los no fumadores. No recuerdo este porcentaje, lo que s¨ª recuerdo es que ¨¦l muri¨® de c¨¢ncer de pulm¨®n. Era uno de los hombres m¨¢s buenos, m¨¢s inteligentes del pa¨ªs. Pero explicaba la clase fumando. Y a otro de los m¨¢s grandes m¨¦dicos que ha tenido Espa?a le o¨ª en varias ocasiones, c¨®mo el tabaco endurece las paredes de las arterias. ?Se puede morir de infarto y otras enfermedades? -dec¨ªa- El fumaba, y despu¨¦s de su primer infarto sigui¨® fumando. Grandes maestros pero no pod¨ªan con su inconsciente. ?Qui¨¦n no tiene amigos que fuman; que saben incluso que sus padres y sus abuelos murieron, de c¨¢ncer de pulm¨®n o laringe con toda seguridad por el tabaco, y siguen fumando?La conducta humana est¨¢ movida por ¨®rdenes, por contra¨®rdenes, roles de jugar a ser el m¨¢s listo o el m¨¢s fuerte o el m¨¢s puro ideol¨®gicamente. Y todo esto, por ese movimiento perpetuo de d¨ªa y noche que conduce nuestras vidas y que es el inconsciente.
?Que es mentira esto? ?Que suena a simple? Pues ya se hacen perfiles psicol¨®gicos. Algo as¨ª como preveer que una persona de estas caracter¨ªsticas morir¨¢ de c¨¢ncer o de una enfermedad vascular o padecer¨¢ de ¨²lcera. ??Anastasio, t¨² morir¨¢s de infarto un d¨ªa de estos! ?. Pero sigui¨® fumando con su angustia difusa, calm¨¢ndola meti¨¦ndose en humo la salvaje naturaleza de unos caballos o la movilidad de la m¨²sica animada americana. Y muri¨®.
Pero es in¨²til. Al inconsciente no hay m¨¢s que una manera de modificarlo. Su trayectoria lleva a veces hacia la ruina eoo?¨®mica, hacia la ¨²lcera de est¨®mago, hacia el lumbago, produciendo el 60 por 100 de todas las enfermedades que ven los m¨¦dicos manteni¨¦ndose en su cre,nicidad. Es la fuerza del inconscie nte. La ¨²nica manera de atajarle el camino es la psicoterapia, el psicoan¨¢lisis o cualquiera que entienda y se base en el conocimiento del inconsciente.
Ayudar la conducta social
Eso lo saben los que anuncian el tabaco. Por eso lo presentan como viril, como buen antidepresivo, come, medio de ayudar la conducta social. Pero nadie o casi nadie deja de fumar porque no pued¨¦debido a su estado de intoxicado cr¨®nico, y poi-que con el tabaco est¨¢ compensando conflictos personales, o aunque parezca mentira busca su muerte. Sustituyen ese placer iocente socialmente, por otros placeres infantiles profundamente reprimidos correspondientes a otras zonas corporales.
Y es que las fuerzas que nos llevan a amar, a odiar, a unirnos a otros o a destruirnos, a ser constructivos o destructivos provienen de la fuente primera que son nuestros instintos. El fumador busca una satisfacci¨®n que termina en frustraci¨®n.
Por eso no podemos lograr que se deje de fifinar, porque admitir la vinculaci¨®n al tabaco es admitir la vinculaci¨®n a los impulsos, a los s¨ªmbolos y a las personas que en el inconsciente lo sustituyen y lo representan. Est¨¢n realizando una fantasia omnipotente de que se puede manejar y dominar a voluntad mediante el humo esa cosa que lo puede matar o que es inofensiva. Creen que a otros le perjudicar¨¢ pero a ¨¦l no. A veces es un s¨ªntoma de un trastorno m¨¢s general de la personalidad.
En varias culturas primitivas el esp¨ªritu del dios se inhalaba a trav¨¦s de una pipa que pasaba de boca en boca, quedando dentro, con el humo, el esp¨ªritu del dios. Nuestros fumadores siguen fumando esa pipa, s¨®lo que inhalando la nueva mitolog¨ªa de la sociedad de consumo y los viejos fantasmas de siempre.
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