Bodas de sangre
A partir de un hecho real: los amores prohibidos de ?los diab¨®licos amantes de Bourgoneuf?, tal como fueron bautizados por la prensa, Claude Chabrol ha realizado uno de sus mejores filmes, en el que se dan cita de modo brillante las caracter¨ªsticas m¨¢s esenciales de su estilo. Localizada en un lugar de la campi?a francesa, a orillas del Loira, en una ciudad peque?a donde cada vecino se conoce, donde cada acontecimiento se sabe y se analiza, al igual que en otro cualquier rinc¨®n del mundo donde la vida pasa sin acontecimientos extraordinarios, Chabrol nos cuenta la historia de una pasi¨®n carnal que acabar¨¢ en el crimen, por encima de silencios y simulaciones.Tras ofrecernos aquella f¨¢bula disparatada de Inocentes con manos sucias, que intentaba explicar cierto caso de pretendida patolog¨ªa sexual, Chabrol se desquita, al menos en nuestras pantallas, con esta pel¨ªcula, donde todo respira verdad, incluso esas relaciones amorosas, infantiles en su forma, si se quiere, para la edad de los protagonistas, atropelladas, acongojadas y sin embargo encubiertas a lo largo de encuentros llenos de humor, a veces, y en otras, como al final, a trav¨¦s de la ventana, dolorosos y pat¨¦ticos.
Relaciones sangrientas
Gui¨®n y direcci¨®n: Claude Chabrol. Int¨¦rpretes: Michel Piceoli, Stephane Audran, Clotilde Joano, Eliana de Santis. Local de estreno: Cine Infantas
La vida en provincias, los intereses pol¨ªticos, municipales, econ¨®micos, el mismo miedo al ?qu¨¦ dir¨¢n?, se hallan descritos con mano precisa y a la vez maestra. Intereses creados y negocios en proyecto son el tel¨®n de fondo de este amor que poco tiene de diab¨®lico, sino mucho de humano, en su iniciarse, en su final l¨®gico y a la vez desesperado, y a lo largo de su sencillo desarrollo. De c¨®mo lo real puede llegar a resultar veros¨ªmil, de c¨®mo un amor carnal puede contarse sin un s¨®lo desnudo, es buena muestra este filme inteligente, en el que Michel Piccoli y Stephane Audran ofrecen todo un recital de buen hacer dram¨¢tico, medido y a la vez espont¨¢neo, con esa rara sencillez que los actores aut¨¦nticos ocultan, m¨¢s que, a pesar de todo, sale a la luz en las escenas finales sobre todo, impecables, exactas, excepcionales.
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