El "caso Lef¨¨bvre"
Es extremadamente curiosa y significativa la manera en que est¨¢ siendo presentado el asunto Lefebvre, a nivel de comunicaci¨®n de masas por lo menos. Creo que el lector no muy avisado podr¨ªa extraer la conclusi¨®n de que la Iglesia Cat¨®lica y, en concreto el Papado, han entrado en conflicto con esa especie de antipapa en que ya se est¨¢ constituyendo Mons. Lefebvre y que en ese conflicto la Iglesia Cat¨®lica ni siquiera est¨¢ segura de si tiene raz¨®n o realmente la tiene monse?or Lefebvre. Las agencias de prensa nos se?alan a la Curia Romana envuelta en una profunda reflexi¨®n y apelando a sus canonistas y te¨®logos como si la doctrina del obispo franc¨¦s o su rebeli¨®n pudieran ser discutidas y como si se pudiera llegar a un arreglo con ellas, que, en el fondo, ser¨ªan la verdad.Pero es cierto indudablemente que Roma ha venido mostrando desde hace mucho tiempo una gran tolerancia y comprensi¨®n con el movimiento de monse?or Lefebvre y que quiz¨¢s no crey¨® que pudieran llegar las cosas hasta el punto en que se encuentran. Y es cierto igualmente que, cuando han llegado a este punto, se est¨¢ mostrando con monse?or Lefebvre una actitud que, por ejemplo, no se ha mostrado con el abad Franzoni. En el caso de monse?or Lefebvre, se dice que se trata de un caso complejo y doloroso, pero no parece que sean menos dolorosas las hemorragias que esa Iglesia ha sufrido digamos por la izquierda y no parece que se hayan lamentado tanto. ?Qu¨¦ es lo que ocurre, entonces, en este caso Lefebvre?
Monse?or Lefebvre encarna y acaudilla el integrismo cat¨®lico que se vio completamente sorprendido con el Vaticano II. El Vaticano II no ha tenido todav¨ªa la recepci¨®n de que hablan los te¨®logos refiri¨¦ndose a la aceptaci¨®n por parte del pueblo cristiano. No ha habido una catequesis del Vaticano II y los fieles -aunque como vemos no s¨®lo los fieles- han encontrado flagrantes contradicciones entre lo que la v¨ªspera del Vaticano II se dec¨ªa que era doctrina de la Iglesia y lo que se presentaba como doctrina al final del Concilio: sentido de la libertad religiosa, por ejemplo, o di¨¢logo abierto y de b¨²squeda conjunta con otras Iglesias cristianas, otras religiones o incluso el ate¨ªsmo y el agnosticismo. Y d¨ªgase lo mismo en torno a los cambios lit¨²rgicos y a una apresurada e indiscriminada desbarroquizaci¨®n del catolicismo popular, que ha tenido la impresi¨®n de que nos cambian o nos arruinan la religi¨®n.
Evidentemente, hay entre los seguidores de monse?or Lefebvre muchos de estos cat¨®licos a los que nada se ha explicado sobre la gran metanoia del Vaticano II y que, despu¨¦s de este Concilio, se han sentido mal-amados, abandonados, ridiculizados quiz¨¢s o, de todos modos, escandalizados ante una cierta jacquer¨ªe post-conciliar, ciertas demas¨ªas y todo ese ruido pr¨¢cticamente inevitable en una Iglesia que, habiendo permanecido cerrada desde Trento y habiendo negado el pan y la sal al mundo moderno, se abre de repente a ¨¦l, trata de dialogar con ¨¦l, descubre valores positivos e incluso siente su fascinaci¨®n. A los ojos de monse?or Lefebvre y, durante el mismo Concilio, de otros muchos obispos, toda esa nueva situaci¨®n e incluso la simple aparici¨®n de un esp¨ªritu de tolerancia y libertad en la Iglesia son signos positivos de desviacionismo doctrinal de la Iglesia contra lo que se alzan. Les parece el renacimiento dentro de la Iglesia del esp¨ªritu luterano y modernista y hay que tener en cuenta que la generaci¨®n sacerdotal a que monse?or Lefebvre pertenece ha sido educada en un talante anti-luterano y antimodernista, anti-intelectual y anti-moderno, en una escol¨¢stica r¨ªgida y omnisapiente, en un pesimismo radical acerca del hombre y del mundo, s¨®lo carne de condenaci¨®n ante sus ojos. Monse?or Lefebvre funda, en el tiempo mismo del Vaticano II, un organismo llamado Caetus Internacionalis Patrum, una especie de polic¨ªa de la ortodoxia al que se adhieren 450 obispos y que forman una oposici¨®n al esp¨ªritu y a la letra del Vaticano II. El organismo est¨¢ copiado sobre otro similar existente en tiempo del modernismo teol¨®gico fundado por monse?or Benigni y apellidado Sodalitium Pianum, que fue protegido por el propio P¨ªo X, un papa bajo cuya advocaci¨®n, convertida en paradigma de ortodoxia, act¨²an por cierto monse?or Lefebvre y sus amigos. Ahora, sin embargo, el papa actual no patrocina la agencia de denuncia y la particular inquisici¨®n de monse?or Lefebvre y lo m¨¢s l¨®gico a los ojos de este ¨²ltimo es pensar que el actual pont¨ªfice es tambi¨¦n, un her¨¦tico y est¨¢ tocado e del mal absoluto. La cosa no es nueva: cuando Le¨®n XIII aconseja a los cat¨®licos franceses el realiement o acercamiento a las instituciones y republicanas, los se?ores super-cat¨®licos de la Action Fran?aise afirman que es Sat¨¢n mismo el que se sienta en la Sede de Pedro, y, en Espa?a, cuando el mismo papa denuncia la explotaci¨®n obrera, se intenta organizar una comuni¨®n general de desagravio al ciclo por el hecho de que el papa se ha convertido al socialismo pues acaba de escribir tantos horrores en la ?Rerum novarum?.
En realidad, es toda la derecha pol¨ªtica la que mira con el mismo horror al Vaticano II. Por una raz¨®n muy sencilla: el concilio ha roto la ecuaci¨®n derecha pol¨ªtica y catolicismo y ha presentado toda la demagogia del Magnificat sin la envoltura del gregoriano que como dec¨ªa Maurras disimulaba y hac¨ªa tolerable e inofensiva esa demagogia de aquel jud¨ªo que trastorn¨® la estabilidad de los poderosos. Para esa derecha el Vaticano II es, pues, el Mal: La Iglesia no condena la democracia, ni proyecta maniqueamente responsabilidades sobre masones ni permite la otra ecuaci¨®n de Occidente-cristiano. La Iglesia ha ca¨ªdo en manos de Sat¨¢n. Toda esa derecha apoyar¨¢ a monse?or Lefebvre, instrumentaliz¨¢ndolo, si es que en realidad la rebeli¨®n de monse?or Lefebvre tiene ver algo con la teolog¨ªa y no es m¨¢s la postura pol¨ªtica con a?adidos, 18 metaf¨ªsicos y teol¨®gicos que la embellecen y justifican. Exactamente como por el otro lado, por la izquierda, el marxismo se dir¨ªa que quiere ir la privilegiada situaci¨®n de patronato o de verdadero fiel que en la Iglesia antes tuvo el de derecha. Lo verdaderamente triste asunto Lefebvre es que, en el fondo s¨®lo unto pol¨ªtico: el dinero afluye abundante, se dispone de buenas aldabas y influencias desde los mass media a una Curia que en absoluto ha aceptado el esp¨ªritu del Concilio m¨¢s que de labios para afuera o lo ha tergiversado, se juega al cisma como en otro juega a la estrategia de la cat¨¢strofe. Y sin embargo...
Sin embargo ?qu¨¦ podr¨ªa significar en realidad un cisma a estas alturas? Si monse?or Lefebvre lo consuma, s¨®lo cuando lo consume se percatara a qu¨¦ modestas proporciones queda y en qu¨¦ absoluta inoperancia se encierra. Con otra vitola, el famoso cisma con que se amenaza no va a ir m¨¢s all¨¢ del otro cisma de Troya al que le une una total forma de pensar y actuar. Monse?or Lefebvre necesitar¨¢ de todas sus influencias y de su buena acogida en ciertos ambientes ?de tono y de poder y de mucho espect¨¢culos pol¨ªtico-lit¨²rgico de luz y color como el de la sala Wagram o el de Lille para lograr que se siga hablando de su verdadera. Y quiz¨¢s logre una cosa as¨ª ser¨¢ todo: en el fondo, una dolorosa a una tragedia confusionismo pol¨ªtico-religioso, un apego casi idol¨¢trico a la tradici¨®n que desde luego no es Cristo ni el Evangelio, sino s¨®lo eso: la tradici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.