?Espa?a es diferente?
Mi muy querido amigo, casi desde la infancia Fernando D¨ªaz-Plaja se declara autor, en ese peri¨®dico, de tan conocido como controvertido eslogan. El autor soy yo, se?or director, as¨ª como el introductor del vocablo llano eslogan (plural esl¨®ganes) cuya ortograf¨ªa ruego no me corrijan los tantas veces sor presivos o descuidados correctores de su imprenta.Mi reivindicaci¨®n de autor¨ªa no pretende polemizar con Fernando, al que tanto quiero como leo y admiro. Decir que Espa?a es diferente resulta tan obvio como decir llueve. Apurado veo indagar qui¨¦n invent¨® el verbo llover. Me alegra que Fernando y yo havamos subrayado la diferencia de Espa?a como definici¨®n de un pa¨ªs que, por mi parte, con todo optimismo (gusto por las cosas ¨®ptimas) sigo sosteniendo hoy d¨ªa. De b¨²nker, nada ?eh?
Lo que quiero es contar a sus lectores la curiosa historia del eslogan. Trabajaba yo entonces con don Gabriel Arias Salgado, a las ¨®rdenes directas (v¨¦ase que no invoco testigos difuntos) de Jos¨¦ Luis Villar Palas¨ª, vivo y bien vivo gracias a Dios. En aquella primera sede del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo, calle de Monte Esquinza esquina a G¨¦nova, m¨¢s corta la casa que el nombre y el cometido del nuevo Departamento, se plante¨® la necesidad de una frase que encabezara nuestra propaganda tur¨ªstica.
Por la raz¨®n circunstancial de que subsist¨ªa la hostilidad de fuera frente al r¨¦gimen espa?ol, as¨ª como por elementales razones de buen gusto y de ¨¢nimo comunicativo, o s¨¦ase, democr¨¢tico, coincidimos todos (los del equipo de Villar Palas¨ª, del que no formaba parte Fernando D¨ªaz-Plaja, aunque s¨ª Juan Velarde Fuentes y Enrique Fuentes Quintana, por ejemplo) en que habr¨ªa que inventar una expresi¨®n no triunfalista, no altisonante ni dogm¨¢tica, que a nadie pudiese humillar y cuyo contenido, no enga?ase con un atractivo mentiroso y defraudador.
Mi gabinete de estudios (es decir, mi mollera) principi¨® elaborando un silogismo de considerable significaci¨®n pol¨ªtica democr¨¢tica: ?Cada pa¨ªs es distinto de los otros pa¨ªses; tambi¨¦n Espa?a es un pa¨ªs?.
Demasiado largo. Un tanto pol¨¦mico. Excesivamente intelectual. Con escaso o nulo incentivo para turistas de todos los pa¨ªses. Casi parec¨ªa mejor insistir en los t¨®picos tierra del sol, mar de luz, et9rna primavera, cultura e historia, playas y blasones, etc.
A la siguiente sesi¨®n de trabajo, que entonces no eran almuerzos ni cenas, aport¨¦ una soluci¨®n m¨¢s imparcial y breve: ?Espa?a es otra cosa?.
Gust¨® mucho. Se aprob¨® en principio. Espa?a es otra cosa, venga a verlo. Espa?a es otra cosa, v¨¦alo y lo ver¨¢. (Simult¨¢neamente, reci¨¦n nombrado director de la revista Ateneo, inventaba su eslogan: pendo con hijos estupendos. ?Oh Espa?a: es otra cosa!, etc¨¦tera.
Mis traductores al ingl¨¦s eran don Antonio Alonso, canario de naci¨®n, y su mujer, Dora Lennard, irlandesa creo. Matrimonio estupendo con hijos estupendos. ?Oh Dios estos recuerdos m¨ªos! ?No fue Dora la profesora de ingl¨¦s del Caudillo, all¨¢ por Salamanca?
Chocaba en ingl¨¦s Spain is another thing. Choca en franc¨¦s L'Espagne, un autre chose. No digamos en otros idiomas.
As¨ª llegamos al huevo de Col¨®n: Spain is different. Tan expresivo, tan sencillo y elemental, tan f¨¢cil en cualquier idioma, tan definitivo que sigue y seguir¨¢ manej¨¢ndose por todo cristo, con todas las intenciones, en cualquier lenguaje.
?Puede usted felicitarme, se?or director de EL PAIS y colega periodista, por mi contribuci¨®n a uno de los mejores esl¨®ganes de la public¨ªstica universal?
Seguro que sus lectores gozar¨¢n de esta peque?ita contribuci¨®n anecd¨®tica y documentada a la historia espa?ola m¨¢s reciente.
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