Rupturas y compromisos necesarios
En los procesos hist¨®ricos de crisis pol¨ªtica suelen producirse extraordinarias tensiones e incluso enfrentamientos entre bloques sociales distintos que llevan a rupturas o/y a compromisos. Seg¨²n una u otra din¨¢mica, la sociedad se reorganiza m¨¢s o menos profundamente.Para el estudioso de la historia de cualquier pa¨ªs est¨¢ claro que la ruptura es el grado mayor del cambio social. La ruptura es necesaria -al menos te¨®ricamente, y con intencionalidad pr¨¢ctica por supuesto- cuando hay que pasar de un modo de producci¨®n a otro (del feudalismo al capitalismo, por ejemplo, y luego al socialismo, seg¨²n los pa¨ªses) y cuando, adem¨¢s, es preciso ajustar las formas estatales a tales transformaciones infraestructurales (del Estado feudal al Estado liberal burgu¨¦s).
La ruptura tambi¨¦n es necesaria -y aqu¨ª un ejemplo de caso espec¨ªfico- cuando existe un pa¨ªs capitalista que, sin embargo, no tiene el Estado democr¨¢tico que caracteriza a las sociedades altamente industrializadas de Europa occidental. Aqu¨ª, las superestructuras, en evidente retraso, tienen que reajustarse a los ritmos del desarrollo econ¨®mico.
Pero incluso en los momentos hist¨®ricos en los que el gran cambio se impone, no siempre se produce una ruptura neta, ni much¨ªsimo menos absoluta, entre las fuerzas nuevas que siguen avanzando y las viejas que se obcecan en la pretensi¨®n de detener el tiempo. Dir¨¦ m¨¢s: hasta en las m¨¢s extraordinarias rupturas que ha presenciado la historia (en la transici¨®n del feudalismo al capitalismo, la revoluci¨®n francesa de 1789; y en la transici¨®n del capitalismo al socialismo, la revoluci¨®n rusa de 1917), se han establecido, en una o en otra fase, compromisos entre unas y otras fuerzas o categor¨ªas sociales.
Por lo general, en otras sociedades las rupturas han sido menores y los compromisos mayores. (Son numerosos los casos concretos a los que podr¨ªamos aludir sobre las burgues¨ªas revolucionarias respecto a las noblezas, as¨ª como sobre los proletarios con relaci¨®n a la burgues¨ªa. A corto o a largo plazo, fueron diversas las clases burguesas que se aristocratizaron, as¨ª como han sido varias las clases obreras, que, en una o en otra medida se han aburguesado.
El compromiso, expl¨ªcito o impl¨ªcito, forma parte esencial de la propia din¨¢mica del cambio. No existen transformaciones hist¨®ricas que se consoliden a largo plazo sin que se materialice uno u otro grado de compromiso. Ello es as¨ª porque los cambios se alcanzan estableciendo alianzas de clases; las situaciones hist¨®ricas en las que una sola clase ?pura? impone las transformaciones, son circunstancias que no se dan (salvo en alguna imaginaciones calenturientas).
La investigaci¨®n hist¨®rica nos demuestra que las sociedades estabilizadas y progresistas (incluso en aquellas de mayor impulso revolucionario) est¨¢n constituidas por numerosos -grandes y peque?os- compromisos, por los renovados compromisos que acompa?an las constantes -grandes y peque?as-rupturas, sin las cuales una sociedad se anquilosa y acaba muriendo de esclerosis.
La organizaci¨®n del consenso se obtiene precisamente gracias a la capacidad de los representantes de los bloques antag¨®nicos en ceder una parte de sus respectivos intereses. El compromiso significa ser fecundamente consciente de la propia realidad y de la de los otros. Compromiso significa transigencia. Compromiso tambi¨¦n quiere decir negociaci¨®n y pacto.
Los verdaderos pol¨ªticos -aquellos que anteponen siempre los intereses de la sociedad a los intereses particulares, suyos o de su grupo- saben perfectamente que las rupturas y los compromisos son necesarios. S¨®lo los pol¨ªticos ?totalitarios? quieren imponer sus criterios al ciento por ciento; as¨ª no se resuelven los problemas, y lo que es m¨¢s grave: a la larga los problemas se reproducen de manera catastr¨®fica.
En el tipo de ruptura o/y de compromiso que se produzca tiene much¨ªsimo que ver la connotaci¨®n de las fuerzas sociales que desarrollan la iniciativa de la transformaci¨®n hist¨®rica.
La transformaci¨®n ser¨¢ relativa si el movimiento coyuntural est¨¢ dirigido por la tendencia de los antiguos representantes pol¨ªticos de las estructuras dominantes, ?representantes? revestidos h¨¢bilmente con algunos de los aspectos m¨¢s vistosos de las corrientes sociales renovadoras. Este es un fen¨®meno que muy poca gente observa, y por ello hay que subrayarlo: que lo viejo puede integrar lo nuevo, o dicho de otro modo, y a¨²n m¨¢s: lo viejo no s¨®lo puede ?reformarse? con las apariencias de lo nuevo, sino que puede revigorizarse asimilando algunos elementos de las fuerzas aut¨¦nticamente innovadoras.
Pero s¨®lo si las fuerzas que sinceramente trabajan por el progreso mantienen la iniciativa y la intensifican con renovados planteamientos, en los que no se descarte la posibilidad de incluir los francos proyectos reformistas en el proceso transformador, podr¨¢ realizarse el cambio verdadero.
No obstante, aun cuando sean -y cada vez somos m¨¢s los que trabajamos para que lo sean- las fuerzas progresistas las que logren dirigir una honda reorganizaci¨®n estructural, es preciso tener en cuenta las supervivencias del pasado. El estudio de la historia en general y el de algunas sociedades en particular, como por ejemplo la espa?ola, nos demuestra hasta qu¨¦ punto, e incluso a veces a pesar de las etapas de aceleraci¨®n y de saltos hist¨®ricos hacia delante, las transformaciones son lentas; c¨®mo la lentitud puede caer en situaciones estancadas, y c¨®mo los estancamientos -si no se act¨²a con lucidez y con plena responsabilidad hist¨®rica- pueden llevar a marchas atr¨¢s desastrosas.
No hay que confundir nunca los deseos con la realidad. Es absolutamente necesario ser conscientes de las propias fuerzas y de las de aquellos que se sit¨²an en posiciones contrapuestas. Desear cambiarlo todo y en seguida puede ser una manera, inconscientemente suicida, de no querer cambiar nada. Pero no contribuir a la r¨¢pida realizaci¨®n de los cambios que se exigen, con mesura, de manera moderada incluso por las fuerzas m¨¢s revolucionarias, con plena racionalizaci¨®n pol¨ªtica; no contribuir a la r¨¢pida realizaci¨®n de los cambios que se exigen, insisto, con paciencia, desde hace mucho tiempo, puede provocar situaciones de desesperanza y tambi¨¦n de desesperaci¨®n, puede llevar a las fuerzas progresistas a lanzarse a acciones en las que forzosamente se cae en desequilibrios.
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