Alguien quiere tirar el Viaducto
Alguien quiere demoler el Viaducto. Una primera impresi¨®n nos da a entender que el Ayuntamiento, con sus t¨¦cnicos a la cabeza, tiene suficiente conocimiento de causa como para decidir tirarlo abajo, si en ello va la seguridad de los madrile?os. Pero informes tan solventes como el que est¨¢ elaborando el Instituto Eduardo Torroja, de la Construcci¨®n y el Cemento, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas -que fue pedido por el alcalde de Madrid-, va a decir que no, que el Viaducto no se debe demoler por el simple hecho de que su reparaci¨®n costar¨ªa mucho menos dinero que hacer uno nuevo y que la est¨¦tica de la ciudad, y su racionalismo, lo agradecer¨ªan. Se habla, entonces, de intereses privados, de empresas y funcionarios, para que el Viaducto se derribe.
El Viaducto parece, seg¨²n todos los indicios, que ha terminado ya sus d¨ªas, que nunca m¨¢s volver¨¢ a servir para que la gente que pase por encima de ¨¦l, a pie o en coche, pueda seguir su camino, calle Bail¨¦n abajo, hacia San Francisco el Grande. Pero ahora resulta que hay quien opina que la muerte del Viaducto no es tan r¨¢pida como se nos ha hecho creer y que puede perfectamente resistir el paso ?de lo que le echen?, que todo consiste en hacer unas peque?as reformas que le devuelvan la seguridad que empez¨® a perder cuando a alguien se le ocurri¨® rellenar los huecos formados en sus aceras -reservados para el paso de varias ca?er¨ªas- con escorias procedentes de la f¨¢brica de gas, ricas en sulfatos y que provocaron la degradaci¨®n del hormig¨®n, base fundamental de este puente.
Historia
El Viaducto de la calle de Bail¨¦n, que cruza sobre la de Segovia, se termin¨® de construir en el a?o 1942, de acuerdo con el proyecto que, en octubre de 1933, realizaron los ingenieros de Caminos Jos¨¦ Juan Aracil y Luis Aldaz, y el arquitecto Javier Ferrero. Al concurso se presentaron 14 proyectos, algunos tan importantes como el realizado por el ingeniero Eduardo Torroja y el arquitecto Secundino Zuazo.El Viaducto, que vino a sustituir a otro met¨¢lico, inaugurado el mes de octubre de 1874,y que hab¨ªa sido proyectado por Eugenio Barr¨®n, comenz¨® su muerte lenta el 7 de junio de 1973, siendo alcalde de Madrid Carlos Arias, cuando se limit¨® el paso de veh¨ªculos por ¨¦l a un m¨¢ximo de 16 toneladas.
Fue entonces cuando se hizo un primer apeo de los arcos que lo forman, ante ?la inminencia de que se derrumbe?. Despu¨¦s vino una segunda limitaci¨®n de carga sobre el Viaducto, ocupando la Alcald¨ªa Miguel Angel Garc¨ªa-Lomas, rebaj¨¢ndose el peso a ¨²nicamente los veh¨ªculos ligeros y que no excedieran de tres toneladas y media.
La pol¨¦mica se plante¨® r¨¢pidamente. Jos¨¦ Juan Aracil afirm¨® que era posible reparar el tablero del mismo, que se encontraba ya por entonces en muy malas condiciones. Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, presidente del Colegio de Ingenieros y uno de los autores que hab¨ªa presentado un proyecto para su sustituci¨®n, dec¨ªa que no, que hab¨ªa que hacer desaparecer el viejo y construir uno nuevo.
La pol¨¦mica no se ha apagado desde entonces, si bien ha tenido ¨¦pocas en las que ha permanecido dormida. Ahora, a ra¨ªz de su cierre agosto se ha vuelto a reavivar. Y aunque el alcalde y sus t¨¦cnicos est¨¢n convencidos de que es ya inservible, hay quien piensa lo contrario.
En la rueda de prensa que se celebr¨® el jueves de la semana pasada en el Ayuntamiento de Madrid, su alcalde, Juan de Arespacochaga, declar¨® a los periodistas all¨ª reunidos que se hab¨ªan pedido dos informes sobre la resistencia y la seguridad que el Viaducto ofrec¨ªa a los madrile?os. Uno de ellos lo hab¨ªa sido a Jos¨¦ Juan Aracil, su ingeniero, y el otro, al Instituto Eduardo Torroja, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas.
El se?or Aracil se neg¨® a hacer tal informe. ?Desconozco por qu¨¦ razones?, dijo el alcalde. Sin embargo, puestos en contacto con el ingeniero, que se encuentra de viaje en el Jap¨®n, ¨¦ste ha manifestado a EL PAIS que lo ¨²nico que se le pidi¨® es un informe en el que se dijera que el Viaducto pod¨ªa resistir en tanto no fuera demolido. ?Yo, por supuesto -dijo el se?or Aracil-, me negu¨¦ a hacer el parip¨¦ con un informe en el que lo ¨²nico que pretend¨ªa conseguir el Ayuntamiento era salvar su responsabilidad durante tres o cuatro meses, en tanto se derru¨ªa?.
Pero podr¨ªa parecer que el se?or Aracil ten¨ªa guardado en alg¨²n siti¨® un deseo sentimental de que su obra no fuera a pasar a ser un mont¨®n de escombros. Sin embargo, un Instituto que merece toda clase de confianza respecto a los informes que emite, el Torroja, viene a ser de la misma opini¨®n, de acuerdo con los estudios que est¨¢ realizandopara emitir el dictamen, pedido directamente por el alcalde de Madrid.
Rafael Fem¨¢ndez S¨¢nchez, jefe del Servicio de Asistencia T¨¦cnica del Instituto Eduardo Torroja, manifest¨® a EL PAIS que el Viaducto puede aguantar perfectamente cualquier tipo de peso, ?incluyendo los hipot¨¦ticos trenes de carga previstos por la legislaci¨®n vigente?.
?Esto supone -a?adi¨®- que ser¨ªa necesario reformar, ¨²nicamente, dicho a falta de un informe m¨¢s completo, una parte del tablero y, ni tan siquiera, su totalidad. El sulfato ha atacado una gran parte de su estructura, pero s¨®lo superficialmente. Su reparaci¨®n ser¨ªa muy poco costosa y con toda clase de garant¨ªas.?
Rumores
Por supuesto, existen ya los rumores. Alguien quiere tirar el Viaducto abajo y hacer uno nuevo. Si nos preguntamos por los motivos, nos puede esto conducir a la cifra que envuelve el proyecto, tanto el de demolici¨®n como el de construcci¨®n del nuevo.Se habla de una muy fuerte empresa de construcci¨®n interesada en llevar a cabo obra de tal envergadura; se habla de un alto funcionario del Ayuntamiento que estar¨ªa dispuesto a abrir el camino para que el proyecto se realizara, y se ha llegado a hablar de que la obra en cuesti¨®n no estaba todav¨ªa adjudicada -puesto que el concurso para ella ni tan siquiera se ha abierto-, pero que s¨ª se hab¨ªa llegado a un acuerdo previo entre esta empresa y el Ayuntamiento.
La pregunta est¨¢, ya en el ¨¢nimo de todos los que est¨¢n interesados de alguna forma en Madrid y su entorno: si fuentes tan solventes como pueda ser el Instituto Eduardo Torroja de la Construcci¨®n y el Cemento afirman que el Viaducto est¨¢ perfectamente y no es necesario demolerlo, ?por qu¨¦ se le quiere hacer desaparecer?
Ha habido, incluso, especulaciones acerca de que ya el viernes pasado, d¨ªa 3, se iba a adjudicar un nuevo apeo del Viaducto, que condujera a su ?aguante? hasta que se derribara, sin que ello supusiera obra alguna de consolidaci¨®n ni de reforma, sino simplemente a la espera de que se convirtiera en escombros.
El hecho es claro: el Viaducto debe desaparecer, si en ello va la seguridad de los madrile?os. Pero el racionalismo madrile?o, del que es muestra el Viaducto, bien merece el esfuerzo de pensarlo dos veces y ver realmente si ello es necesario.
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