El dif¨ªcil di¨¢logo Sindicatos-Gobiemo
Los contactos entre el sistema y las diversas expresiones del sindicalismo ilegal han comenzado cuando, seg¨²n parece, est¨¢ congelado el di¨¢logo pol¨ªtico entre la oposici¨®n democr¨¢tica y el presidente del Gobierno. Todo parece indicar que las reuniones que Enrique de la Mata est¨¢ sosteniendo con las diversas corrientes sindicales s¨®lo tienen, de momento, un limitado car¨¢cter individual, de tal suerte que quien se sienta a la mesa lo hace como ministro, por propia iniciativa, sin tener a¨²n un espec¨ªfico mandato del Gobierno, aunque s¨ª su consentimiento. La tesis de que Enrique de la Mata habla con las sindicales a titulo personal, como mero ciudadano espa?ol, ni es cierta ni es seria, ya que al ministro hay que suponerle un conocimiento de las corrientes del sindicalismo espa?ol como para no necesitar clases particulares, y los ejecutivos de las distintas organizaciones tienen tareas m¨¢s importantes que hablar uno por uno con todos los espa?oles. ?Un poco de seriedad, por favor!
Acierto de la oposici¨®n sindical
El di¨¢logo con un solo ministro puede servir para los primeros encuentros, pero no es v¨¢lido a partir del momento en que, eventualmente sindicatos y Gobierno pudieran iniciar una negociaci¨®n que pretenda desembocar en la libertad sindical. Personalmente tengo profundas reservas sobre la viabilidad pol¨ªtica de semejante negociaci¨®n. Precisamente por ello entiendo que la oposici¨®n sindical hace muy bien sent¨¢ndose a escuchar al ministro de Relaciones Sindicales, pues con ello da muestra p¨²blica de su voluntad aut¨¦ntica de di¨¢logo. Para un Gobierno que dice querer de verdad la instauraci¨®n de la democracia, la negociaci¨®n sindical se convierte en un test de la sinceridad de su declaraci¨®n program¨¢tica, y, por supuesto, de su capacidad pol¨ªtica.
De ah¨ª que, desde ahora, deba quedarle claro al Gobierno que los sindicatos no negociar¨¢n (si lo hacen) con un solo ministro, sino con el Gobierno en su conjunto, pues la negociaci¨®n sindical es tan inseparable de la pol¨ªtica como lo es la libertad sindical respecto de las dem¨¢s libertades democr¨¢ticas. La negociaci¨®n entre la oposici¨®n y el Gobierno o es total o no es negociaci¨®n. Esto, que est¨¢ bien claro para la oposici¨®n sindical, no debe perderlo de vista el ministro de Relaciones Sindicales. Podr¨ªa llegarse, de olvidarlo, a una situaci¨®n de estrangulamiento de la negociaci¨®n sindical que tuviera por ¨²nica causa la perceptible incapacidad gubernamental para negociar la salida pol¨ªtica del pa¨ªs con Coordinaci¨®n Democr¨¢tica (CD) y las instancias unitarias de las nacionalidades. Por algo est¨¢n las principales expresiones sindicales integradas en CD, y por algo han creado la Coordinadora de Organizaciones Sindicales (COS).
Di¨¢logo a cuatro bandas
El di¨¢logo con un solo ministro, el de Relaciones Sindicales, puede ser v¨¢lido, pero es a la vez perecedero. De ah¨ª que entienda que cuando finalice la ronda de iniciales contactos con todas (sin exclusiones) las organizaciones sindicales que acepten tenerlos, la eventual negociaci¨®n sindical con la COS debiera asumirla, con espec¨ªfico mandato del Gobierno, una comisi¨®n integrada, cuando menos, por los ministros de Relaciones Sindicales, Trabajo, Gobernaci¨®n y Presidencia del Gobierno.
La presencia del primero es obvia. Se trata de buscar y encontrar la salida sindical del pa¨ªs, y ello requiere desmontar el verticalismo en el que obligatoriamente est¨¢n incluidos los trabajadores espa?oles. La Organizaci¨®n Sindical (OSE) no es democratizable, ni los materiales que la integran son aprovechables.
La presencia del ministro de Trabajo la comprender¨ªan muy bien en cualquier pa¨ªs organizado democr¨¢ticamente. Por esos mundos, las relaciones entre el sindicalismo y los Gobiernos se realzan a trav¨¦s de los ministros de Trabajo. El de nuestro pa¨ªs, por las peculiaridades que oficialmeme nos diferencian de Europa Occidental, no tiene hoy por hoy competencias sindicales, aunque deber¨¢ tenerlas en el futuro.
Pero es que, adem¨¢s, como una eventual negociaci¨®n entre el Gobierno y la COS s¨®lo tendr¨ªa sentido en tanto se camine hacia el reconocimiento de las realidades sindicales existentes en el pa¨ªs, semejante reconocimiento nunca podr¨¢ hacerse en el seno de la OSE, sino al margen de ella, de tal suerte que si CCOO, UGT, USO, STV y SOC conquistan su legalizaci¨®n, tendr¨¢n que entenderse (o desentenderse) con los Gobiernos a trav¨¦s de los ministros de Trabajo, y no del ministro de Relaciones Sindicales, cargo que debe desaparecer.
El campo de acci¨®n de las sindicales
Pero a¨²n hay m¨¢s. La eventual legalizaci¨®n de las sindicales hoy ilegales tendr¨ªa inmediatas repercusiones en la negociaci¨®n colectiva y en los conflictos colectivos, porque las centrales o pueden hacer convenios y huelgas cuando sean necesarias o no sirven para nada. Ello comportar¨ªa una operaci¨®n legal de tipo quir¨²rgico, tanto para la vigente ley de Convenios Colectivos de 1973, como para el decreto-ley de mayo de 1975 sobre recurso a la huelga. Semejante ,operaci¨®n afectar¨ªa de lleno al Ministerio de Trabajo, lo que exige su presencia en la negociaci¨®n.
La presencia del ministro de Gobernaci¨®n tiene una justificaci¨®n que dif¨ªcilmente entender¨ªan en otros pa¨ªses, pero que est¨¢ bien clara. Alguien tiene que garantizar la paz, evitar los desalojos de f¨¢bricas y hacer posible el derecho de manifestaci¨®n sin por ello tener que pagar un precio en vidas humanas.
La presencia del ministro de la Presidencia se explica por el rango de decretos-leyes que habr¨ªan de adoptar las normas jur¨ªdicas con que formalizar los posibles acuerdos tras la eventual negociaci¨®n, y por la necesidad de incluir en el paquete sindical y laboral a negociar el tema cualitativamente importante del sindicalismo del sector p¨²blico.
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