Por un poder andaluz
Dec¨ªa Oscar Wilde que ?el ¨²nico deber que tenemos con la historia es el de escribirla de nuevo?, y, desde las orillas del pensamiento tradicionalista, se hab¨ªa llegado a afirmar que ?los pueblos se enlazan con la muerte el mismo d¨ªa en que se divorcian de su historia?. Pues bien, en estos d¨ªas de cambio hist¨®rico que atraviesa nuestro pa¨ªs, a contrapelo de los que detentan cualquier tipo de poder, he podido asistir al nacimiento de una nueva Andaluc¨ªa: una Andaluc¨ªa a la que no le basta volver a escribir su historia, sino hacerla ella misma, sin que nadie se la imponga; una nueva conciencia andaluza para la que divorciarse de la historia no s¨®lo no es la muerte, sino el nacimiento a una vida de libertad, de autogesti¨®n y de autonom¨ªa: tres valores radicales de todo ser humano de los que los hombres de la mitad sur del Estado espa?ol no han gozado nunca.Con sorpresa, con inter¨¦s urgente y, sobre todo, con ilusi¨®n y esperanza, he estado presente en la fundaci¨®n democr¨¢tica, casi un¨¢nimemente querida por la antigua ?Asociaci¨®n Socialista de Andaluc¨ªa?, del Partido Socialista de Andaluc¨ªa. Extra?ado, que no desentra?ado, de Andaluc¨ªa desde hace decenios y residente en la que los de la tierra llamamos la ?novena provincia? -la de los exiliados a regiones m¨¢s protegidas y pr¨®speras- mi sorpresa radica en el descubrimiento de una Andaluc¨ªa puesta en pie, erguida desde la base de sus trabajadores de todos los sectores y con la m¨¢s decidida decisi¨®n de empezar una historia nueva: la ¨²nica historia posible construida a partir de un socialismo regionalista, codo con codo con todos los que creen en la libertad del hombre y de la sociedad como fundamento de la verdadera democracia.
En Andaluc¨ªa, volver las espaldas a la historia es la ¨²nica metodolog¨ªa y la sola actitud vital posibles para comenzar a superar una frustraci¨®n de siglos. La historia del colonialismo andaluz, que tiene sus precedentes remotos en las emigraciones norte-sur; su ¨¦poca dorada, en los casi ocho siglos de presencia musulmana y su cr¨®nica negra de expoliaci¨®n, desde su incorporaci¨®n a la corona de Castilla, sigue arrojando cifras escalofriantes de subdesarrollo, desempleo y de miseria cultural, econ¨®mica y pol¨ªtica.
Los datos m¨¢s recientes de esta Andaluc¨ªa depauperada, de la que han surgido estos nuevos andaluces de su Partido Socialista regional, elaborados por el Instituto de Desarrollo Regional, de la Universidad de Sevilla, referidos a las provincias de Sevilla, C¨®rdoba, Huelva y C¨¢diz y a¨²n no publicados, no puede ser m¨¢s expresivo de lo que debe calificarse de crimen hist¨®rico. En la Andaluc¨ªa occidental -y los datos referentes a la parte oriental ser¨ªan tambi¨¦n sonrojantes- el total de un mill¨®n de empleados alcanz¨® un salario medio no superior a las doscientas veinticinco mil pesetas durante el a?o 1975. En la misma fecha, el trabajador del campo lleg¨® tan s¨®lo a casi la mitad: ciento veinte mil pesetas. En uno y otro caso, ?es posible sacar una familia adelante de un modo decoroso? ?Con estas cifras se puede hablar de futuro en una regi¨®n que, adem¨¢s, s¨®lo en el valle del Bajo Guadalquivir, tendr¨¢ que enviar a ciudades infradotadas o a la emigraci¨®n a un 35 por 100 de los hombres que trabajan un campo desasistido industrialmente?
Est¨¢ claro que la soluci¨®n a estos y otros muchos problemas no puede venir por el t¨ªmido camino de los parches reformistas. El futuro de Andaluc¨ªa est¨¢ en manos de hombres que quieran mirar s¨®lo adelante, poniendo en pr¨¢ctica f¨®rmulas originales de un socialismo regional, completamente aut¨®ctono y ajeno a todo tipo de sucursalismo, ya sea ejercido desde el Poder o desde la oposici¨®n. Por eso, cuando los hombres del Partido Socialista de Andaluc¨ªa, surgido ahora a la luz pero concebido y conquistado durante m¨¢s de un decenio de clandestinidad, persecuci¨®n y trabajo sin descanso, toman por mote y motor de sus aspiraciones regionales la frase de ?Por un poder andaluz?, no est¨¢n contra nadie y contra nada: quieren potenciar un gran movimiento de masas en pro de una Andaluc¨ªa aut¨®noma y libre en el concierto general de los pa¨ªses y regiones del Estado espa?ol.
Este socialismo a la andaluza, este regionalismo socialista, busca la construcci¨®n de un hombre nuevo, consciente de sus deberes y responsabilidades para con todos los andaluces y absolutamente convencido de que la implantaci¨®n de una sociedad socialista, que humanice las relaciones de trabajo, aumente la calidad de vida, trabaje por una producci¨®n cualitativa y no cuantitativa y devuelva al hombre concreto la conciencia entera de su dignidad personal, s¨®lo puede alcanzarse por la v¨ªa de una aut¨¦ntica democracia; democracia que no ser¨¢ tal si no se dan entre todos los hombres las mismas coordenadas de igualdad.
Los andaluces somos conscientes de que el colonialismo secular de la mitad meridional de Espa?a, que constituye nuestra regi¨®n, ha llegado hasta extremos absolutamente intolerables en los ¨²ltimos cuarenta. a?os de vida espa?ola. Sabemos que, a las horas triunfalistas del desarrollismo, el turismo de nuestra geograf¨ªa y nuestra cultura, la emigraci¨®n nacional o al extranjero de centenares de miles de andaluces y la inversi¨®n de recursos andaluces fuera de las ocho provincias, fueron parte fundamental del crecimiento econ¨®mico del Estado espa?ol. Hoy, a la hora justa de la quiebra del improvisado capitalismo desarrollista, los andaluces han sido las primeras v¨ªctimas y ha llegado el momento de decir basta con las palabras y con los hechos.
Cuando los hombres del Partido Socialista, de Andaluc¨ªa dicen ?Por un poder andaluz?, est¨¢n tratando de elaborar un universo ideol¨®gico que impregne a todos los andaluces de la conciencia de su responsabilidad en la tarea de levantar entre todos una Andaluc¨ªa libre y aut¨®noma y dotada de capacidad de autogesti¨®n a nivel regional. Sin paliativos, se trata de una declaraci¨®n de guerra al centralismo, que, como en otras muchas regiones, es en Andaluc¨ªa una de las causas fundamentales del subdesarrollo general.
La aventura es bella, larga y apasionante. Tiene adem¨¢s el atractivo de huir de cualquier tipo de estrellato y apelar a la responsabilidad de todos los andaluces. Como ha escrito Uru?ela: ?Es el pueblo andaluz quien ha de construir lo que haya de ser Andaluc¨ªa en adelante... La Andaluc¨ªa del futuro ha de ser construida en sus campos, en sus despachos profesionales, en su f¨¢bricas, en sus centros docentes y de investigaci¨®n, en sus empresas. En una palabra, es el pueblo andaluz quien ha de asumir la tarea de construir un regionalismo solidario.?
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