Los pa¨ªses no alineados del Tercer Mundo, a la conquista de los circuitos informales
Sesenta y dos pa¨ªses no alineados, reunidos recientemente en Nueva Delhi, India, decidieron crear una agencia de noticias del Tercer Mundo que tendr¨¢ su sede provisional en M¨¦xico. Objetivo: romper el monopolio de las agencias occidentales de informaci¨®n que deforman, seg¨²n dicen en su resoluci¨®n, la imagen del mundo subdesarrollado creando una impresi¨®n pesimista y negativa de su realidad concreta.Lo atractivo del proyecto queda demostrado por la rapidez con que otros gobiernos del Tercer Mundo hicieron saber su intenci¨®n de asociarse al proyecto que habr¨¢ de ser a¨²n ratificado por la Conferencia cumbre de jefes de Estado del Tercer Mundo no alineado que deben reunirse en Colombo, Sri Lanka, a partir del d¨ªa 16 de agosto. A los pocos d¨ªas de la Conferencia de Nueva Delhi, las adhesiones se elevaban ya a ochenta, de los 120 pa¨ªses que componen el Tercer Mundo.
Al margen de las posibilidades concretas de ¨¦xito, la idea de crear esa agencia informativa tercermundista no deja de tener gran importancia. De materializarse, unos 3.000 millones de seres quedar¨ªan fuera del circuito informativo occidental. Occidente, a su vez, s¨®lo tendr¨ªa de ellos la versi¨®n ¨²nica de la agencia del Tercer Mundo.
Que la cuesti¨®n de la informaci¨®n preocupa desde hace tiempo a los l¨ªderes del Tercer Mundo, es sabido. Que han visto siempre con recelo a las agencias occidentales, acusadas de vehicular la supervivencia de la colonizaci¨®n cultural, tambi¨¦n es sabido. Que todos pudieran llegar tan r¨¢pidamente a un consenso sobre la necesidad de la citada agencia del Tercer Mundo, el proyecto que m¨¢s coordinaciones requerir¨¢ en la historia de las comunicaciones de masas, he ah¨ª algo nuevo.
La idea oculta la intenci¨®n de muchos l¨ªderes y gobiernos de protegerse contra las cr¨ªticas y la divulgaci¨®n de las realidades internas de sus pa¨ªses, caracterizadas en muchos casos por el totalitarismo, los m¨¦todos policiales y dogm¨¢ticos, que curiosamente casi todos consideran indispensables en el largo camino para dejar atr¨¢s al subdesarrollo.
No menos cierto es tambi¨¦n el sentimiento generalizado de frustraci¨®n ante unos medios informativos que para ellos enfatizan lo negativo, sin tener en cuenta el contexto donde los hechos se producen. En cualquier caso es significativo que mientras en Nueva Delhi se propon¨ªa la creaci¨®n de esta agencia, en Sudam¨¦rica, la Conferencia Intergubernamental sobre Normas para la Comunicaci¨®n en Am¨¦rica Latina y el Caribe, (que patrocinada por la UNESCO se celebr¨® en San Jos¨¦ de Costa Rica, sin llegar a resultados tan concretos como la de Delhi) evaluaba de una manera similar el papel de los monopolios occidentales de la informaci¨®n.
Particularmente expl¨ªcito en esta materia ha sido el presidente de Venezuela, Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, que declar¨® en Caracas: ?mi Gobierno considera que no se puede seguir soslayando la discusi¨®n de una materia vital para los pa¨ªses en desarrollo y en este caso para Iberoam¨¦rica, incluido el Caribe y sus nuevas naciones. Nuestros pueblos viven sometidos a la incontrolada invasi¨®n de la noticia que inculca en nuestras masas valores ajenos contrarios a nuestra propia identidad nacional?.
Esta invasi¨®n incontrolada, que no se limita a la informaci¨®n escrita, sino que incluye tambi¨¦n la imagen, hab¨ªa sido presentida con temor por los pa¨ªses subdesarrollados desde las primeras aplicaciones de los sat¨¦lites a la transmisi¨®n de informaci¨®n y programas de televisi¨®n.
Los primeros en reaccionar fueron los que ten¨ªan medios para ello. Con la colocaci¨®n en ¨®rbita de sus Molnia, la URSS extend¨ªa r¨¢pidamente un manto protector sobre el mundo socialista que iba a alcanzar hasta el aliado lejano (Cuba), mucho m¨¢s amenazado por la inevitable televisi¨®n norteamericana dada su situaci¨®n geogr¨¢fica.
Ni Mosc¨², ni el campo socialista representaron en ning¨²n momento una alternativa informativa a las grandes agencias occidentales. No s¨®lo por la debilidad de su infraestructura t¨¦cnica de comunicaciones: si los consorcios occidentales ?vend¨ªan? una imagen pesimista del mundo tercero, las agencias socialistas, y la TASS como la m¨¢s extendida, ofrecen una visi¨®n siempre progubernamental, apoyada exclusivamente en datos, estad¨ªsticas y comunicados oficiales, una imagen triunfalista por designio ideol¨®gico y en consecuencia gris y con escasos m¨¢rgenes de credibilidad. .
Para los subdesarrollados, el problema no est¨¢ entre Oriente y Occidente, sino en la delicada partida econ¨®mica en que se encuentran con el mundo industrial. Las Conferencias de la CNUCED, de los no alineados, el grupo de los 77, la OPEP, el Di¨¢logo Norte-Sur, que convergen hacia unos mismos objetivos de mayor justicia internacional entre ricos y pobres, exige de ellos la capacidad de penetrar en un mercado informativo dirigido hacia pueblos de pa¨ªses industriales cada vez m¨¢s concentrados en s¨ª mismos.
Es indudable que una agencia de informaci¨®n del Tercer Mundo ofrece, para unas ¨¦lites en el poder acusadas con frecuencia de haber sustituido a las burgues¨ªas metropolitanas coloniales, grandes ventajas por el poder discrecional que les permitir¨¢ ejercer sobre la difusi¨®n de noticias.
La cuesti¨®n est¨¢, sin embargo, en saber si una agencia del Tercer Mundo es pol¨ªtica, econ¨®mica y t¨¦cnicamente viable, salvo que el ?pool? informativo se limite a un simple intercambio de datos, comunicados, y notas oficiales, dif¨ªcilmente aceptables en medios profesionales; y cr¨ªticos. Resulta por lo menos curioso saber c¨®mo podr¨¢n coexistir un r¨¦gimen totalitario y socializante como el de Guinea con otro totalitario y capitalista como el de Zaire; las dos Coreas y los Estados del Sudeste asi¨¢tico, Laos, Camboya, Filipinas, Cuba, Paraguay y Guyana.
A pesar de las dificultades pol¨ªticas, las t¨¦cnicas no son menores. Basta saber, para tener una idea de la envergadura de una empresa como ¨¦sta, que varios Estados socialistas, de los m¨¢s avanzados en materia de informaci¨®n, utilizan la infraestructura de comunicaciones de esos monopolios occidentales que quieren marginar.
Preservar los particularismos nacionales, proteger a la propia personalidad, incluso en ¨¦poca en que la cultura se universaliza, es una intenci¨®n loable. Se quiere defender el derecho de los pueblos a ser conocidos con justicia. No obstante, el autoritarismo, la militarizaci¨®n de la sociedad, la corrupci¨®n y el bonapartismo, que tanto imperan desgraciadamente en el mundo subdesarrollado, pueden ser a la larga los grandes beneficiarios de un proyecto que por ahora s¨®lo es una intenci¨®n.
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