An¨¢lisis del trienio liberal
En su importante obra ?Las Sociedades Patri¨®ticas, 1820-1823?, publicada en 1975 por la misma editorial, el profesor Gil Novales anunciaba ya esta que acaba de salir; una recopilaci¨®n de cartas, escritos y discursos del general que fuera figura principal¨ªsima en aquel per¨ªodo, todo ello acompa?ado de un pr¨®logo, una nota biogr¨¢fica y un ¨ªndice de nombres.Es trabajo previo para la muy deseable biograf¨ªa de Rafael del Riego, pues ya va siendo hora -es decir, ya fue hora hace tiempo- de que se disponga de una biograf¨ªa moderna de ¨¦l. El s¨ªmbolo m¨¢s visible del trienio liberal necesita para ser conocido un acopio grande de datos, ya que, de ¨¦stos, una parte importante habr¨¢n de ser tratados con pinzas, dada la extremosidad que Riego ha despertado, y no sabr¨ªamos decir si despierta Tanto los que le consideraban Luzbel (!) como los que le conside raban poco menos que deificable (!) hicieron su propio Riego inaceptable. Es much¨ªsima la hojarasca que hay que quitar y lo primero a hacer es lo que Gil Novales no ofrece ahora: los escritos del per sonaje.
Rafael del Riego: La Revoluci¨®n de 1820, d¨ªa a d¨ªa, de Alberto Gil Novales
Madrid. Editorial Tecnos. 1976.
Tambi¨¦n es desmitificador el pr¨®logo donde se dicen cosas poco o nada sabidas, como esa de que ?le sobr¨® bondad, por lo que su vida p¨²blica, pasado el momento inicial, fue un continuo fracaso, al que acompana, un poco en sordina, la queja continua del protagonista? Afirmaci¨®n que, si sorprende al lector, llegar¨¢ ¨¦ste a admitir, creemos, al haber llegado hasta el final Riego ?vivi¨® su propio s¨ªmbolo, de que quiso siempre escapar, sin lograrlo nunca?, juicio que querr¨ªamos ver servido por datos biogr¨¢ficos que nos hacen falta.
Su fama fue ?emporcada?: Muy cierto. ?Por qu¨¦ fue as¨ª? El personaje ten¨ªa escaso talento pol¨ªtico y escasa perspicacia, pero te hab¨ªan hecho s¨ªmbolo a la fuerza, quiz¨¢, y pagaba la glorificaci¨®n delirante que de ¨¦l hab¨ªan hecho los ?exaltados?. Si perseguimos modestamente la objetividad, habremos de reconocer que las procesiones -como la de Sevilla del 13 de septiembre de 1821, declar¨¢ndole ?inmortal? e ?inviolable de hecho?, con acompa?amiento de cirios, rodeando su retrato en una especie de ?paso? laico-, rebasan lo grotesco. Bajo el fuego de la adulaci¨®n hecho por los ?cucos? de siempre, el comandante asturiano que se encontr¨® cabeza, del pronunclamiento victorioso debi¨® de perder la suya, hombre de treinta y tantos a?os, y no sabemos muy bien si acept¨® aquellas situaciones o si se vio envuelto en ellas contra su gusto. En cualquier caso, el pa¨ªs daba la impresi¨®n de estar en manos de gentes sin medida, que impon¨ªan sus dislates.
Legalismo
Rasgos del Riego de 1820 son su legalismo -ciertamente invocado despu¨¦s de un pronunciamiento-, actitud con la que posiblemente quer¨ªa paliar el efecto de ¨¦ste. Puede que al encontrarse de ?¨²nico h¨¦roe? pensase si ten¨ªa que ser ¨¦l quien se encargara de hacer cumplir lo dispuesto. Cierto que esta actitud, que Gil Novales se?ala, se halla un tanto desmentida por algunos de sus actos iniciales, como ese decretar en los d¨ªas primeros del pronunciamiento la abolici¨®n de los impuestos para los pueblos bajo su dominio, con lo cual se iniciaba el camino hacia el disparatey la utop¨ªa. Rasgo igualmente es su bondad en el triunfo inicial, contra los criterios punitivos de alg¨²n colega. Rasgo notorio el de devolver a las fuerzas enemigas que le acosaban, un prisionero que no deseaba unirse a las fuerzas constitucionales, ya que el primer deber del hombre que es libre es ?no obligar a sus compatriotas a que se separen de las opiniones? que profesen, ejemplo realmente notable en cualquier pa¨ªs o circuristancia, Poco o nada conocido.Tema principal en Riego, ha de ser aquello de calificar de ?guerra in¨²til? la que se pretend¨ªa prolongar en la Am¨¦rica ya casi del todo independizada, actitud y expresi¨®n que constituyen evidentes acierto pol¨ªticos, por mucho que se intente descalificarlas con actitudes simplistas.
Conocimiento
La futura biograf¨ªa aportar¨ªa elementos preciosos, seguramente, para conocer a esta figura deformada por la adulaci¨®n y por el odio, fuerzas que la rompieron primero y la ahorcaron despu¨¦s. Deseamos saber m¨¢s sobre el episodio del teatro del Pr¨ªncipe, cuando el Gobierno liberal destituy¨® a Riego de sus cargos y le puso en su sitio, o sobre el ascenso desde comandante hasta mariscal de campo, como consecuencia del pronunciamiento exitoso, ascenso que Riego dijo hab¨ªa tenido que aceptar para no mostrar hacia el rey ?tenaz desobediencia?. Curiosidad nuestra que deriva del hecho de que hemos de ver la vida de Riego como un comportarrilento ¨¦tico. Tenemos necesidad de saber m¨¢s -a ser posible con la enorme aportaci¨®n de datos de que es capaz el profesor Gil Novales, seg¨²n prob¨® en su libro sobre las sociedades patri¨®ticas- sobre la actuaci¨®n de Riego durante la retirada al sur, cuando sus colegas se rend¨ªan sin lucha ante la invasi¨®n francesa y absolutista, o en el proceso y muerte en la plaza de la Cebada, de Madrid. Una gran aportaci¨®n de datos permitir¨ªa eventualmente al lector formar su propia opini¨®n, que no ha de ser siempre coincidente con la del autor.Gil Novales, en este libro previo de cartas, escritos y discursos, escribe en la nota biogr¨¢fica que Riego fue ?acusado falsamente de republicanismo?. No es peque?a la inconsecuencia del pa¨ªs al hacerle el s¨ªmbolo de la Rep¨²blica.
No debe dejarse a Riego en esa visi¨®n demasiado ?febril? -adjetivo empleado por varios calificadores-, consumida y tr¨¢gica, mir¨¢ndonos con ojos encendidos ?desde el coraz¨®n del 800?. Habr¨¢ que intentar conocerlo, y el libro previo de Gil Novales es, por ello, un buen principio.
?Qu¨¦ l¨¢stima que no alcanzara Riego el puerto de Londres en 1823! Con la serenidad recuperada habr¨ªa podido quiz¨¢ considerar su extraordinaria aventura, v¨ªctima de un pueblo sediento de mitos. Quiz¨¢ hubiera sido un elemento ¨²til en la pugna entre dos arandes ambiciosos pol¨ªticos: el duro Mina y el impulsivo Torrijos. Y concluyarnos esta historia imaginativa pensando que si, Riego no hubiera sido ahorcado, su fama por Europa hubiera sido infinitamente menor, o nula, con lo cual todos habr¨ªan salido ganando. Las dos fuerzas que le destruyeron le convirtieron en leyenda de signo diferente; se trata ahora de traerle hacia nosotros en su tama?o natural.
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