La exploraci¨®n directa del planeta
Los resultados de las misiones espaciales de la NASA, Pioner 10, P¨ªoner 11 o Mariner 10, que han a portado mucha y muy valiosa informaci¨®n, est¨¢n cambiando, a veces radicalmente, algunas de nuestras ideas sobre el sistema solar. El cintur¨®n de asteroides ha dejado de ser la barrera que se tem¨ªa, y que hubiera podido impedir durante mucho tiempo la exploraci¨®n de los planetas exteriores.Nuestro conocimiento del sistema solar y especialmente de cuatro planetas: Venus, Marte, Mercurio y J¨²piter, ha dado un inmenso salto en los ¨²ltimos a?os. La posibilidad de enviar desde la Tierra veh¨ªculos espaciales que se acerquen a otros cuerpos celestes y nos transmitan sus observaciones, ha abierto posibilidades pr¨¢cticamente ilimitadas en el estudio del sistema solar. Esto ha despertado en el mundo cient¨ªfico un renovado inter¨¦s por estos estudios, que en las d¨¦cadas anteriores hab¨ªan quedado un tanto postergados, ya que los astr¨®nomos se sent¨ªan m¨¢s inclinados al estudio de las estrellas y de las lejanas galaxias.
Primeros viajes
Hasta el d¨ªa 15 de julio de 1965, los conocimientos que se pose¨ªan sobre Marte eran el resultado de pacientes y laboriosas observaciones hechas con telescopios desde la superficie de la Tierra. En aquella fecha, a las dos horas cero minutos cincuenta y siete segundos de la madrugada, hora espa?ola, el veh¨ªculo espacial Mariner 4 pasaba a una distancia de 9.846 kil¨®metros de la superficie de este planeta, tras haber tomado poco antes 21 fotograf¨ªas de la misma. Era la primera vez que el hombre consegu¨ªa fotografiar de cerca a otro planeta.Antes de iniciarse esta etapa de la exploraci¨®n directa, el empleo de instrumentos cada vez m¨¢s perfeccionados, hab¨ªa permitido continuos progresos en el estudio de este planeta. Pero la observaci¨®n se ve¨ªa dificultada por dos obst¨¢culos insuperables: la gran distancia a que se encuentra Marte -nunca inferior a 55,8 millones de kil¨®metros-, y la existencia de la atm¨®sfera terrestre, que con su turbulencia, polvo en suspensi¨®n, vapor de agua, etc., degrada las im¨¢genes en los telescopios terrestres.
El planeta Marte tiene un volumen aproximadamente siete veces menor que el de la Tierra, y unas siete veces mayor que el de la Luna. La aceleraci¨®n de la gravedad en la superficie de Marte es tan s¨®lo el 38 por 100 de la correspondiente a la superficie de la Tierra. Ello significa que un astronauta, que con su traje espacial pesase 100 kilos en la Tierra, ver¨ªa reducido su peso a 38 kilogramos en Marte. El planeta tarda 687 d¨ªas terrestres en dar una vuelta completa alrededor del sol, y 24 horas y 37 minutos en dar un giro completo alrededor de su eje. Mientras la d¨ªstancia de la Tierra al Sol oscila entre los 152 y los 147 millones de kil¨®metros, la de Marte var¨ªa entre los 249 y los 207 millones de kil¨®metros. Esta es la raz¨®n por la que el calor y la luz recibidos del Sol son menores que los que recibe nuestro planeta: un 49 por 100 aproximadamente. La temperatura med¨ªa en la superficie de Marte, es tambi¨¦n inferior que en la superficie terrestre.
Dada la excentricidad de las ¨®rbitas terrestre y marciana en torno al Sol, existen unos momentos en los que la energ¨ªa necesaria para lanzar un veh¨ªculo espacial hacia ese planeta pasa por un m¨ªnimo. Esto sucede cada 25 meses, aproximadamente, dando lugar a las llamadas ventanas de lanzamiento. Efectuar un lanzamiento fuera de los d¨ªas que dura la ventana, significar¨ªa un despilfarro de energia y un pobre uso del cohete lanzador.
El vikingo
Tras el ¨¦xito de las misiones Mariner 4, Mariner 6, Mariner 7, Mariner 9..., el proyecto Vikingo se orienta b¨¢sicamente hacia la detecci¨®n de compuestos org¨¢nicos y de procesos qu¨ªmicos ligados a la existencia de vida. Han sido realizados dos lanzamientos, aprovechando la oposici¨®n de 1975. El Vikingo consta de dos cuerpos independientes o m¨®dulos que ir¨¢n unidos durante el viaje hacia el planeta, se pondr¨¢n en ¨®rbita en torno a ¨¦l y se separar¨¢n. El m¨®dulo orbital, de 2.400 kilogramos de peso, seguir¨¢ girando alrededor de Marte, mientras que el otro, el m¨®dulo descendente, de 1.040 kilogramos de peso, iniciar¨¢ el descenso en forma controlada, atravesar¨¢ la atm¨®sfera marciana y se posar¨¢ suavemente en un punto, prefijado de la superficie.El m¨®dulo descendente medir¨¢ la composici¨®n y estructura de las distintas capas de la atm¨®sfera de Marte durante su fase de descenso. Y una vez posado en la superfieie, tomar¨¢ im¨¢genes del terreno circundante, que transmitir¨¢ a la Tierra utilizando como repetidor el m¨®dulo orbital.
Tratar¨¢ de detectar la existencia de agua en el terreno, obtendr¨¢ datos metereol¨®gicos simples, como presi¨®n, temperatura, velocidad y direcci¨®n del viento, etc.; pero sobre todo investigar¨¢ la presencia de compuestos org¨¢nicos, e incluso de organismos vivos. Esto ha supuesto un serio problema de esterilizaci¨®n previa. El requisito de mantener biol¨®gicamente limpio el m¨®dulo descendente hasta que se pose en Marte, llev¨® consigo una serie de precauciones y medidas durante las fases de fabricaci¨®n, montaje, lanzamiento y viaje hasta el planeta, cuya complicaci¨®n es dif¨ªcil de imaginar. Eliminar de cualquier componente o del veh¨ªculo completo, la mayor parte de los microorganismos que contenga, por ejemplo el 99 por 100 del total, es tarea f¨¢cil. Eliminar el 99,9999 por 100 es tarea ya mucho m¨¢s dificil. Y eliminar todos, es sencillamente imposible. Para el Vikingo se ha tomado como dato de partida el que la probabilidad de contaminar Marte con g¨¦rmenes terrestres sea inferior a 3x10 (elevado)6, es decir, tres millon¨¦simas.
Viajes tripulados
El paso siguiente en la exploraci¨®n de Marte podr¨ªa ser el de los viajes tripulados. ?Llegar¨¢ el hombre a Marte? No se trata de una empresa f¨¢cil. No es necesario esperar a que se produzcan nuevos inventos, ni revolucionarios avances t¨¦cnicos. Si se dispusiese de los fondos necesarios, y ah¨ª radica el problema fundamental, se podr¨ªa empezar a organizar ya mismo una misi¨®n tripulada a Marte para llevarla a cabo dentro de la pr¨®xima d¨¦cada.Una de las principales dificultades de este proyecto ser¨ªa el de su larga duraci¨®n. Por ejemplo, partiendo la fecha favorable del 21 de diciembre de 1983, el viaje durar¨ªa 280 d¨ªas, la estancia en el planeta, 445 d¨ªas, y la duraci¨®n del viaje de regreso, 251 d¨ªas. Esto dar¨ªa un total de 976 d¨ªas, es decir, 2 a?os y 8 meses.
Esta duraci¨®n total de la misi¨®n resulta excesivamente grande. Pensando en los astronautas, ser¨ªa necesario construir una nave con recintos habitables de grandes dimensiones y dotados de bastante comodidades -muy superiores, por supuesto, a las que pose¨ªan las c¨¢psulas Apolo-, para poder conseguir que la tripulaci¨®n soportase un viaje de esta duraci¨®n, conserv¨¢ndose sus miembros en buen estado f¨ªsico y ps¨ªquico.
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