M¨¢s cerca del teatro que del cine
Los actores acaban frecuentemente como directores o productores, y a veces no se trata de un simple capricho o del prurito de cambiar de tarea, sino el resultado de una vocaci¨®n largo tiempo contenida e incluso de unas aptitudes sobresalientes. Tambi¨¦n es verdad que no basta amar el oficio o sentir ganas de ponerse detr¨¢s de la c¨¢mara, y los ejemplos de Eric Von Stroheim, Charles Chaplin, Orson Welles o Vittorio de Sica son m¨¢s la excepci¨®n que la norma.Paul Newman, indiscutible superestrella cuya cotizaci¨®n permanece inamovible, hace a?os que prob¨® fortuna como realizador con un filme sensible y digno, Raquel, Raquel, interpretado -como ¨¦ste- por su esposa, Joanne Woodward. Tras un segundo t¨ªtulo que acept¨® por amistad y que es mejor olvidar, dirigi¨® en 1972 la obra que nos llega ahora en la programaci¨®n veraniega, felizmente en la versi¨®n original, continuadora del clima afectivo y cr¨ªtico que caracterizaba aquella primera pel¨ªcula. Aunque su presupuesto bastar¨ªa para poner en pie una docena de producciones espa?olas, se trata de un filme muy barato para Estados Unidos, financiado por el mismo Newman y su socio Hohn Foreman, lo que permite una independencia creativa impensable dentro de los grandes estudios comerciales, aunque muy lejana tambi¨¦n de las realizaciones independientes o alternativas al sistema.
El efecto de los rayos gamma en las margaritas (The effect of Gamma rays on the man en the moon marigols)
Producci¨®n Foreman-Newman. Gui¨®n de Alvin Sargent, basada en la obra teatral del mismo nombre, de Paul Zindel, ganadora delpremio Pulitzer. Realizaci¨®n: Paul Newman. Fotograf¨ªa: Adam Hollender. Int¨¦rpretes: Joanne Woodward, Nell Pots, Roberta Wallach. Estreno en v.o. en el cine California.
El efecto de los rayos gamma... ofrece una apariencia s¨®lida, sin sorpresas, m¨¢s cercana al teatro que al cine, pese a haber sido rodada en una peque?a ciudad del centro de los Estados Unidos, dentro de un clima est¨¦tico an¨¢logo al de las producciones de Kazan en los a?os cincuenta, y a las obras de un John Cassavettes, por ejemplo. Estos antecedentes no empa?an, sin embargo, la contribuci¨®n creadora de Newman como director, capaz de construir un clima dram¨¢tico absolutamente creible, aunque el texto de Zindel es excesivamente obvio y de una simbolog¨ªa evidente en demasiados momentos. Estamos ante una pel¨ªcula familiar, donde la primac¨ªa se otorga al trabajo de las actrices. Como en Raquel, Raquel asistimos al lento proceso de relaci¨®n de varias mujeres -una anciana, una madre madura y dos hijas adolescentes- con un ambiente hostil. El ambiente cerrado en que se mueven los personajes femeninos (aunque la obra diste mucho de ser feminista) se va convirtiendo en un verdadero infierno sin salida, salvo para la hija m¨¢s joven, capaz, como las margaritas del t¨ªtulo, de soportar sin quedar destrozada una dosis excesiva de amenazas a su personalidad.
Newman ha logrado un producto ejemplar, cuya mayor virtud es la sinceridad y una innegable emoci¨®n l¨ªrica para evocar el clima cotidiano de un pueblo peque?o as¨ª como las vicisitudes de unos personajes muy atractivos gracias a su labor como director y al talento de sus int¨¦rpretes.
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