Nombres para una crisis
La reciente crisis de Gobierno y el nombramiento de Adolfo Su¨¢rez como primer ministro han motivado algunas sorpresas en la opini¨®n p¨²blica. Hace, no obstante, m¨¢s de dos semanas que EL PAIS anunciaba por dos veces, en su primera p¨¢gina que una maniobra de alto bordo se estaba realizando para sustituir al presidente Arias. Los nombres de Gregorio L¨®pez Bravo, Adolfo Su¨¢rez y de personas, ¨ªntimamente ligadas al se?or Silva eran citados entre quienes podr¨ªan estar relizando movimientos pol¨ªticos en la carrera hacia el poder. L¨®pez Bravo, Silva y Su¨¢rez han sido los integrantes, precisamente, de la terna elevada a Su Majestad por el Consejo del Reino. Pero la historia tiene m¨¢s nombres y m¨¢s apellidos. No en una caza de fantasmas in¨²til, sino en un intento clarificador sobre las personas que detentan hoy en Espa?a el poder econ¨®mico y el pol¨ªtico, EL PAIS ha realizado este peque?o informe. La base de la investigaci¨®n podr¨ªa ser ¨¦sta: de los tres propuestos al Rey para jefe de Gobierno,dos son consejeros del mayor Banco del pa¨ªs. Por lo dem¨¢s, tres miembros de una misma familia -los Oriol-, ligada tambi¨¦n a la misma instituci¨®n bancaria, ocupan sendos sillones en el Consejo del Reino.Los peri¨®dicos tienen una misi¨®n c¨ªvica que cumplir. M¨¢xime en momentos tan dif¨ªciles como los que atraviesa nuestro pa¨ªs. Denunciar estas cosas, por encima de un deber profesional, es una responsabilidad moral.
Pablo Garnica es una figura digna de atenci¨®n. Vicepresidente y consejero -delegado del mayor Banco de Espa?a, BANESTO, podr¨ªa haber jugado un papel determinante en los acontecimientos de estas semanas. Hombre poco conocido fuera de los medios financieros, muy pocos espa?oles reconocer¨ªan su fotograf¨ªaPablo Garnica es el superior jer¨¢rquico -bancariamente hablando- de Gregorio L¨®pez, Bravo y de Federico Silva, ambos consejeros de su Banco. Ambos, por cierto, presentes en la terna elevada por el Consejo del Reino a Su Majestad el pasado s¨¢bado. Un 66 por 100 de las posibilidades ofrecidas al Monarca pasar¨ªan as¨ª por una misma organizaci¨®n bancaria privada.
Por otro lado, en el Consejo del Reino toman asiento Antonio Mar¨ªa de Oriol, I?igo de Oriol y Miguel Pimo de Rivera, yerno ¨¦ste del primero. I?igo de Oriol es hijo de Jos¨¦ Mar¨ªa de Oriol, hermano a su vez de Antonio. Jos¨¦ Mar¨ªa e I?igo de Oriol son cabezas que dirigen la primera sociedad energ¨¦tica del pa¨ªs, Hidroel¨¦ctrica Espa?ola. Las relaciones entre Hidroel¨¦ctrica Banesto son estrechas: Jos¨¦ Mar¨ªa de Oriol preside la primera y se sienta en el Consejo del segundo.
Gregorio L¨®pez Bravo es tambi¨¦n miembro del Opus Dei, lo mismo que el director general de Banesto, Jorge Brossa, que pertenece a la Obra en su obediencia m¨¢s estricta (votos de pobreza castidad y obediencia).
En combinaci¨®n con la crisis gubernamental quiz¨¢ deba estudiar se igualmente el episodio producido por el cese en la Secretar¨ªa de La Zarzuela, en enero pasado, del diplom¨¢tico Jos¨¦ Joaqu¨ªn Puig y su sustituci¨®n por otro diplom¨¢tico, muy ligado al se?or L¨®pez Bravo, Santiago Mart¨ªnez Caro.
Otros nombres que los c¨ªrculos pol¨ªticos se?alan como notablemente influyentes en el poder son el se?or Armada y el abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Blanc, vinculado simult¨¢ncamente a los se?ores Garnica y Mart¨ªnez Caro.
Una figura controvertida en la escena es el se?or Silva Mu?oz, presidente de un gran monopolio, la Campsa, por designaci¨®n gubernamental y miembro a un tiempo del Consejo de Banesto. Las tendencias democristianas m¨¢s caracterizadas del pa¨ªs, encabezadas por los se?ores Gil-Robles y Ruiz Gim¨¦nez, recusan la adscripci¨®n del grupo del se?or Silva, a la etiqueta democratacristiana, para situarlo en la m¨¢s caracterizada derecha integrista.
El se?or Silva, que acaba de decir no ala posibilidad de pertenecer al Gobierno Su¨¢rez, mantuvo tambi¨¦n posiciones muy distintas del se?or L¨®pez Bravo. Uno y otro permanecen, no obstante, sentados en el mismo consejo bancario, cuyo an¨¢lisis detallado es un elemento de primera categor¨ªa para cualquier historiador del momento espa?ol.
Torcuato Fern¨¢ndez-Miranda, personaje central en el desarrollo de la crisis, es un profesor separado de los centros de inter¨¦s econ¨®mico. Durante los a?os 69 al 73 fue ministro Secretario General del Movimiento y elabor¨® la doctrina pluriformista, pretendido recambio al pluralismo ideol¨®gico que ya apuntaba en la sociedad espa?ola. Las habilidades logom¨¢quicas del presidente de las Cortes, inventor tambi¨¦n de la trampa saducea, hacen preguntarse a la opini¨®n qu¨¦ quiso decir cuando declar¨®, al final de la ¨²ltima sesi¨®n del Consejo del Reino: ?Estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que me ha pedido.? El almirante Carrero le demostr¨® su confianza haci¨¦ndole vicepresidente del Gobierno. Ocup¨® interinamente la Presidencia tras el asesinato del almirante, en diciembre de 1973. El ¨²ltimo Gobierno de Franco presidido por Carlos Arias le apart¨® del poder otorg¨¢ndole la presidencia del Banco de Cr¨¦dito Local. Es designado presidente de las Cortes y del Consejo del Reino en diciembre ¨²ltimo y seis meses despu¨¦s cesa Carlos Arias. El sucesor de ¨¦ste Adolfo Su¨¢rez, parece persona no excesivamente discrepante de los criterios del profesor de Gij¨®n, cuya silla de secretario general del Movimiento ha ocupado un tiempo.
Una l¨ªnea a detectar
La l¨ªnea que va desde los equipos tecnocr¨¢ticos a los centros de poder econ¨®mico se aglutin¨® en el pasado en torno al almirante Carrero, con la benevolencia de Franco, m¨¢s indiferente ante las peque?as cosas a medida, que cumpl¨ªa a?os. La concatenaci¨®n de lo que podr¨ªa llamarse la superderecha se sigue bien a trav¨¦s de la conexi¨®n Carrero Blanco-tecn¨®cratas (L¨®pez Bravo, L¨®p¨¦z Rod¨®, Letona), Banca (Garnica, Luis Valls Taberner, L¨®pez Bravo, Fern¨¢ndez de la Mora, Federico Silva, Calvi?o de Sabucedo), Empresas el¨¦ctricas (Oriol, De la Mora), Asociaciones dentro del Movimiento (Oriol, Fern¨¢ndez de la Mora, Mart¨ªnez Esteruelas), Monopolios estatales (Silva Mu?oz, Carlos Pinilla, Valero Bermejo).
Tambi¨¦n la prensa
Todo este entrarnado de fuerzas, intereses, influencias y posiciones de dominio, forma un aparato de presi¨®n en el que el poder, de una forma u otra, viene apoy¨¢ndose o limit¨¢ndose desde mediados los a?os cincuenta. Sus posiciones se afirman en todos los sectores de influencia y la prensa, por supuesto, no pod¨ªa estar a espaldas de la cuesti¨®n.
La situaci¨®n de los diarios de Madrid a principios de a?o es reveladora. La capital del reino contaba con cuatro peri¨®dicos de circulaci¨®n respetable (aparte de tres m¨¢s de tirada irrelevante, uno ya fenecido). El matutin¨® de mayor circulaci¨®n en la capital (Ya) recib¨ªa la influencia determinante de Federico Silva; el otro gran rotativo (ABC), de antigua relaci¨®n empresarial con Banesto, estaba dirigido por un miembro profeso del Opus Dei, de talante muy conservador; el peri¨®dico con mayor circulaci¨®n por la tarde (Pueblo) era de dependencia estatal; en el otro vespertino (Informaciones), de propiedad bancaria, las posiciones, integristas de los representantes de Banesto, especialmente el se?or Sainz de Vicu?a, consejero-director general del Banco, ganan terreno por d¨ªas. La direcci¨®n del peri¨®dico, apoyada por la redacci¨®n, libra desde hace a?os una dura batalla por la independencia. No es de extra?ar as¨ª que algunos ministros del anterior Gabinete presionaran duramente en favor de un cierre o castigo temporal de una revista independiente como es Cambio 16. Pero el titular de Informaci¨®n, Adolfo Mart¨ªn Gamero, corri¨® el riesgo de defenderlo hasta el final, en nombre de una imagen exterior de la reforma espa?ola m¨ªnimamente presentable.
El carrerismo vuelve
La historia comienza, sin embargo, mucho m¨¢s atr¨¢s y cuando la lucha era fuerte dentro del r¨¦gimen entre el grupo-liberalizador (el ¨²nico que hab¨ªa sacado adelante dos importantes leyes renovadoras sobre la prensa y la libertad religiosa) y el grupo tecnocr¨¢tico. Del lado de, los tecn¨®cratas figuraba el hombre de confianza del Jefe del Estado, el almirante Carrero. Como un doctrinario franc¨¦s de principio de siglo (el inteligente Maurras), Carrero sosten¨ªa desde otros presupuestos intelectuales el mismo apotegma: ? La democracia es el mal, la democracia es la muerte?. Castiella era el hombre que se negaba ante el embajador, americano, Robert Hill, a renovar el acuerdo sobre bases en condiciones inadmisibles para el pa¨ªs. La actuaci¨®n del ministro espa?ol es hoy poco conocida, pero merecer¨¢ un cap¨ªtulo de la reciente historia. Cap¨ªtulo clave, dominado por la lucha de dos protagonistas, Castiella y Carrero, con la sombra del primer poder mundial al fondo. El primero, in¨²til es decirlo, fue eliminado.
El asunto Matesa determin¨® la salida del Gobierno del entonces ministro de Informaci¨®n se?or Fraga. Sus consecuencias navegan todav¨ªa como una sombra por los nombres de la pol¨ªtica espa?ola. Esta se orquestaba hace s¨®lo tres a?os en torno a una persona, el almirante Carrero. Su asesinato por terroristas en 1973 desarticul¨® inicialmente el carrerismo, como aparato de poder y como soluci¨®n de continuidad a los intereses creados en torno al franquismo. Pero los carreristas segu¨ªan existiendo. Adolfo Su¨¢rez, vicesecretario general del Movimiento con Fernando Herrero Tejedor (hombre del Opus Dei), era persona querida y de la confianza del almirante. L¨®pez Bravo y Silva pertenecieron durante a?os a su equipo pol¨ªtico -aunque m¨¢s tarde cayeran en desgracia- Silva no fue expulsado en la crisis de Matesa. Meses despu¨¦s dimitir¨ªa, alegando ante Franco motivos personales. Estos dos hombres que acompa?aron en la terna al actual jefe de Gobierno no son personas aisladas ni tampoco l¨ªderes pol¨ªticos. Forman parte de una m¨¢quina de poder, a veces inconsciente en sus acciones, pero siempre muy consciente en las posiciones que defienden. Una m¨¢quina que resulta ser el aut¨¦ntico b¨²nker inmovilista del pa¨ªs y que en una maravillosa filigrana, abarca desde hombres en la vecindad de Gir¨®n hasta fundadores de la Junta Democr¨¢tica. Una m¨¢quina, en fin, que encarna las tradicionales formas del ser espa?ol en su leyenda m¨¢s negra y atrabiliaria: el poder econ¨®mico y el pol¨ªtico aliados en una simbiosis perfecta con el integrismo eclesi¨¢stico.
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