CONSTRUIR PLANETAS SERA FACIL
La verdadera construcci¨®n de los planetas no presentar¨¢ grandes complicaciones. S¨®lo consistir¨¢ en reunir la suficiente materia en el punto de la ¨®rbita solar deseado. Se forzar¨¢ a grandes montones de materia a caer uno sobre otro, como si la Luna fuera detenida en su ¨®rbita y obligada a caer a la Tierra. Las leyes gravitatorias predicen que cuando esto ocurre, el objeto final creado por las colisiones tiende a ser esf¨¦rico, y siempre que persista una excentricidad, como una monta?a en suspensi¨®n inestable, sencillamente se derrumbar¨¢. Se cree que todos los planetas, en su origen, se formaron de esta manera.Los enormes centros de poblaci¨®n de una esfera de Dyson completada, consistir¨¢n en millones de mundos de diferentes tama?os. A un habitante de cualquiera de estos mundos el cielo diurno le parecer¨¢ muy semejan te al de hoy, y no ver¨¢ ninguna indicaci¨®n evidente de un cambio. El Sol estar¨¢ aproximadamente a la misma distancia de ¨¦l que de nosotros. Parecer¨¢ que tiene el mismo tama?o y radiar¨¢ el mismo calor. Las plantas y los ¨¢rboles ser¨¢n igualmente numerosos; la gravedad, si vive en uno de los mundos del tama?o de la Tierra, ser¨¢ la misma, y el d¨ªa y la noche se suceder¨¢n a intervalos de doce horas aproximadamente. Pero la noche ser¨¢ bastante diferente. Aun en las noches nubladas no habr¨¢ una obscuridad de boca de lobo. El cielo nocturno brillar¨¢ con el resplandor de la luz solar reflejada por innumerables objetos celestes. Este resplandor ser¨¢ tan intenso que s¨®lo ser¨¢n visibles las estrellas m¨¢s brillantes, y habr¨¢ que mudar los observatorios astron¨®micos a los confines exteriores del Sistema Solar.
?C¨®mo se gobernar¨¢ la Esfera y c¨®mo se comunicar¨¢ la gente de un lado del Sol con la del otro? Como siempre permanecer¨¢n en la misma posici¨®n relativa y como ninguna se?al de radio o de televisi¨®n puede viajar directamente a trav¨¦s del Sol ni de la corona solar que le rodea, esta dificultad podr¨ªa parecer insuperable. Por fortuna, el problema lo ha resuelto James Strong, un miembro de la British Interplanetary Society, que ha descubierto un medio de crear un sistema de redifusi¨®n alrededor del Sistema Solar, que permita a las se?ales viajar entre dos puntos sin importar los obst¨¢culos que haya entre ellas. Ha recurrido a la obra de Joseph Lagrange, el matem¨¢tico franc¨¦s del siglo XVIII que descubri¨® una ley planetaria que se ha llamado el sistema troyano. Lagrange calcul¨® que cualquier objeto que ocupe la misma ¨®rbita que la Tierra y forme un tri¨¢ngulo equil¨¢tero con la Tierra y el Sol, mantendr¨¢ un equilibrio estable. Si cada ¨¢ngulo del tri¨¢ngulo tiene exactamente sesenta grados, entonces el tercer objeto, sea un sat¨¦lite diminuto o un planeta de gran tama?o, permanecer¨¢ indefinidamente en la misma posici¨®n relativa.
Las personas que vivan en la Esfera de Dyson ser¨¢n, sin, embargo, la gente m¨¢s conservadora y menos aventurera de nuestra especie. Lejos de errar por la Galaxia, vivir¨¢n en la Tierra o en un mundo a corta distancia de ¨¦sta. Es probable que haya cientos de millones de mundos en la Galaxia apropiados para la ocupaci¨®n humana. Partir¨¢ un elevado n¨²mero de expediciones coloniales, y muchas de ¨¦stas, habiendo encontrado planetas adecuados, vivir¨¢n con la impresi¨®n de haber cortado todos los lazos con la creciente tecnolog¨ªa burocr¨¢tica de la Tierra y de sus reci¨¦n creados mundos hermanos. En algunos lejanos sistemas estelares se sentir¨¢n justificados durante miles de a?os en su ilusi¨®n de haber dejado tras ellos el curso de la historia. ?Pero qu¨¦ ocurrir¨¢ con los que hayan encontrado planetas confortables en las partes centrales de la V¨ªa L¨¢ctea? Se podr¨ªan comparar con un hombre qu¨¦ ha decidido marcharse de la ciudad y vivir en el campo, y se compra una casa de campo en lo que imagina ser un lugar aleja do, inaccesible, para encontrarse con que se va a construir a unos metros una autopista de seis carriles.
Porque es probable que las Esferas de Dyson se conviertan en una cosa tan com¨²n en la Galaxia como las autopistas en los pa¨ªses industriales modernos. ??Hay alguna raz¨®n f¨ªsica o de ingenier¨ªa -pregunta Dyson-, por la que una tecnolog¨ªa creciente deba quedar limitada al entorno de una sola estrella? La respuesta me parece claramente negativa.? De aqu¨ª a muchos miles de a?os, ni siquiera la colosal masa de J¨²piter conseguir¨¢ satisfacer las demandas humanas. Se dar¨¢n los pasos para iniciar la Fase 3 de Kardashev, en la que se explotar¨¢n los recursos de una Galaxia entera. Primero es probable que se construyan las esferas alrededor de las estrellas cercanas. Es muy probable que exista el material suficiente, en el sentido de que la mayor¨ªa de las estrellas tienen planetas. Se han descubierto dos planetas con masas comparables a la de J¨²piter en ¨®rbitas alrededor de la Estrella de Barnard, a seis a?os-luz del Sol; se sospecha que la estrella Cygni 61, a once a?os-luz de distancia, tiene un planeta con diecis¨¦is veces la masa de J¨²piter. Cuando nuestros descendientes lo crean necesario, desmantelar¨¢n estos planetas para formar Esferas de Dyson. ?Si suponemos una tecnolog¨ªa con una fuerte voluntad de expansi¨®n -escribe Dyson-, se desplazar¨¢ de estrella a estrella en espacios de tiempo de a lo sumo mil a?os. Se extender¨¢ de un extremo de la Galaxia al otro en 10 millones de a?os, lo cual sigue siendo un tiempo corto para las escalas astron¨®micas.?
Sin embargo, una dificultad podr¨ªa frenar este proceso. Una Galaxia como la nuestra contiene demasiada masa en forma de estrellas y poca en planetas, para prestarse a una explotaci¨®n realmente eficiente y r¨¢pida. S¨®lo habr¨¢ una soluci¨®n a este problema. Algunas estrellas se desmantelar¨¢n o se volar¨¢n, para poder extraer los elementos pesados de su interior, a fin de obtener materias primas. Podemos imaginar pedazos gigantescos de hierro y los compuestos de otros materiales pesados lanzados al espacio circundante por una explosi¨®n de supernova artificialmente provocada. Una empresa as¨ª no ser¨¢ en modo alguno fant¨¢stica para una civilizaci¨®n de Fase 3, que ser¨¢ muchos miles de millones de veces m¨¢s rica en potencia y recursos, y desplegar¨¢ miles de millones de veces m¨¢s energ¨ªa que una civilizaci¨®n de Fase 2 que haya construido una ¨²nica Esfera de Dyson. As¨ª como las personas de dentro de cuatrocientos. a?os se quejar¨¢n de que J¨²piter no tiene ning¨²n valor econ¨®mico en su ¨®rbita actual, sus descendientes de dentro de varios miles de a?os mirar¨¢n codiciosamente alguna de las estrellas, particularmente las moribundas, las gigantes rojas hinchadas que est¨¢n en sus ¨²ltimos millones de a?os de vida, y en cuya vecindad no puede existir ning¨²n planeta habitable.
Sabemos bastante acerca de la evoluci¨®n natural de las estrellas. Una estrella con la masa del Sol terminar¨¢ su vida infl¨¢ndose hasta convertirse en una gigante roja y comprimi¨¦ndose despu¨¦s en una enana blanca. Pero una estrella con dos veces el tama?o del Sol no llegar¨¢ d¨®cilmente al colapso en la forma de una enana blanca. Es probable, en cambio, que termine su vida en una explosi¨®n catastr¨®fica, despidiendo sus elementos pesados al espacio. Imaginemos que las personas de una civilizaci¨®n de Fase 3, con un conocimiento mucho m¨¢s complejo de la evoluci¨®n estelar que el nuestro, fijan su atenci¨®n en una estrella gigante roja particular cuyo di¨¢metro sea unas seiscientas veces mayor que el del Sol. A partir de su tama?o y, luminosidad actuales, calculan que su masa original, antes de que se convirtiera en una gigante roja, era tres o cuatro veces la del Sol. La naturaleza de su muerte final, portanto, pende de un hilo. 0 llegar¨¢ al colapso como enana blanca o estallar¨¢.
El problema a que se enfrentar¨ªa una civilizaci¨®n de Fase 3 es interferir con efectividad en una estrella moribunda el momento de la crisis y causar una explosi¨®n cuando, por s¨ª sola, la estrella se comprimir¨ªa. Por evidentes razones de seguridad, la estrella fijada deber¨¢ estar por lo menos a cinco a?os-luz de cualquier planeta habitado. La explosi¨®n se efectuaria mejor con canones l¨¢ser autom¨¢ticos controlados por computador y ubicados muy cerca de la estrella se?alada. El truco est¨¢ encausar grandes aumentos de temperatura en algunos puntos de las capas exteriores en el mismo momento en que est¨¢n bajo una presi¨®n m¨¢xima del n¨²cleo en explosi¨®n. Este m¨¦todo de calentamiento por- l¨¢ser obrar¨ªa seg¨²n el mismo principio que los f¨ªsicos est¨¢n utilizando ahora en sus intentos de crear energ¨ªa en el laboratorio por fusi¨®n termonuclear controlada. Una estrella, como el hidr¨®geno en esos laboratorios, tender¨¢ a volverse inestable si se expone a grandes cantidades de calor proveniente de una fuente externa.
+El astr¨®nomo brit¨¢nico Geoffrey Burbidge ha sugerido que este proceso de repentina interferencia externa que causa explosiones estelares se produce de modo natural en los centros de algunas Galaxias donde las estrellas est¨¢n api?adas muy densamente. En su teor¨ªa, la explosi¨®n accidental de una estrella eleva la temperatura superficial de su vecina, haciendo que explote a su vez. El resultado ser¨ªa una reacci¨®n en cadena que podr¨ªa explicar las explosiones o las destrucciones observadas de galaxias enteras. El que esto ocurra realmente es algo que a¨²n se ignora, pero Burb¨ªdge ha expuesto argumentos persuasivos de que puede ocurrir. Carl Sagan y losif Schovskii, en su fascinante libro Intelligent Life in the Universe, afirman que una civilizaci¨®n de Fase 3 ser¨ªa capaz de construir un ca?¨®n l¨¢ser que podr¨ªa provocar una supernova. Operar¨ªa en la frecuencia de rayos gamma a una longitud de onda de una unidad Angstrom. El ca?¨®n tendr¨ªa un di¨¢metro de apertura de unos nueve metros y un haz sumamente estrecho, probablemente una peque?a fracci¨®n de segundo de arco. Seg¨²n la teor¨ªa de Burbidge, el dujo de radiaci¨®n gamina -sobre la superficie de la estrella deber¨¢ generar unos 3.000 millones de ergios por segundo y por cent¨ªmetro cuadrado de superficie, cubriendo un ¨¢rea de s¨®lo 9,6 kil¨®metros de di¨¢metro. El ca?¨®n necesitar¨ªa una fuente de energ¨ªa mucho mayor que la totalidad de la energ¨ªa el¨¦ctyica consumida ahora en la Tierra en un a?o. Pero generar esa cantidad de energ¨ªa ser¨¢ un gasto peque?o para una-civilizaci¨®n de Fase 3. El ataque repentino del ca?¨®n l¨¢ser producir¨ªa una reacci¨®n nuclear en cadena que calentar¨ªa y debilitar¨ªa las capas exteriores en un momento cr¨ªtico. El n¨²cleo explosivo ser¨ªa liberado. El resultado ser¨ªa una explosi¨®n colosal que convulsionar¨ªa toda la estrella. Unos dos a?os despu¨¦s, cuando se hubieran extiniuido las formas m¨¢s peligrosas de radiaci¨®n de part¨ªculas en la estrella explotada, la civilizaci¨®n de Fase 3 podr¨ªa instalarse con sus generadores de campos magn¨¦ticos y recoger los elementos pesados para construir simult¨¢neamente varios centenares de Esferas de Dyson.
Es muy posible, por supuesto, que una civilizaci¨®n que desplegase energ¨ªa en esta escala encontrase modos m¨¢s eficientes de explotar sus recursos que construyendo Esferas de Dyson convencionales. Se podr¨ªan embalsar y controlar grupos enteros de estrellas. Algunos ordenamientos artificiales de este tipo existen ya, quiz¨¢, en el centro de nuestra Galaxia, donde muchas de las estrellas son mucho m¨¢s viejas que nuestro Sol y sus vecinas de la periferia gal¨¢ctica. Desgraciadamente todav¨ªa no poseemos medios de saberlo, pues el centro de nuestra Galaxia est¨¢ oscurecido por grandes nubes de polvo y de hidr¨®geno luminoso. Algunos de los miles de millones de galaxias muestran verdaderamente signos de una extraordinar¨ªa conmoci¨®n. La Galaxia Messier 87, en la constelaci¨®n de Virgo, ha emitido al espacio un fulgor tit¨¢nico, un chorro luminoso de casi 100.000 a?os-luz de largo. Se puede concebir (aunque una idea as¨ª no est¨¢ fundada en el m¨¢s ligero indicio) que este fulgor puede ser un chorro de un cohete colosal generado por una civilizaci¨®n que est¨¦ trabajando en Messier 87 en un proyecto cuya naturaleza escasamente podemos comprender. El chorro es, con toda probabilidad, el resultado de una explosi¨®n natural, pero esto no es lo mismo que decir que el origen natural de los fen¨®menos c¨®smicos es manifiesto. Si los bi¨®logos moleculares est¨¢n en lo cierto al creer que la vida evolucionar¨¢ siempre en condiciones favorables, entonces hay que decir que existen l¨ªmites escasos a lo que el hombre, o cualquier otra criatura inteligente, pueda realizar. No podemos reiterar lo suficiente la m¨¢xima del fisi¨®logo Constantino Generales de que, aunque la fuerza fis¨ªca del hombre es peque?a, sin embargo puede aprendera utilizar y controlar fuerzas trilbones de. veces mayores que las suyas. Si hay alguna ley fundamental que diga que no podemos, en el curso de millones de a?os, ocupar y explotar nuestra Galaxia entera de 100.000 millones de soles, entonces ahora esa ley nos es desconocida.
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