Ejecutado en Francia un secuestrador y asesino
La pol¨¦mica en torno a la pena capital surgi¨® de nuevo, en este pa¨ªs, cuando ayer, al alba, en la prisi¨®n de las Beaumettes, de Marsella, la guillotina, precediendo ?la siniestra ceremonia protagonizada por representantes de la justicia, del Estado y de la iglesia?, separ¨® la cabeza y el cuerpo de Christian Ranucci, de 21 a?os, condenado a muerte en marzo ¨²ltimo, por haber secuestrado y asesinado hace dos a?os, a la ni?a de ocho a?os, Mar¨ªa Dolores Rambla, de origen espa?ol.El presidente de la Rep¨²blica, Giscard d'Estaing, no le concedi¨® la gracia, un recurso real, con or¨ªgenes en el poder absoluto de la ¨¦poca medieval, legalizado por Luis XVIII y que figura en la Constituci¨®n actual francesa en los t¨¦rminos siguientes: ?el Presidente de la Rep¨²blica tiene el derecho de gracia?.
Ranucci hab¨ªa secuestrado a la ni?a cuando ¨¦sta jugaba con unos compa?eros. La introdujo en su coche, cerca de Niza, pero al chocar con otro autom¨®vil perdi¨® el control, no se detuvo, y cuando crey¨® que lo hab¨ªan perdido de vista, en unos bosques cercanos, asesin¨® a Mar¨ªa Dolores. Inmediatamente fue descubierto y, condenado a muerte, sin recurso posible, s¨®lo le quedaba la posibilidad de la ?gracia? del presidente. En estos momentos, otro condenado, por haber asesinado a una se?ora de 80 a?os, espera tambi¨¦n la suerte que le reserve Giscard d'Estaing.
La juventud de Ranucci, su asesinato ?gratuito? y sus antecedentes familiares, desastrosos, fueron uno de los argumentos esgrimidos ayer, por los que consideran negativa la pena capital.
El abogado del guillotinado, despu¨¦s del ?acto?, se declar¨® horrorizado: ?jam¨¢s, en mi vida, he pasado momentos tan angustiosos?.
Si ning¨²n motivo justifica el castigo supremo, a los ojos de sus opositores, nada convence a sus partidarios. El presidente de la Rep¨²blica, sin embargo, cambi¨® sus ideas, sobre el particular, desde la ¨²ltima campa?a electoral, que lo llev¨® al Palacio del El¨ªseo. Entonces, Giscard repiti¨® su ?aversi¨®n profunda? por la pena de muerte. En cada ocasi¨®n, a?adi¨® que no deseaba usar esta cuesti¨®n como instrumento electoral. A trav¨¦s de declaraciones sucesivas, de dos a?os a esta parte, el pensamiento de Giscard ha evolucionado en el sentido que ahora parece definir la primera ocasi¨®n que se le ha presentado de hacer uso del derecho de gracia.
En el plano de la coherencia gubernamental, la decisi¨®n del presidente ha sido positiva, ya que sus principales colaboradores son partidarios de la pena de muerte: el primer ministro, Chirac, el ministro de Justicia, Lecanuet, y el ministro del Interior, Poniatowski, se manifestaron recientemente con unanimidad: ?es necesaria como fuerza de disuasi¨®n y en caso de secuestro, seguido de muerte, o cuando se trate de un crimen odioso?.
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