Operaci¨®n refer¨¦ndum
Para RTVE ya ha empezado la cuenta atr¨¢s del refer¨¦ndum. La cosa se hizo gradualmente. Al principio se nos instaba dram¨¢ticamente a que fu¨¦ramos a comprobar cuanto antes nuestros nombres y apellidos en las listas del censo municipal. Despu¨¦s, las altas esferas introdujeron, el vocablo refer¨¦ndum como objetivo primordial de la sencilla verificaci¨®n que, hoy por hoy, parece constituir el no va m¨¢s del esp¨ªritu c¨ªvico. Desde hace unos pocos d¨ªas, los corresponsales de los distintos centros regionales se dedican, full time, a la producci¨®n de entrevistas callejeras tendentes a mostrar y a demostrar cient¨ªficamente la extraordinaria predisposici¨®n del peat¨®n pol¨ªtico, frente al todav¨ªa misterioso tinglado que est¨¢n montando los reformistas, para consolidar el reformismo y, de paso, la democracia a la espa?ola. Los entrevistados, felices por aparecer en un solo d¨ªa en letra imprenta y en la tele, afirman muy circunspectos que s¨ª van a votar en el refer¨¦ndum de oto?o y justifican su arriesgada decisi¨®n en base a las arcanas razones tautol¨®gicas de la mayor¨ªa silenciosa en version original y subtituladade RTVE: porque s¨ª,, porque es importante, porque hay que hacerlo, faltar¨ªa m¨¢s, naturalmente...Gracias a la televisi¨®n ya se ha primido la inquietante ambig¨¹edad que rodeaba al refer¨¦ndum y, por lo tanto, se ha roto el encanto. Sabemos sin g¨¦nero -de dudas que lo importante ser¨¢ votar, s¨®lo, votar y nada m¨¢s que meter la papeleta en la urna. Lo de menos son las preguntas que tengan a bien formularnos o el fondo del asunto, ese que jam¨¢s se menciona porque es la m¨¢s importante de las premisas. El poderoso e inexpugnable medio de incomunicaci¨®n de masas ¨²nicamente pretende crear una psicosis de participaci¨®n electoral, y lo hace, claro es, para vacunarse contra el fantasma del abstencionismo,que, en el momento presente, propugnan desde la oposici¨®n democr¨¢tica hasta ciertos heterodoxos del continuismo. Esta vez la alternativa no se establete entre el s¨ª o el no, sino entre el votar o el no votar, he aqu¨ª el problema.
El meollo de la programaci¨®n veraniega lo constituir¨¢n estas encuestas tel¨¦visivas, a las que tan acostumbrados estamos desde que hemos incurrido en la funesta man¨ªa de pulsar el bot¨®n de ?encender? el dichoso chisme. A lo ¨²nico. que recuerdan, estas encuestas callejeras es a la publicidad; a esos spots en los que se demuestra por aplastante mayor¨ªa las excelencias de los detergentes de las profundidades, la eficacia de l¨¢s cremas contra las espinillas juveniles o la seriedad cient¨ªfica de los crecepelos que evitan la ca¨ªda del cabello. De la misma manera que ning¨²n realizador de anuncios osar¨ªa introducir en sus spots opiniones desfavorables para con el producto, los responsables (penales) de estas encuestas que ahora amenizan nuestros tristes telediarios oficiales del Estado nos ofrecen el ins¨®lito espect¨¢culo de un pueblo que devora con avidez los padrones municipales y se apasiona con un refer¨¦ndum del que no conoce ni la mayor ni la menor.
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