Nadiuska .-
Iba yo a comprar el pan y me encontr¨¦ a Amilibia:-Que me ha dicho Nadiuska que Adolfo Su¨¢rez y t¨² sois los m¨¢s machos del pa¨ªs.
-No acabo de cre¨¦rmelo.-Pues si, que le mol¨¢is cantidad. 0 sea, m¨¢s claro, que le truc¨¢is cantidubi.
Luego me he informado mejor. Eramos tres en la terna de Nadiuska. El tercero supongo que ir¨ªa de relleno, como dicen que iba Silva Mu?oz en la terna presidencial.
El elogio de la bella europea oriental, que primero me ha llenado de orgullo y lujuria masculina, luego me ha dado que pensar. ?Y qu¨¦ es lo tenemos en com¨²n el se?or Su¨¢rez y yo?
-Bueno, son ustedes de la misma generaci¨®n. Usted mismo lo ha dicho.
S¨ª, ambos somos de la generaci¨®n del Pr¨ªncipe, aunque ¨¦l m¨¢s. Esto de la generaci¨®n del Pr¨ªncipe fue una cosa que se sac¨® Jos¨¦ Luis Navas hace a?os, y yo no ven¨ªa en el libro, o sea que no debo ser de esa generaci¨®n-. Yo, la verdad, me siento m¨¢s del 98.
Pero el se?or Su¨¢rez lleva el pelo a navaja y yo lo llevo de cualquier manera. El se?or Su¨¢rez ha coronado brillantemente la cuarentena y yo sigo haciendo art¨ªculos para vivir. El se?or Su¨¢rez ha tenido preceptores ideol¨®gicos de tanta solvencia como Herrero Tejedor, L¨®pez Rod¨®, Carrero Blanco y Fern¨¢ndez Miranda, mientras que a m¨ª s¨®lo me han asesorado Eusebio Garc¨ªa Luengo y Luis Trabazo, dos escritores malditos del Gij¨®n, el uno extreme?o y el otro gallego, que nunca hicieron carrera pol¨ªtica. A la vista est¨¢.
Bueno, tambi¨¦n me ha asesorado algo D¨¢maso Alonso, mi ilustre vecino, pero ha sido para quitarme las faltas de ortograf¨ªa m¨¢s que nada.
?Qu¨¦ puede haber visto en com¨²n Nadiuska entre el se?or Su¨¢rez y yo? La mirada de una mujer, cuando la mujer es, adem¨¢s un poco oriental, puede incluso sacar de la estampa pulcra y agresiva del se?or Su¨¢rez un desastrado y evanescente Umbral y sacar de mi interior decadente, gauchista y graf¨®mano, un apol¨ªneo se?or Su¨¢rez.
He estado a punto de coger el tel¨¦fono:
-Vamos a ver, Nadiuska, amor o te gusta ¨¦l o te gusto yo.
Pero el tel¨¦fono de Nadiuska es taba comunicando, comunicando comunicando. As¨ª que prosigo el di¨¢logo conmigo mismo: porque Su¨¢rez es de derechas y yo soy de zquierdas, a la vista est¨¢. De modo que ya lo sabes, peque?a, elige de una vez: o ¨¦l o yo. Esta situaci¨®n tiene que terminar.
Sin embargo, no me he quedado tan persuadido de ser radicalmente distinto del presidente del Gobierno. ?Ser¨¦ yo a la gauche divine lo que Su¨¢rez al establishment? ?Ser¨¦ yo el cuarent¨®n juvenil, agresivo domesticable que le conviene al pa¨ªs? ?Qu¨¦ secretas afinidad electivas habr¨¢ descubierto entre presidente y yo la mirada, felina fr¨ªa y c¨¢lida de Nadiuska?
Alguien dijo que los burgueses debemos suicidarnos como. clase, y ten¨ªa raz¨®n. Yo me suicido un poco todos los d¨ªas. Pero se ve que no es suficiente. A Nadiuska le gusta un hombre recortado y perfilado como Su¨¢rez, un padre de familia ejemplar y un pol¨ªtico decidido Nadiuska ha sabido ver en m¨ª, sin duda, mi dulce fondo de ni?o de derechas. Maldici¨®n, estoy descubierto. Lo que pasa en realidad es que todos los espa?oles de cuarenta a?os, m¨¢s o menos, llevamos impronta del franquismo, queramos o no, y ese es nuestro encanto por m¨¢s que algunos lo disimulemos rabiosamente con un progresismo turbio y pornogr¨¢fico.Lo que a Nadiuska le gusta de m¨ª es lo que le gusta del presidente: el flecha que llevamos en el alma.
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