"Legalidad y no presiones externas"

?La autenticidad de esta hora hist¨®rica nos exige que las causa justas puedan llegar a la c¨²spide del Estado, amparadas en la legalidad -y no bajo presiones externas" dijo el nuevo presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, en el discurso m¨¢s importante de su vida pol¨ªtica, al presentar ante las Cortes el proyecto de ley sobre el derecho de asociaci¨®n pol¨ªtica, el pasado 9 dejunio de 1976.El entonces ministro secretario general del Movimiento -que s¨®lo fue aplaudido por los procuradores con cierto entusiasmo cuando se refiri¨® a la ?gigantesca obra de ese espe?ol irrepetible al que siempre deberemos homenaje de gratitud y que se llama Francisco Franco?- inici¨® su discurso refiri¨¦ndose a la definici¨®n que el Rey hab¨ªa hecho de nuestra convivencia como una Monarqu¨ªa democr¨¢tica, en cuyas instituciones habr¨¢ un lugar holgado para cada espa?ol.

?Terminar la obra?

Tras referirse a la etapa de Franco, durante la que algunos de los objetivos, especialmente en materia de derechos pol¨ªticos, no alcanzaron una plena operatividad pr¨¢ctica, Adolfo Su¨¢rez se?al¨® que el compromiso hist¨®rico actual era precisamente terminar la obra. ?Para conseguirlo -a?adi¨®- no hay que derribar lo construido ni hay que levantar un edificio paralelo. Hay que aprovechar lo que tiene de s¨®lido, pero hay que rectificar lo que el paso del tiempo y el relevo de generaciones haya dejado anticuado. Y no sirven se?or¨ªas, los apuntalamientos. Sirve, en cambio, la arquitectura de nuevas t¨¦cnicas, sirve s¨®lo, y esa es la llamada de la autenticidad de nuestro tiempo, la estructura que de cabida, y cabida ancha, a todos los miembros de la comunidad.?

Manifest¨® que sent¨ªa acosos de urgencia para acelera el proceso de cambio, y afirm¨® que el Gobierno tiene la tesponsabilidad de poner en marcha los mecanismos necesarios para la consolidaci¨®n, definitiva de una democracia moderna?.

Adolfo Su¨¢rez se declar¨® pluralista y dijo que hab¨ªa que dar cabida ?a todos los grupos sinceramente democr¨¢ticos, con aspiraciones de poder, con voluntad de ofrecer una alternativa de Gobierno, pero con programas v¨¢lidos para la Administraci¨®n y la acci¨®n pol¨ªtica, bajo el compromiso de respeto a los dem¨¢s?. Se refiri¨® a las fuerzas organizadas que existen en la sociedad, que, ll¨¢mense o no partidos, ser¨ªa ceguera absurda negarse a ver.

Pacto pol¨ªtico

M¨¢s adelante, tras referirse a la conveniencia del reconocimiento de los partidos, se?al¨® que es posible dar una m¨¢s amplia oportunidad a la libertad y a la dernocracia,y, tambi¨¦n la concordia, ?cuando las ansias de pacto pol¨ªtico son compartidas por quienes ostentan el poder y quienes militan en una oposici¨®n todav¨ªa no reconocida?.

Aludi¨® a los peligros del pluralismo, a pesar de los cuales hay que asumirlo, porque el pluralismo es necesario y ¨²til, entre otras virtudes.

Adolfo Su¨¢rez se pregunt¨® m¨¢s tarde que con qui¨¦n habr¨ªa de pactar el Gobierno y asegur¨® que existe un m¨ªnimo acuerdo t¨¢cito respecto al cambio sin riesgo, as¨ª como que las normas aprobadas por las Cortes ?no son un tr¨¢gala para nadie ni una pura arbitrariedad?.

Estim¨® a los partidos no como un fin en s¨ª, mismo, sino como un medio para que el pueblo disponga dle poder que le corresponde, de forma que la ilegalidad s¨®lo afecta a quienes juegan a la subversi¨®n.