Los Cassandra de la devaluaci¨®n
Hace pocas semanas el mercado de cambios de Madrid se vio envuelto en una oleada de oferta de pesetas que oblig¨® al Banco de Espa?a a intervenir, vendiendo d¨®lares. La raz¨®n de este ataque especulativo contra nuestra moneda carec¨ªa de toda base particularmente s¨®lida. De todos era, y es, sabido que la econom¨ªa no acaba de despegar, que los efectos de la devaluaci¨®n se est¨¢n haciendo esperar, y que la peseta est¨¢ a descuento en el mercado a plazo. Pero no, ning¨²n dato de ¨²ltima hora ensombrec¨ªa aquellos d¨ªas el no muy rosado panorama de nuestros desequilibrios exteriores. En nuestra opini¨®n, la fiebre por deshacerse de pesetas proven¨ªa fundamentalmente de la ligereza con que -?as¨®mbrense ustedes!- hab¨ªan hablado de una pr¨®xima ?devaluaci¨®n? -la equivocaci¨®n en el empleo del t¨¦rmino no es nuestra, sino del departamento de un organismo estatal -la Direcci¨®n de Estudios del Instituto Nacional de Industria, concretamente-, y del ?Bolet¨ªn de Comercio Exterior, SERVEX?, de un gran Banco nacional-, el Banco de Bilbao. Hace pocos d¨ªas, el Banco de Bilbao volv¨ªa a insistir en el rumor, con lo cual no es de extra?ar que el Financial Times del pasado s¨¢bado d¨ªa 7 o el International Herald Tribune del d¨ªa 9 se hicieran eco de ?presiones? sobre la peseta.El lector se preguntar¨¢ en qu¨¦ se basaban esas dos instituciones para dar tan delicada noticia. El informe del INI hablaba un poco de todo, pero en concreto aventuraba que el primer semestre de 1976 se cerrar¨ªa con un d¨¦ficit comercial superior en un 10 por 100 al del mismo per¨ªodo del a?o anterior -su pron¨®stico no ha sido muy acertado, pues el d¨¦ficit ha sido, aproximadamente, un 7 por 100 inferior-, y cifraba en 30.000 rnillones de pesetas la evasi¨®n de capitales desde comienzos del a?o -iy c¨®mo no va a existir con semejantes noticias!-. Los argumentos del Banco de Bilbao -recordemos su patinazo de d¨ªas antes de la devaluaci¨®n de febrero- reincid¨ªan en la nota pesimista del comercio exterior, se?alaba los peligros de la inflaci¨®n, y, parec¨ªa pedir medidas estabilizadoras. En resumen, un poco a la ligera, se dec¨ªa lo que de todos era sabido.
Porque nadie ignora, por ejemplo, que las cifras en d¨®lares de nuestras importaciones de mercanc¨ªas durante los seis primeros meses del a?o reflejar un descenso del 2 por 100 respecto a las del a?o anterior -que, desde luego, se trocar¨¢ en aumentos en cuanto la econom¨ªa se reactive-, mientras que las exportaciones indicaban un crecimiento del 3,3 por 100 -decepcionante si se tiene en cuenta la devaluaci¨®n del 10, en febrero-, aun cuando no debe olvidarse que el comercio mundial est¨¢ siendo menos expansivo que lo esperado, dado que los grandes pa¨ªses est¨¢n concediendo prioridad a la lucha contra la inflaci¨®n. Donde las cosas van peor es en la balanza de servicios. A juzgar por informaciones fragmentarias, se ha producido un descenso en las entradas por turismo en el primer semestre, acompa?ado por el l¨®gico incremento en los pagos por rentas de inversiones. La de transferencias, a¨²n siendo menos desfavorable, no es tampoco demasiado esperanzadora.
Con todo, la situaci¨®n no llega a resultar desesperada. En julio el comercio exterior puede haber mejorado, nuestras reservas de divisas est¨¢n todav¨ªa alrededor de los 5.000 millones de d¨®lares y acabamos de recibir un pr¨¦stamo de 1.000 millones m¨¢s; si algo se echa en falta es una pol¨ªtica econ¨®mica coherente por parte del Gabinete Su¨¢rez, pero no se deben perder las esperanzas. Y, por otro lado, ?iba la ?devaluaci¨®n? a mejorar algo? ?Detendr¨ªa la inflaci¨®n o atraer¨ªa m¨¢s turistas?
Cierto que el futuro se anuncia dif¨ªcil, pero ser¨ªa conveniente que las dificultades se valorasen en su justo t¨¦rmino y que instituciones tan importantes como las dos que nos ocupan tuvieran conciencia clara de la responsabilidad social impl¨ªcita en la informaci¨®n que transmiten. En temas vitales para el pa¨ªs, como en este de la ?devaluaci¨®n?, no vale aquello de que ?las opiniones expresadas en este documento no reflejan necesariamente...?
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