Sobre la muerte de Roberta Gonz¨¢lez
El diario Le Monde public¨® en su n¨²mero del pasado d¨ªa 14 la noticia de la aparici¨®n del cad¨¢ver de Roberta Gonz¨¢lez, desaparecida de su casa de campo en Arcueil, catorce d¨ªas antes. La muerte ha sido atribuida a insolaci¨®n.
Roberta Gonz¨¢lez ten¨ªa una incre¨ªble tenacidad; lleg¨® al extremo de haber conformado toda su vida al ¨²nico fin de hacer perpetuar y valorar, en su justa medida, la obra de su padre, el escultor Julio Gonz¨¢lez, uno de nuestros m¨¢s insignes exponentes del arte contempor¨¢neo.Tal fue su fe en esta tarea que no puso demasiado empe?o en la necesaria atenci¨®n que merec¨ªa tambi¨¦n su talento art¨ªstico y su sensibilidad creativa; curioso contrapunto a la fuerza expresiva, dram¨¢tica, que presid¨ªa la obra de su padre, en la que ella viv¨ªa inmersa. Pero pod¨ªa m¨¢s la fe de su obligada tarea por mantener constante, vigente, una imagen del gran Julio Gonz¨¢lez, colocado con indiscutible derecho entre los maestros del arte contempor¨¢neo.
Roberta ha muerto de una manera que hace pensar en el destino de algunas sencillas personas; su vida fue de absoluta soledad, rodeada de las obras, de los proyectos, de los bocetos, de las ilusiones entra?ables de su padre. Su mundo era impalpable, por eso, quiz¨¢, esa evasi¨®n de su memoria perdida le llev¨® al encuentro de la muerte, en la callada soledad de unos campos de trigo.
Hace a?os, Roberta hizo una espl¨¦ndida donaci¨®n al Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo de Madrid y al de Arte Moderno de Barcelona, de un conjunto de obras de su padre, Julio Gonz¨¢lez, de su t¨ªo Joan y de su propia obra. Tuve el honor de participar en dicha selecci¨®n con Florentino P¨¦rez-Embid, entonces Director General de Bellas Artes, en su casa-estudio de Arcueil, y debo tambi¨¦n en justicia aludir a la eficaz intervenci¨®n en esta entrega, de Eusebio Sempere, a quien Roberta apreciaba con gran afecto.
Roberta ha muerto y s¨®lo nos queda, adem¨¢s del profundo recuerdo a los que fuimos sus queridos amigos, su obra pl¨¢stica realizada con tanta deliciosa melancol¨ªa.
Babelia
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