Gorros y plumeros
Mientras los de la Organizacion Sindical se estaban en su rascacielos del Prado haciendo la reforma esa, de once de la ma?ana a cuatro de la tarde (se saltaron la comida todo sea, por el pueblo), los de Comisiones Obreras se reun¨ªan en una iglesia de Useya como cristianos primitivos, en n¨²mero de dos mil, con un sentido catacumbal de la religi¨®n del proletariado, y cantaron finalmente la Internacional, como los cristianos aquellos cantaban salmos cuando iban hacia los leones.Los leones de las Cortes son los que esperan a estos sindicalistas ?underground? por m¨¢s que el se?or Mart¨ªn Sanz ha dicho, cogiendo el expreso de Roma en marcha, que ¨¦l est¨¢ m¨¢s cerca de Berlinguer que del Gobierno. Toma casta?a. A lo que Mart¨ªn Villa, para que no le diera el corte, replic¨® astuto y cel¨¦rico:-Yo no represento a nadie m¨¢s que al que me ha nombrado. Yo no me pongo el gorro de la representatividad.Y, efectivamente, no llevaba gorro ni plumero, sino el flequillo del SEU que le conoc¨ª hace muchos a?os, en Le¨®n, cuando ¨¦l ya era joven promesa. ?L¨¢nzat¨¦ al cielo, flecha de Espa?a, que un blanco has de encontrar?, cantaban por en tonces los recios escuadristas. El blanco fue la Delegaci¨®n Nacional de Sindicatos.Pero as¨ª como Mart¨ªn Villa est¨¢ haciendo su reforma a pelo (reforma que Camacho niega desde su congreso sindical paralelo de Usera), don Blas Pi?ar se ha apresurado a ponerse el gorro frigio para darse de alta en la ventanilla de los partidos en cuanto la abran.
-Pero, ?a d¨®nde vas, Blas? -le pregunt¨® S¨¢nchez Covisa vi¨¦ndol¨¦ de tal guisa, y haciendo una rima tan ripiosa como la que hago yo ahora, porque hay cosas que s¨®lo se pueden tratar en ripio.
Y como, con el gorro frigio a don Blas se le ve¨ªa el plumero, lo cambi¨® por un bomb¨ªn liberal, saj¨®n, londinense, parlamentario, democr¨¢tico y ?fair play?.
-Pues ya lo ves, macho, a ponerme el primero en la senda de la Constituci¨®n, si no me ha cogido el sitio don Fernando.Y tras este imaginario di¨¢logo, cincuenta mil madrile?os -mujeres, ni?os, m¨ªnusv¨¢lidos, estudiantes- se echaban a la calle de Preciados, no para aprovechar las rebajas de Galer¨ªas, como otros a?os, sino para exigirle al Gobierno otra clase de rebajas. Lo cual que los Comisiones Obreras, ya digo, no creen en la reforma de Mart¨ªn Villa, pero lo grave esque.tampaco cree el pro pio Mart¨ªn Villa, por lo que dijo de que ¨¦l no quer¨ªa ponerse gorros, con el calor que hac¨ªa all¨ª dentro. Y la verdad es que yo, en mi memor¨ªa de ni?o de derechas, nunca le recuerdo con la boina roja de flecha. Se ve que no le van los tocados. Claro que Camacho tambi¨¦n es otro que va a pelo, y ¨²nicamente don Dionisio Mart¨ªn Sanz, en este d¨ªa sindicalista e hist¨®rico, se tocaba con el gorro cosaco de los sovi¨¦ticos ac¨¦rrimos, hecho un remero del Volga, el t¨ªo, para decir que ¨¦l, m¨¢s macho Berlinguer, si falta hiciere. No te digo lo que hay...
Recuerdo cuando Fraga andaba de hongo por Londres. Era la horma, democr¨¢tica para su cabeza galaica. Los ni?os de Madrid, aparte de alzar el pu?o en la manifestaci¨®n de Preciados, han pedido, el gorro de Fof¨®, el payaso entra?able y televisivo, para tener como recuerdo que el bomb¨ªn gris con orillo que tanta gracia les hac¨ªa. Habiendo tanto payaso en el pa¨ªs, en la pol¨ªtica, en la tele, se nos muere el ¨²nico,que lo llevaba con dignidad.
El sindicoverticalismo naci¨® a pelo, peinado de luceros, y parece que va a morir tal cual, tambi¨¦n a pelo, pues que su Hamlet leo?¨¦s y dubitativo ya no quiere ponerse el gorro de la representatividad. Han, sido muchos a?os de gorros, boinas, cascos, plumeros, gorras, viseras y, borlas. A ver si, al fin, nace una Espa?a con la cabeza clara.
El que anda por ah¨ª con el gorro de Napole¨®n atravesado es Villar Mir. Est¨¢ loco de d¨®lares y se cree Napole¨®n.
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