Un gran fot¨®grafo internacional: Ortiz de Echag¨¹e

La fotograf¨ªa en nuestro pa¨ªs sigue siendo la cenicienta de las artes visuales, y las pol¨¦micas sobre su calidad est¨¦tica -continuamente renovadas y renovables- esconden una larga tradici¨®n de olvido y menosprecio, hacia uno de los medios comunicativos m¨¢s ricos y atractivos que existen. Su difusi¨®n cada vez m¨¢s mayoritaria -hecho f¨¢cilmente detectable con s¨®lo abrir los ojos- no ha sido suficiente para borrar el desprecio y la ignorancia de muchos cultos que s¨®lo valoran las creaciones de siempre y se resisten a admitir que1as circunstancias cambian, y con ellas, se abren nuevas posibilidades est¨¦ticas e instrumentales.Fotograf¨ªas se han hecho en Espa?a casi desde que Niepce y Daguerre las hicieron posibles, lo que no es obst¨¢culo para que no exista todav¨ªa una Historia de los autores y de las obras fotogr¨¢ficas producidas en nuestro pa¨ªs, un cat¨¢logo preciso y cient¨ªfico de las contribuciones de nuestros fot¨®grafos a esta espl¨¦ndida forma de expresi¨®n.

Su auge entre nosotros ha sido constante -lo mismo que su empleo profesional- pero ha faltado, decididamente, un ambiente general de apoyo y entusiasmo hacia los que practicaron, muchas veces de forma heroica y a contrapelo del ambiente, una afici¨®n m¨¢s dif¨ªcil y exigente de lo que muchos creen.

Los intelectuales oficiales deben saber qui¨¦n es Vel¨¢zquez y Cervantes -pongo por caso- pero pueden permitirse ignorar los hechos y figuras m¨¢s sobresalientes de la m¨²sica, el cine o la fotografia. En un sentido totalizador de las formas de comunicaci¨®n no debe despreciarse ning¨²n sector y no es suficiente -aunque sea imprescindible y muy estimable- el esfuerzo de las revistas, concursos y asociaciones fotogr¨¢ficas; es preciso crear una contribuci¨®n general y una difusi¨®n amplia de la naturaleza y aplicaci¨®n de la fotografia en todos los niveles educativos. El fot¨®grafo ambulante o el de bodas son representantes laborales muy nobles de las im¨¢genes fijas, pero no los ¨²nicos. La cultura visual de nuestro tiempo se inclina cada vez m¨¢s hacia la creaci¨®n fotogr¨¢fica, y muchos j¨®venes intentan construir su mundo detr¨¢s de la c¨¢mara y en la soledad del cuarto oscuro.

El 27 de agosto cumple noventa a?os un maestro internacional de la fotograf¨ªa en Espa?a (que en desee conocer m¨¢s datos sobre la vida y la obra de Ortiz de Echag¨¹e puede consultar con el n¨²mero 296 de la revista Arte Fotogr¨¢fico), quiz¨¢s la figura m¨¢s conocida y admirada en el mundo entre nuestros fot¨®grafos y esta fecha es un pretexto tan bueno como cualquier otro para hablar de Jos¨¦ Ortiz de Echag¨¹e y de su magn¨ªfica obra. Muchos espa?oles desconocen la increible trayectoria creadora de este hombre, pese a la abundancia de grandes libros -Espa?a: tipos y trajes, Espa?a m¨ªstica, Espa?a: tipos y alc¨¢ceres- por su precio y dimensiones poco difundidos entre p¨²blicos econ¨®micamente d¨¦biles. Ortiz de Echag¨¹e ha sido, es, uno de los mejores representantes de la escuela fotogr¨¢fica conocida como ?pictorialismo? -es decir, competidora de las im¨¢genes pict¨®ricas que empleaba procedimientos especiales de copia en papel: goma bicromatada, brom¨®leo, carb¨®n directo... En estos tiempos de reportaje vivo, im¨¢genes directas sin retoques ni manipulaciones, las viejas estampas de aquellos precursores parecen escapadas de un tiempo irrecuperable, pero si el pictorialismo fue un movimiento sin salida -que de vez en cuando rebrota aqu¨ª y all¨¢- algunos de los cultivadores, entre los que Ortiz de Echag¨¹e ocupa un puesto de primera fila, supieron trascender sus l¨ªmites para dejar una marca personal, una manera de ver la realidad y fijarla. Los aldeanos, los castillos, monjes y paisajes de sus libros alcanzan la incre¨ªble calidad de las copias positivas realizadas manualmente, pero constituyen un testimonio incre¨ªble de una parte de nuestro pasado ya desaparecido, con las connotaciones ideol¨®gicas que se quieran, con la voluntad de recuperar contra el olvido una porci¨®n imprescindible de un mundo que ya no existe.