La subversi¨®n y los ni?os
Existe en los reg¨ªmenes autoritarios, una sutil adecuaci¨®n del lenguaje a los fines pol¨ªticos. Muchas veces se trata de sustituir un t¨¦rmino cargado de resonancias peyorativas, com¨²nmente ligado a ¨¦pocas que se quiere ignorar o destruir, por otro distinto. Es algo as¨ª como un conjuro m¨¢gico por el que se desea exorcizar a la realidad. Se cree que un conflicto colectivo es menos peligroso que una huelga, y que un reajuste de precios va a ser mejor tolerado que una simple subida. Entre los vocablos que han sido perfectamente adecuados a un fin est¨¢ el t¨¦rmino subversi¨®n. Para los poderes p¨²blicos, subvertir es s¨®lo tratar de derribar el orden estatuido. Ignoran, o tratan de ignorar, cu¨¢n a menudo son ellos los que subvierten sus fines y sus medios de gobierno. Porque si subvertir, seg¨²n el diccionario de la lengua, es trastornar, perturbar o destruir, hay que ir a la ra¨ªz latina, que como siempre, aparece incontaminada de interpretaciones pragm¨¢ticas. Se ver¨¢, entonces, que esencialmente es tergiversar. De donde resulta que la subversi¨®n -o la tergiversaci¨®n- est¨¢, a su vez, siendo tergiversada, lo que al fin y al cabo es s¨®lo otra m¨¢s de las cuadraturas del c¨ªrculo a las que nos tienen acostumbrados.Ahora, la subversi¨®n -la de ellos- ha llegado tambi¨¦n a la infancia. Un ni?o de diez a?os, en Zaragoza, compuso una letrilla -subversiva, claro est¨¢- sobre una m¨²sica de moda y se la cant¨®, por tel¨¦fono a las at¨®nitas fuerzas p¨²blicas zaragozanas. Para los que desconfiamos de la fuerza de las palabras, nos debe regocijar el que unos versos lanzados contra los representantes del orden, por medios tan sutiles y poco violentos como los hilos del tel¨¦fono, desencadenara la inmediata presencia en la casa del infantil juglar de varios coches-patrulla y de numerosos guardias provistos de medios de persuasi¨®n no verbal y contundentes. El ni?o fue detenido (?) e internado en un reformatorio, supongo que previo dictamen de un juez.
Poco tiempo despu¨¦s, agentes de polic¨ªa secuestraban un libro titulado Querido Se?or Rey, en el que se recog¨ªan una serie de cartas y dibujos de ni?os espa?oles de seis a once a?os, que expresaban sus opiniones respecto a la Monarqu¨ªa y al Rey. Ignoro el contenido de tales cartas. El autor del libro, Ignacio Carri¨®n, nos asegura -y nosotros le creemos- que dichas cartas ?no atentaban en absoluto contra la instituci¨®n mon¨¢rquica ni contra la persona que la encarna?. Quiz¨¢ el se?or Carri¨®n tiene un concepto demasiado cl¨¢sico de lo que es la subversi¨®n, sobre todo en los ni?os. Quiz¨¢ los rectores del orden han le¨ªdo a Cam¨²s y recuerdan que si Cal¨ªgula dijo: ?Los poetas me son adversos; se termina mi reinado?.
Opiniones
Finalmente, otros ni?os, con edad media de once a?os, se atrevieron a opinar nada menos que en asunto tan peligroso como es la prensa, y en una forma que parece demostrar que est¨¢n ya totalmente subvertidos. Dec¨ªa uno: ?El periodismo es una profesi¨®n muy arriesgada si se tiene que ir a lugares donde la situaci¨®n es cr¨ªtica.? Otro: ? Los periodistas, por decir la verdad y lo que ocurre, son agredidos e insultados. En cambio, otros nos trasfiguran las noticias y son alabados y gratificados por los que le conviene que salga eso y no la verdad.? Afortunadamente, esta opini¨®n qued¨® aprisionada en los silenciosos ¨¢mbitos de un ejercicio de sexto curso de Educaci¨®n General B¨¢sica, porque si se la hubiera soltado por las ondas et¨¦reas, habr¨ªa sin duda alterado el humor -el mal humor, m¨¢s bien- de los que rebaten a los periodistas con argumentos tan civilizados como el tubo de hierro o la porra medieval.
Aquel ni?o de Zaragoza, que todav¨ªa ha de ponerse de puntillas para asomarse a la vida, ha visto ya a sus hermanos detenidos por ir a una huelga y a su mundo alterado por unas desproporcionadas fuerzas de coerci¨®n. ?Ha sido, por tanto, autor o v¨ªctima de la subversi¨®n? Estos otros, que ven sus opiniones infantiles sobre los Reyes tergiversadas y, por lo tanto, subvertidas, ?qu¨¦ opini¨®n acabar¨¢n teniendo de tan ambiguas palabras? Los alumnos de un Instituto, en una lejana provincia insular, que no ha mucho vieron c¨®mo uno de sus profesores era conducido a prisi¨®n, esposado y entre dos guardias, por haber distribuido unas hojas subversivas, ?tendr¨¢n de la subversi¨®n una idea coincidente con la que sustentan algunos de sus mayores en edad, saber y gobierno?
Hay unas subversiones peores que otras, porque para combatir la del orden o las instituciones, se subvierte demasiado la ¨¦tica y la ley, y ¨¦stas son bienes perdurables, mientras que aquellos son perecederos.
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