Las razones del GATEPAC
En estos ¨²ltimos a?os la historia de la arquitectura espa?ola la han escrito, con excesiva fatal frecuencia, todos esos bur¨®cratas y especuladores que, a costa de mutilar demoler edificios singulares y conjuntos urbanos suscitaban, un fugaz, inter¨¦s por lo que estaba ya sentenciado y condenaban a los. estudiosos a practicar una arqueolog¨ªa precoz.Incapaz de esgrimir en su favor los argumentos. exculpatorios m¨¢s comunes, tales como estar ya reducida a puras ruinas o haber sido escenario de cualesquiera fastos patri¨®ticos, Ia arquitectura racionalista de los a?os tr¨¦inta ha sido, hasta ahora, presa f¨¢cil de un interrumpido auto de fe, entre cuyas v¨ªctimas m¨¢s notorias se cuentan el Front¨®n Recoletos, el Mercado de Olavide y la Central T¨¦rmica de la Ciudad Universitaria.
A
C, documentos de actividad contempor¨¢nea. Barcelona. Edilorial Gustavo Gili. 1975.
Si todav¨ªa protendemos que la historia de la arquitectura racionalista espa?ola no acabe por convertirse en la historia de su ausencia, deber¨¢n traerse a cuento nuevos y m¨¢s astutos argumentos. En este sentido, la reedici¨®n de la revista AC, ¨®rgano del GATEPAC, parece una inteligente contribuci¨®n a tan razonable prop¨®sito; tanto m¨¢s cu¨¢nto supone poner a nuestro alcance documentaci¨®n de primera mano y poco accesible, puesto que, la colecci¨®n completa de esta revista era ya una rareza bibliogr¨¢fica.
No es cierto que los muchos problemas que plantea la difusi¨®n y consolidaci¨®n del credo racionalista en Espa?a queden resumidos en las peripecias del GATEPAC, ni lo es tampoco que A C monopolice las pol¨¦micas sobre arquitectura y urbanismo que surgieron por aquel entonces; pero, en cualquier caso, no ser¨ªa desmedido considerar al GATEPAC como el grupo que consuma las aspiraciones formales, de esa generaci¨®n de -1925 descrita por Carlos Fl¨®rez y que configura de un modo ideol¨®gicamente veros¨ªmil los equ¨ªvocos inevitables del racionalismo de entreguerras.
Fundado en octubre de 1930, a instancias de Sert y Mercadal, el GATEPAC constituy¨® la secci¨®n espa?ola del CIRPAC, y como tal envi¨® representantes a sus congresos, los tan discutidos CIAM. Pero lo que sobre el papel aparec¨ªa con trazas de grupo homog¨¦neo, articulad¨® en tres zonas geocr¨¢ficas (Norte, Centro y Este), no era la pr¨¢ctica, sino, una fantasmagor¨ªa m¨¢s o menos convincente, seg¨²n lo confirma el control que sobre A C ejerci¨® el grupo catal¨¢n: tanto el cont¨¦nido de la revista como su direcci¨®n y orientaci¨®n eran responsabilidad de Sert y Torres Clav¨¦, al que las ¨²ltimas investigaciones llevadas a cabo en los archivos del GATEPAC, nos presentan como su principal a.
A trav¨¦s de los 25 n¨²meros de A C ( 1931-1937), la progresiva radicalizaci¨®n del racionali¨¢mo espa?ol se perfila con claridad al paso de los t¨®picos habituales: en una primera ¨¦poca, el alegato moral contra la arquitectura acad¨¦mica y la pedagog¨ªa de las Escuelas de Arquitectura, la fascinaci¨®n tecnol¨®gica, las oscuras noticias de la URSS, el urbanismo refinado de Le Corbusier, la fotogrf¨ªa, y el arte de vanguardia; a partir del n¨²mero 5 el tema del urbanismo, cuya importancia se declaraba ya en editorial del n¨²mero 1 sin contrapartida cr¨ªtica alguna, ocupa un cada vez mayor n¨²mero de p¨¢ginas, siempre de acuerdo con la f¨®rmula del CIAM: ciudad funcional-vivienda m¨ªnima. Esta tendencia se acentu¨® en el 11, que daba cuenta del Congreso de Atenas: los estudios parciales sobre el Barrio Chino de Barcelona o la arquitectura popular mediterr¨¢nea encontraban as¨ª un marco de referencias adecuado. Sin perder de v¨ªsta aquel cosmopolitismo inicial, los esfuerzos del GATEPAC quedaron definitivamente absorbido por dos grandes proyectos urban¨ªsticos (el Pl¨¢ Maci¨¢ y la Ciutat de Rep¨°s) y una nueva tipolog¨ªa residencial, la casa bloc, parte integrante del revolucionario plan de conjunto para Barcelona, cabal desarrollo del que so?ara Cerd¨¢.
Los dos ¨²ltimos n¨²meros de A C (23, 24 y 25), publicados en plena guerra, presentan algunas particularidades que quiz¨¢s esclarezcan, a la vista del posteriordestino de la arquitectura racionalista, la ambivalencia ideol¨®gica del GATEPAC: en el n¨²mero 23-24, un editorial anunciaba la creaci¨®n del Sindicato de Arquitectos y reclamaba plena legitimidad pol¨ªtica para su programa, cerr¨¢ndose apresuradamente el n¨²mero con noticias de los meses anteriores a la guerra. Era un n¨²mero desmayado, fruto del desconcierto; desconcierto que se salv¨® felizmente en el ¨²ltimo de la serie, donde se desarrolla el editorial antes citado y se recapitula sobre la propia historia de la revista, concluyendo con cierto desenfado que el GATEPAC hab¨ªa previsto lo que iba a ocurrir y ten¨ªa ya listos el urbanismo y 14 arquitectura que requer¨ªa una nueva sociedad.
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