La visita de Thorn o la b¨²squeda de la Espa?a "perdida"
La Comunidad Econ¨®mica Europea parece estar reaccionando con rapidez ante lo que en los medios pol¨ªticos de Bruselas se empieza a considerar ya un ?principio de distanciamiento espa?ol?. El 16 de julio se?alamos desde estas columnas la preocupaci¨®n que el cambio de Gabinete en Espa?a hab¨ªa provocado en la CEE. La dimisi¨®n del se?or Areilza, infatigable negociador en la Comunidad -a quien muchos en Bruselas consideraron, un poco apresuradamente, el su,cesor inevitable del se?or Arias-, fue interpretada all¨ª no como un factor significativo del proceso interno espa?ol, sino m¨¢s bien como un efecto de ciertos movimientos profundos que se est¨¢n advirtiendo en el cuadro estrat¨¦gico de la CEE en el Mediterr¨¢neo respecto a los Estados Unidos y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Un dirigente de la CEE nos manifest¨® entonces que el cambio de Gobierno no favorecer¨ªa ?a la pol¨ªtica espa?ola seguida por la Comunidad, a causa, sobre todo -indic¨®-, de la salida del se?or Areilza o de lo que esa salida su giere. No quiero decir -puntualiz¨®- que los continuadores del se?or Arias vayan a ser desde el punto de vista exclusivamente es pa?ol, menos o m¨¢s aperturistas que los anteriores. Creo que en el fondo no se trata de una cuesti¨®n de m¨¢s o menos aperturismo nacional. Hasta antes de la crisis, la llamada liberalizaci¨®n espa?ola se encaminaba, fundamentalmente, hacia Europa. La CEE era la meta. En cambio, puede preverse que a partir de hoy lo ser¨¢n, aparentemente, los Estados Unidos?. No cabe duda de que durante las ¨²ltimas semanas esa primera impresi¨®n se ha ido afirmando m¨¢s y m¨¢s en el ¨¢nimo de los tecn¨®cratas europeos. En primer lugar, el se?or Oreja no ha mostrado hasta hoy demasiado inter¨¦s por saber lo que se piensa en Bruselas. Esta circunstancia, despu¨¦s del tratamiento de ?shock? comunitario aplicado a la pol¨ªtica internacional hispana por el se?or Areilza, no pod¨ªa dejar de llamar la atenci¨®n. Por si fuera poco, en la Comisi¨®n Europea se tuvo conocimiento de otros dos hechos: por un lado, el viaje del se?or Su¨¢rez, en julio, a Par¨ªs habr¨ªa tenido un prop¨®sito exclusivamente bilateral, como se suele decir en Bruselas, en el que el problema de la fruta valenciana y el de la amistad pol¨ªtica del se?or Giscard d'Estaing hacia el Rey habr¨ªan jugado un rol mucho m¨¢s significativo que -el ingreso o no ingreso de Espa?a en el ?club de los nueve?; por el otro, tanto el pr¨®ximo presidente de la Comisi¨®n, Roy Jenkins, como el se?or Gaston Thorn, ?premier? de Luxemburgo y figuraclave de la CEE, recibieron informaci¨®n cumplida de la ?creciente influencia? norteamericana en Madrid. Tal influencia se habr¨ªa puesto de relieve, seg¨²n Bruselas, en el campo econ¨®mico y tambi¨¦n en el pol¨ªtico, sobre todo en lo relativo a la situaci¨®n del Partido Comunista en Espa?a, cuya legal¨ªzaci¨®n Bruselas propiciaba. Unas declaraciones del se?or Kissinger, en el sentido de que ?Espa?a y los Estados Unidos comparten hoy la misma concepci¨®n estrat¨¦gica?, habr¨ªan sido interpretadas tambi¨¦n en la CEE como prueba de esa influencia. Durante una de las ¨²ltimas reuniones de la Comisi¨®n, en la que se analiz¨® otra vez el caso espa?ol, uno de los vicepresidentes del organismo habr¨ªa exclamado: ?En febrero, casi perdemos Grecia. Ahora, la pol¨ªtica europea en el Mediterr¨¢neo ha perdido Espa?a.? Finalmente, para remachar, Madrid acaba de sacar de Par¨ªs al se?or Lojendio, otro europeista.
No obstante, la Comunidad no se ha resignado, aparentemente, a semejante p¨¦rdida. El se?or Thorn, quien a pesar de sus innumerables coloquios con Areilza -y hasta de su simpat¨ªa por el ex ministro- se hab¨ªa mostrado siempre reticente respecto a la democratizaci¨®n de Madrid y de sus perspectivas de incorporaci¨®n al Mercado Com¨²n, ha iniciado ahora, de pronto, la sesi¨®n de las alabanzas. Espa?a ya casi es democr¨¢tica y todo discurre en la buena l¨ªnea. Al cabo de tanto pesimismo expresado cuando el se?or Thorn ya sab¨ªa, que las bases de la democratizaci¨®n estaban echadas, el optimismo actual, dado a conocer en un instante en que a esas bases apenas se ha agregado una amnist¨ªa que algunos dirigentes de la CEE calificaron de ?parcial?, resulta un tanto chocante.
Sin embargo, no hay de qu¨¦ asombrarse. El se?or Soames (brit¨¢nico), vicepresidente (saliente) de la Comisi¨®n, dijo a principios de este a?o: ?La transformaci¨®n pol¨ªtica espa?ola es inevitable, y ser¨ªa hora de que la Comunidad fuese de vez en cuando a Madrid, como hacen los norteamericanos.?
Seguramente el se?or Thorn recuerda ahora lo dicho por Soames. Su charla con el Rey y sus alabanzas no contradicen, en realidad, otras actitudes anteriores. El mismo Thorn afirm¨® en abril, ante algunos periodistas, que ?en pol¨ªtica nunca hay contradicciones. S¨®lo hay -precis¨®- pol¨ªtica.? Se explica as¨ª que la CEE venga a Madrid y luche por no perder a Espa?a ni su pol¨ªtica en el Mediterr¨¢neo. ?No se debe olvidar -dijo el mismo Thorn- que Espa?a est¨¢ en Europa, no en los Estados Unidos.?
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