Espa?a peregrina: la escuela de Men¨¦ndez Pidal
Hace unas semanas apuntaba EL PA?S la deuda de nuestro patrimonio cultural con la inteligencia exiliada. Luego volvi¨® sobre ello J. L. Pinillos, y ahora querernos hacerlo en r¨¢pido escorzo nosotros mismos, refiri¨¦ndonos al tema de esa emigraci¨®n que nos es m¨¢s conocido profesionalmente: el del grupo de filolog¨ªa.
El Centro de Estudios Hist¨®ricos, en su Secci¨®n de Filolog¨ªa, estaba integrado por varias hornadas generacionales. Si nos atenemos a un m¨¦todo hist¨®rico riguroso, con c¨®mputo preciso de fechas, podremos delimitar al menos cuatro generaciones contempor¨¢neas entre s¨ª: la del 98, personificada en Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal; luego la del 14 -que es la de Ortega-, con nombres como Torri¨¢s Navarro Tom¨¢s, Am¨¦rico Castro, On¨ªs, y -en la Secci¨®n de Arqueolog¨ªa y Arte, pero con vinculaciones literarias- Jos¨¦ Moreno Villa; el 27 est¨¢ representado por Salinas, Amado, D¨¢maso Alonso y Jos¨¦ F. Montesinos (coet¨¢neo de ellos, Jorge Guill¨¦n); finalmente, los m¨¢s j¨®venes, la generaci¨®n del 36, tendr¨ªan un nombre en el de Rafael Lapesa.
La escuela de Men¨¦ndez Pidal -ha dicho quien tiene credenciales para ello, D¨¢maso Alonso- es la ¨²nica espa?ola de investigaci¨®n que, en cuanto tal escuela, es atendida y discutida por los especialistas de todo el mundo; caracterizaci¨®n exacta a la que ya se hab¨ªa adelantado Moreno Villa en las p¨¢ginas de su Vida en claro: ?Todos estos disc¨ªpulos de Pidal han hecho un camino brillante, todos son internacionalmente conocidos, incluso el malogrado Solalinde. Raz¨®n ten¨ªa Am¨¦rico en sus luchas por la severidad o seriedad cient¨ªfica del Centro. La labor de aquellos a?os quedar¨¢ como modelo en nuestra historia.?
Por citar s¨®lo algunos ejemplos del movimiento de expansi¨®n por el extranjero de estos hombr¨¦s, apuntemos que a instancias de Pidal-Castro, Salinas estuvo de lector en la Sorbona de 1914 a 1917, donde sucedi¨® a Guill¨¦n; On¨ªs fue de visitante a Columbia en 1916; por Argentina pasaron Castro, Millares, y perdurablemente Amado Alonso... Con las tormentas del 36, muchos de ellos hubieron de transterrarse para, si acaso, apenas volver: Navarro, Castro, Moreno Villa, Salinas, Guill¨¦n, J. F. Montesinos.
Salinas, que en Madrid hab¨ªa llevado el ?ndice Literario, se hizo luego, como ha subrayado Marichal, int¨¦rprete de los valores humanos de la literatura en castellano: huella en parte del desgarro civil, actuante por igual en don Am¨¦rico, cuya obra experimenta una decisiva inflexi¨®n en su trayectoria. De estudioso positivista muy riguroso (el ayer de Am¨¦rico, como se ha dicho), pasa al hoy de una interpretaci¨®n totalizadora de nuestra realidad hist¨®rica, en cuyo trasfondo te¨®rico se percibe el eco de la filosof¨ªa de Ortega y Gasset. Y as¨ª sucesivamente.
Pero queremos destacar aqu¨ª -aunque no sea ¨¦ste lugar de pruebas y argumentos especializados- un aspecto de la escuela de don Ram¨®n y aun de la cultura espa?ola de su tiempo que creemos inexplorado (de momento) por la cr¨ªtica: se trata de la com¨²n instalaci¨®n en la po¨¦tica de las formas, o sea, de la vanguardia.
Como es bien sabido, fue un hombre del 14, Jos¨¦ Ortega, quien se constituy¨® en m¨¢ximo te¨®rico de la obra del 27, con La deshumanizaci¨®n del arte. Y a instancias de Ortega, Moreno Villa tradujo el excepcional libro de W?lfflin (Conceptos fundamentales en la historia del Arte). Por su parte, Jos¨¦ F. Montesinos se adelant¨® -como ¨¦l mismo ha dicho, con ?este orgullo de haber vivido?- a Lorca y Alberti en el descubrimiento y valoraci¨®n de la poesia espa?ola de tipo tradicicnal. Pues bien, aunque acusasen asimismo otros impulsos (Azor¨ªn hab¨ªa iniciado tambi¨¦n la estimaci¨®n por Lope), quiz¨¢ a aquella revalorizaci¨®n no fuese ajeno lo que de pura forma o constructo idiom¨¢tico tiene -por debajo de su aparente sencillez; testigo, Eugenio Asensio- el cancionero tradicional.
A. Alonso a la vez, fue el cr¨ªtico adelantado del C¨¢ntico, de Guill¨¦n. De don Jorge, su obra te¨®rica Lenguaje y, poes¨ªa est¨¢ escrita desde la perspectiva de la po¨¦tica vanguardista. Y a¨²n m¨¢s: ling¨¹istas como Jakobson o Amado Alonso, poes¨ªa de Jorge Guill¨¦n (recu¨¦rdese su Plaza Mayor, s¨®lo entendible -me parece- a la luz de los Conceptos fundamentales, de W?lff¨ªn), unos y otra dependen en definitiva de la filosof¨ªa fenomenol¨®gica de la ¨¦poca. Sin relegar las conexiones, Ortega y Gasset-Guill¨¦n.
Tenemos entendido que est¨¢ en marcha la obra sobre los transterrados, que a¨²n nos falta. Entre tanto, perm¨ªtaseme haber subrayado, con el oportuno editorialista de este peri¨®dico, la deuda con el exilio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Damaso Alonso
- Rafael Lapesa
- Opini¨®n
- Jos¨¦ Moreno Villa
- Ortograf¨ªa
- Americo Castro
- Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal
- Tomas Navarro Tom¨¢s
- Ling¨¹¨ªstica
- Lengua
- Centros investigaci¨®n
- Investigaci¨®n cient¨ªfica
- Ciencia
- Poetas
- Artistas
- Generaci¨®n del 27
- Poes¨ªa
- Literatura espa?ola
- Movimientos literarios
- Literatura
- Movimientos culturales
- Cultura