De "Amazing Stories" a Alberto Breccia
50 a?os de ciencia-ficci¨®n
La primera revista dedicada ¨ªntegramente a la ciencia-ficci¨®n, Amazing Stories, aparece en abril de 1926. El inter¨¦s de su director, Hugo Gernsback, por esta vertiente literaria habla comenzado en 1908, cuando funda Modern Electries y se cristaliza siete a?os m¨¢s tarde, al hacerse cargo de otra precursora, Electrical Experimenter, que dar¨¢ cuenta de las nuevas desventuras del bar¨®n de Munchhausen.
El ¨¦xito llegar¨¢ pronto, el g¨¦nero cobra autonom¨ªa y comienzan a surgir publicaciones dedicadas a exponer hip¨®tesis varias acerca de un siglo que se percibe cambiante. La incipiente tecnolog¨ªa, los importantes inventos con que se abre el siglo XX, preanuncian aventuras que el hombre nunca antes hab¨ªa podido emprender, que siempre ocuparon su imaginaci¨®n, y algunos editores se deciden a saciar la fantas¨ªa popular. Science Wondder Stories, presentada en 1929, llegar¨¢ a sus lectores durante m¨¢s de 25 a?os, pero ser¨¢ Astounding Stories of Super-Science la que se convertir¨¢ en la mejor revista de anticipaci¨®n de todos los tiempos, introduciendo a los que luego ser¨ªan famosos escritores: Ray Cummings, Isaac Asimov, Harl Vincent, Stanley Weinbaum, Raymond Gallun, Harry Bates y Abraham Merrit, entre otros. Aparecida en 1930, cinco a?os despu¨¦s su tirada llegar¨¢ a los 70.000 ejemplares, contra 45.000 de Wonder Stories y 20.000 de Amazing. La edad de la inocencia terminaba y con la madurez se instalar¨¢n, definitivamente, extraordinarios y hoy ignorados ilustradores, como Virgil Finlay, Hannes Bok, Lawrence, Frank R. Paul, Leo Morey, Leydenfrost, Wesso y Elliot Dold.En 1923 un joven nacido en Providence. Rhode Island, comenzar¨¢ a publicar sus cuentos fant¨¢sticos en Weird Tales, una revista que paulatinamente ir¨¢ dedicando mayor atenci¨®n a la ciencia-ficci¨®n. Ateo, conservador, admirador del fascismo y del nazismo, odiaba ?esa horda ¨ªtalo-semita-mongoloide, leprosa, llena de podredumbre? que pueblan las ciudades. Amaba la Nueva Inglaterra colonial, un pasado irremediablemente muerto, al que se unir¨ªa en marzo de 1937, v¨ªctima de c¨¢ncer intestinal y del mal de Bright.
Aquel joven se llamaba Howard Phillips Lovecraft Y no alcanzar¨ªa a ver la explosi¨®n que en los primeros a?os de la II guerra agit¨® su mundillo editorial. Super Science-Fiction, Planel Stories, Starling Stories, Captain Future, Fanzous Fantastic Misteres, etc., permit¨ªan que aquellos que quisieran huir de las ferocidades de la guerra se refugiaran -por 20 m¨®dicos centavos- en un futuro impredecible pero, quiz¨¢s, menos cruel. Scoops y Tales of Wonder, en Inglaterra, tambi¨¦n dar¨¢n cuenta de este fen¨®meno.
Los mitos de Cthulhu
Lovecraft escribi¨® estas narraciones entre 1921 y 1935, y si analizamos los personajes m¨ªticos que aparecen en ellas podremos adentrarnos en la ideolog¨ªa del autor, nost¨¢lgico, sin duda, de La Gran Raza que debi¨® abandonar el planeta Tierra al ser derrotada por los Primigenios.A?os despu¨¦s, en 1973, Alberto Breccia, dibujante uruguayo-argentino-italiano, comienza a Ilustrar estos cuentos y los publica en la revista Il Mago, de Mil¨¢n, sobre adaptaciones de Norberto Buscaglia. Breccia, muy conocido en Argentina, donde ha dejado memorables comics, ha apelado aqu¨ª a su poblada imaginaci¨®n, muy bien servida por una depurada t¨¦cnica, para realizar una obra gr¨¢fica magn¨ªfica, emparentada con el arte contempor¨¢neo mas que con la tradici¨®n historiet¨ªstica cl¨¢sica.
Ediciones Periferia, de Buenos Aires, tuvo la feliz idea de reunir, en versi¨®n castellana, los primeros ocho mitos publicados en Il Mago; Distribuidora Vitae, de Madrid, acompa?¨® el esfuerzo permitiendo que los espa?oles conozcamos la obra actual de este dibujante que hace 30 a?os ilustraba las aventuras de Vito Nervio, un detective porte?o que en sus ratos de ocio se entreten¨ªa tomando mate en las orillas del Sena.
Hoy que la realidad se nos descubre m¨¢s rica que aquellas ingenuas historias de ciencia-ficci¨®n y, por tanto, el g¨¦nero se encuentra en franco proclive; cuando las heroicas revistas que lo popularizaron han desaparecido, Alberto Breccia -salud¨¢ndolas, tal vez nos deja su versi¨®n de Los mitos de Cthulhu, narrando con una envidiable s¨ªntesis y capacidad comunicante los horrores de Lovecraft, las fantas¨ªas on¨ªricas que alimentaron su imaginaci¨®n y su vida.
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