Las vacaciones, un "test" de salud psicosom¨¢tica
Es sabido que el que no obtiene satisfacci¨®n en su trabajo tiene dificultades para divertirse y viceversa; de tal manera que para trabajar bien es necesario saber divertirse, y para gozar del ocio hay que disfrutar con el trabajo. Las vacaciones forman, por tanto, un par transaccional con el trabajo.Al igual que el descans¨® nocturno es necesario para desplegar la actividad diurna y viceversa, la relajaci¨®n muscular est¨¢ ligada con el deporte, la actividad con la pasividad, el sadismo con el. masoquismo, la vida con la muerte, etc. No creo que nadie tenga hoy la antigua idea de considerar las vacaciones como un lujo y no como una necesidad.
Las vacaciones anuales deben servir para reponer energ¨ªas f¨ªsicas y, ps¨ªquicas, para comenzar un nuevo a?o de trabajo con ilusi¨®n, fuerza y entusiasmo, pues es indudable que el hombre no puede ser feliz si no trabaja, o dicho de otra manera el hombre que no obtiene satisfacci¨®n en el trabajo (no alienante), o en sus vacaciones, es un enfermo.
En este sentido, las vacaciones pueden servir de test para detectar el grado de salud psicosom¨¢tica del individuo y de la sociedad a la que pertenece. Sirva de ejemplo el caso de ese tipo de individuo al que se ve solo en una playa cualquiera, que se cansa en seguida de leer, nadar o pasear. Se tumba en la arena, donde pasas horas y horas ensimismado con sus fantas¨ªas. No es capaz de hacerse amigos, ¨²nica posibilidad de intercambiar afecto con ellos, de rellenar su vac¨ªo interior, causante de su indolencia y apat¨ªa. Y como ¨¦l, innumerables hombres y mujeres llenan las playas del mundo occidental.
?No habr¨¢ sido este hecho la motivaci¨®n principal para que naciera en nuestro tiempo la nueva profesi¨®n de animadores de grupo por parte de algunas agencias de turismo? La importancia de estos profesionales es mucho m¨¢s trascendente de lo que a primera vista pudiese parecer. Si logran romper el aislamiento, habr¨¢n logrado el nacimiento de nuevos individuos aut¨¦nticamente j¨®venes, llenos de entusiasmo, ilusi¨®n y vida.
Para que esto ocurra es necesario que se establezca una verdadera, sincera y comprometida comunicaci¨®n. No es posible rellenar el vac¨ªo interior si se va por el mundo, con una m¨¢scara puesta que nos impida el intercambio afectivo con los otros, el establecimiento de unas relaciones interpersonales m¨¢s sanas.
Con gran frecuencia las madres se quejan en las consultas de que sus hijos rehusan hacer cualquier esfuerzo por peque?o que sea, por ejemplo coger el tel¨¦fono, lo que produce en ellas indignaci¨®n, increp¨¢ndoles de vagos y perezosos.
No es ¨¦ste el lugar de polemizar sobre las causas d¨¦ ello, pero estos insultos de las madres parecen injustos cuando muchos de estos ni?os han sido criados como los pollos de granja, en casas-jaulas, de pocos metros cuadrados. O si hab¨ªa suficientes metros, se imped¨ªa utilizarlos a los ni?os, como tributo a esa moda de turno que obliga a inmovilizar a sus hijos con tal de poseer una casa-museo para ense?ar a sus visitas.
Aunque no sea ¨¦sta la ¨²nica causa, lo cierto es que la educaci¨®n f¨ªsica de muchos de nuestros conciudadanos, deja mucho que desear. A pesar de que resulte reiterativa y poco original, es precisa la insistencia, una vez m¨¢s, en el hecho de que el ejercicio f¨ªsico es esencial para una buena salud. El aforismo mens sana in corpore sano sigue teniendo vigencia en 1976.
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