Un gran toro de Urquijo
?Lobillo?, n¨²mero 52, negro bragado, de 545 kilos. He aqu¨ª un nombre con sus se?as de identidad para el recuerdo de esta feria. Era el tercero de la corrida, musculoso y enmorrillado, con astracanes en el testuz y la cara muy seria. Embisti¨® al capote de Alcalde r¨¢pido, de lejos, con la cabeza baja y fija, doblando primorosamente. Se fue de largo al picador, todo lo largo que se pod¨ªa ir en una suerte de varas innoblemente desorganizada. Recibi¨® un picotazo entrando con codicia, volvi¨® en la segunda vara con raza y clase, metiendo la cabeza en el peto, dej¨¢ndola dormida, empujando con los ri?ones, dej¨¢ndose pegar, y repiti¨® la embestida por tercera vez con la misma calidad de bravo. A la salida de este ¨²ltimo puyazo perdi¨® las manos, para rehacerse inmediatamente. A su cita con las banderillas de Alcalde se arranc¨® como una saeta en todos los terrenos, alegre, brav¨ªsimo. Y a la muleta de su matador lleg¨® con el viaje largo, recto, repetido, nobl¨ªsimo. Era ese gran toro de cincuenta pases que ofrec¨ªa el triunfo apote¨®sico con generosidad incre¨ªble. No abri¨® la boca ni una s¨®la vez y busc¨® muerte lejos de querencia, hacia los medios, sin poder alcanzarlos. El gran protagonista de la fiesta estaba all¨ª. Un gran toro de Urquijo al que incomprensiblemente nadie pidi¨® el honor de la vuelta al ruedo aunque fuera ovacionado con calor en el arrastre.Aqu¨ª podr¨ªa terminarse esta cr¨®nica porque la corrida, en los dem¨¢s aspectos, careci¨® de inter¨¦s.
Calor tropical y casi lleno
Angel Teruel, dos pinchazos y una casi entera en la cruz (silencio); gran estocada y descabello (ovaci¨®n). Ni?o de la Capea, dos pinchazos, media arriba y descabello (palmitas); pinchazo, metisaca envainado y dos descabellos (pitos). Paco Alcalde, tres pinchazos y estocada (ovaci¨®n); un pinchazo sin soltar, mediazo, metisaca envainando y dos descabellos (palmas). Los toros. Pertenec¨ªan al hierro de Carlos Urquijo. Magn¨ªficamente presentados, dieron un promedio de 534. Juego variado. Un toro soso, pero sin problemas el primero, tres, cumplidores en varas, blandos y muy toreables (segundo, cuarto y quinto), uno manso, quedado, el sexto, y uno verdaderamente excepcional: el tercero
Otra vez Angel Teruel exhibi¨® su desesperante y acad¨¦mica parsimonia. Una eternidad cab¨ªa entre la ejecuci¨®n de un pase y la preparaci¨®n del siguiente. Teruel toreaba enmend¨¢ndose m¨¢s de la cuenta, abusando del pico de la muleta, sin prisas y con demasiadas pausas, como en un Interminable bostezo.
Lo peor que ha podido sucederle al Ni?o de la Capea es que este p¨²blico de Bilbao, tan fervoroso de su toreo, no le haya prestado la menor atenci¨®n. Pases y m¨¢s pases, unos buenos, otros peores, sin imaginaci¨®n, sin sentimiento. Cantidad, sin calidad. Voluntad, sin emoci¨®n. Algo as¨ª como todo un curso de toreo prefabricado.
A Paco Alcalde hay que reconocerle un templado toreo de capa y dos pares de banderillas -uno en cada toro- formidables. El que clav¨® cerrando el tercio del sexto de la tarde, tanto por su ejecuci¨®n como por su colocaci¨®n levant¨® al p¨²blico de los asientos. Del resto, m¨¢s vale no hablar. Sin negar cierto temple y dimensi¨®n en determinados momentos de su faena al brav¨ªsimo ?Lobillo?, la vulgaridad fue la t¨®nica dominante de su actuaci¨®n. No haberle podido cortar las dos orejas que le ofrec¨ªa este toro, excluye otro tipo de comentario.
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