El desaliento cunde en las filas de Ronald Reagan
Mientras el presidente Ford parece a punto de superar la cifra m¨¢gica de 1.130 delegados, que le valdr¨¢ la nominaci¨®n republicana, y el desaliento comienza a cundir en las filas de Reagan, el senador por Tennessee, Floward Baker -favorito en los rumores sobre posibles compa?eros electorales de Ford-, pronunci¨® por primera vez ante la Convenci¨®n la palabra maldita: Waterkate.
Baker, un moderado-conservador de cincuenta a?os que particip¨® en las investigaciones del Senado sobre el esc¨¢ndalo que cost¨® la presidencia a Richard Nixon, comenz¨® su discurso del lunes por la noche refiri¨¦ndose directamente al problema: ?Estos han sido unos a?os dif¨ªciles para el Partido Republicano. La era de Watergate ha sido una ¨¦poca dolorosa para todos nosotros ... ?? Pero no abandonamos nuestras obligaciones -continu¨® Baker-, a pesar de que sab¨ªamos que el Watergate ser¨ªa embarazoso, humillante e incluso potencialmente devastador y aunque, de hecho, nos caus¨® una severa derrota en las elecciones de 1974.? ?Desde entonces, Estados Unidos ha sabido mucho respecto a otros abusos pol¨ªticos cometidos bajo las anteriores administraciones dem¨®cratas e incluso en el actual Congreso, de mayor¨ªa dem¨®crata. Y mientras nosotros hacemos frente a nuestras responsabilidades y nos esforzamos en conseguir un Gobierno honorable, todav¨ªa esperamos que los dem¨®cratas hagan frente a las suyas. ?
Carter, blanco de los ataques
Los tres principales discursos de la noche del lunes, en la Convenci¨®n republicana, pronunciados por Baker, Goldwater y Rockefeller, estuvieron esencialmente dedicados a atacar a Jimmy Carter y al programa pol¨ªtico del Partido Dem¨®crata. ?El futuro que nos ofrece Carter -dijo Goldwater- es el pasado que nos ofreci¨® Johnson.?
Rockefeller y Goldwater, en otro tiempo grandes adversarios, iniciaron en esta 31 convenci¨®n del Partido Republicano una ?entente? cordial, que sorprendi¨® a los que recordaban los feroces enfrentamientos de ambos pol¨ªticds en la Convenci¨®n de 1964. El senador Goldwat¨¦r, conocido por sus ideas conservadoras, anunci¨® su decisi¨®n de apoyar la candidatura de Ford a primeros dejulio y, aunque en su discurso no hizo referencia a la pugna por la nominaci¨®n y se centr¨® en atacar a Carter, actu¨® como si el presidente Ford hubiera ganado ya la votaci¨®n del mi¨¦rcoles por la noche.
Nelson Rockefeller, actualmente vicepresidente de los Estados Unidos, s¨ª que defendi¨® a Ford en su intervenci¨®n ante los delegados, invitados y periodistas que abarrotaban la Kemper Arena. ?Jerry Ford lleg¨® a la presidencia cuando este pa¨ªs atravesaba su peor crisis constitucional desde la guerra civil y cuando estaba envuelto en una guerra provocada por la Administraci¨®n dem¨®crata..., y fue una Administraci¨®n republicana quien nos sac¨® de la ?debacle? de Vietnam, y fue el presidente Ford quien tom¨® las firmes acciones necesarias para restaurar el respeto de nuestros amigos y aliados y tambi¨¦n de nuestros potenciales enemigos.?
Mientras los discursos, los aplausos y la m¨²sica resonaban en la Kemper Arena, los estrategas de Ford y Reagan continuaban incansables sus,contactos con las delegaciones de los distintos estados en busca de apoyo para la votaci¨®n del mi¨¦rcoles. Ni Ronald Reagan ni el presidente hicieron acto de presencia en la sede de la Convenci¨®n. Ambos candidatos pasaron el d¨ªa de hotel en hotel, de reuni¨®n en reuni¨®n, dirigiendo personalmente las ¨²ltimas negociaciones. S¨ª acudieron, en cambio, a la Keniper Arena las respectivas esposas de los dos adversarios, Betty Ford y Nancy Reagan, que recibieron los aplausos de sus partidarios.El desaliento comenz¨® a hacer presa en las filas del ex gobernador de California, cuando el jefe de la delegaci¨®n del Estado de Illinois declar¨® que dos de sus miembros hab¨ªan recibido ofertas de dinero a cambio de votar por una enmienda que favorec¨ªa a Reagan, al obligar a los candidatos a la nominaci¨®n presidencial a revelar el nombre de su ?running mate? antes de la votaci¨®n. El supuesto intento de soborno est¨¢ siendo investigado por el FBI.Seg¨²n manifest¨® uno de los miembros de la delegaci¨®n de Illinois, un hombre que dijo pertenecer al equipo de Reagan, le ofreci¨® 2.500 d¨®lares si votaba a favor de la enmienda que modificar¨ªa las normas de la, Convenci¨®n. Reagan calific¨® de falsos estos intentos de soborno por parte de su equipo y atribuy¨® la declaraci¨®n del presidente de la delegaci¨®n de lilinois a ?sucias maniobras pol¨ªticas?.Otro importante rev¨¦s para el ex gobernador de California fue el 'producido por el anuncio del senador James Buckley de que, finalmente, no presentar¨ªa su candidatura a la nominaci¨®n. Si Buckley se hubiera presentado como tercer candidato podr¨ªa haber puesto en peligro el triunfo de Ford, al provocar una segunda vuelta de la votaci¨®n, que hubiera favorecido a Reagan.La segunda sesi¨®n de la Convenci¨®n republicana comenzar¨¢ a las siete de la tarde del martes -dos de la madrugada del mi¨¦rcoles en Espa?a- y supondr¨¢ el ?test? de fuerza definitivo para los dos candidatos, al estar prevista la.votaci¨®n de la plataforma del partido.
El equipo de Reagan plantear¨¢ nuevamente una votaci¨®n respecto a la modificaci¨®n de las normas de la Convenci¨®n, para obligar a Ford a revelar el nombre de su compa?ero electoral. De hecho, esta es la ¨²ltima oportunidad de Reagan, que confia en que si obliga al presidente a decir qui¨¦n ser¨¢ su ?running mate? podr¨¢ ganar los votos de los partidarios de Ford que est¨¦n en desacuerdo con su elecci¨®n.
Tambi¨¦n tendr¨¢ importancia la votaci¨®n de una enmienda propuesta por el equipo de Reagan para que sea inclu¨ªda en la plataforma, que se refiere a la ?moralidad en pol¨ªtica exterior? y que, de hecho, es una dura cr¨ªtica de la pol¨ªtica de Kissinger y Ford, a los que se acusa de ceder a los intereses sovi¨¦ticos y de haberse negado a recibir al disidente sovi¨¦tico Alexander Solzhenitsyn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.