Espa?a quedar¨¢ pronto incluida en la ruta de los casinos
?Mientras ruede la ruleta en Montecarlo y no ruede en Torremolinos, la Costa Azul nunca tendr¨¢ un competidor serio en la Costa del Sol. A los millonarios s¨®lo se les fija con el juego.? Quien as¨ª hablaba, era, hace ya algunos a?os, uno de los propietarios de una cadena hotelera en la Costa Azul y en la mundana playa de lujo de Deauville, en Normand¨ªa, que es lo mismo que decir que era propietario de una cadena hotelera directamente interesada en los casinos de juego.Todo el mundo sabe que el inclemente clima normando no es el principal encanto de Deauville y que los millares de turistas que lo habitan durante todo el a?o lo hacen para sentarse ante el tapete verde, de la misma forma que la aburrida localidad suiza de Evian, por ejemplo, no tiene el menor atractivo para los riqu¨ªsimos moradores de las orillas del Leman, que atraviesan el lago para ir a jugar a Montecarlo.
Pero aqu¨ª, en Espa?a, durante m¨¢s de medio siglo, jugar ha equivalido a ?vender el alma al diablo?, como dijo p¨²blicamente en 1968, el ex ministro Fraga Iribame: ?Mientras yo sea ministro no pedir¨¦ nunca el juego como medio de promocionar el turismo. Conozco bien el pensamiento del Caudillo y de los ministros, y sobre todo el m¨ªo, y puedo decir que el juego es corno vender el alma al diablo. Y dudo mucho que se vaya a vender el alma al diablo por unas ganancias en San Sebasti¨¢n, en Ibiza o en donde sea?.
Muchas han sido las voces que han clamado en este pa¨ªs por la legalizaci¨®n del juego desde aquel d¨ªa de Todos los Santos de 1924, en que el duque de Almod¨®var del Valle, entonces ministro de la Gobernaci¨®n de uno de los Gabinetes del dictador, general Primo de Rivera, decretase su penalizaci¨®n en todo el territorio nacional. Y muchos han sido los intentos fallidos de poner nuevamente en marcha las empolvadas ruletas y las ya mugrientas cartas de jugar al black-jack. Solamente una vez (el 1 de septiembre de 1963) los luchadores en favor del juego conseguir¨ªan abrir el Gran Casino de San Sebasti¨¢n, por una sola noche, en fiesta a beneficio de la Santa Casa de la Misericordia, fiesta que dej¨® ganancias superiores al medio mill¨®n de pesetas. Por una sola vez los buicks, los bugattis y los imperiales hispanos no pusieron al atardecer proa numbo a Francia.
Atracci¨®n para el turismo
Pero el comienzo de la crisis de nuestro sector tur¨ªstico, coincidente con la crisis mundial del petr¨®leo de la Guerra de Yom Kippur de 1973 (a?o en que se alcanz¨® la cota m¨¢xima de 34 millones y medio de turistas) iba a poner de manifiesto que la prohibici¨®n del juego no es otra cosa que ?un viejo y absurdo prejuicio que no tiene el menor sentido?, como declar¨® a EL PAIS el presidente del Sindicato Nacional de Hosteler¨ªa y Turismo, Jos¨¦ Ram¨®n Alonso: ?El turismo est¨¢ en el momento m¨¢s dif¨ªcil de sus ¨²ltimos treinta a?os. Hubi¨¦ramos necesitado los cuarenta millones de turistas que hace algunos a?os estaban previstos para 1976. Y ser¨¢ dif¨ªcil que este a?o lleguemos a. los treinta millones de visitantes. Nos faltan, por tanto, unos diez millones de clientes. El juego no es una panacea para resolver los males de nuestro turismo, pero constituir¨ªa una ayuda importante para atraer al turismo medio y de calidad, y sobre todo para el turismo de baja temporada. Espa?a est¨¢ rodeada por pa¨ªses competidores en todos los cuales el juego est¨¢ debidamente autorizado, Fomentar el turismo de los dem¨¢s por un viejo y absurdo prejuicio, me parece que no tiene el menor sentido. Hace falta que Espa?a tenga casinos para sus turistas y yo espero que los tenga para la temporada de invierno de este a?o 1976 ?.
Solamente en Europa existen 145 casinos; ocho tiene Portugal, cuatro Francia; siete Yugoslavia; cuatro Grecia; tres Marruecos, dos T¨²nez. Todo el ¨¢rea mediterr¨¢nea es un entramado de casinos del que Espa?a contin¨²a fuera. Estoril, Biarritz, Perpignan, Montecarlo, Ferrino, Campione, los casinos yugoslavos, Creta, T¨²nez, T¨¢nger, Casablanca... Las costas espa?olas quedan fuera del alcance de esa tribu internacional de jugadores para los que no existen otras ciudades que aquellas que tienen casinos.
Solamente en Francia, durante 1975, el erario p¨²blico se embols¨® 6.000 millones de pesetas en concepto de impuestos recabados por e1juego. En Inglaterra, donde el juego es legal desde 1960, funcionaban en 1968 cerca de mil casas de juego (de ellas, la mitad, en Londres) por las que pasaban anualmente unos 1.800 millones de d¨®lares. Se dice que el 80 por 100 de los clientes de los casinos del sur de Francia (fundamentalmente Biarritz) son espa?oles. Semanalmente se organizan vuelos charter a Montecarlo para que los espa?oles puedan jugar all¨ª. En los altos niveles de la Administraci¨®n espa?ola se calcula que los espa?oles se juegan en los casinos extranjeros, entre 10.000 y 20.000 millones de pesetas.
Todo ello sin contar con los miles de millones de pesetas que los espa?oles se juegan ilegalmente en el interior del pa¨ªs. En un juego aparentemente inocente (tolerado por la mayor¨ªa de los gobernadores civiles espa?oles) como es el bingo se jugaron durante 1975, solamente en: Madrid y Barcelona, seg¨²n cifras no confirmadas oficialmente, 3.000 millones de pesetas. Pesetas de las que, por ser ilegal el bingo, Hacienda no pudo intervenir ni el m¨¢s m¨ªnimo porcentaje.
? Puesto, que est¨¢ demostrado que en Espa?a se juega ilegalmente, y mucho, deber¨ªa reglamentarse debidamente el juego?, era uno de los argumentos de mayor peso de la propuesta de ley para la Despenalizaci¨®n del Juego, que el pasado 9 de marzo elevaron al presidente de las Cortes 89 procuradores en Cortes de todas las tendencias y estamentos de la C¨¢mara y que el primer Gobierno de la Monarqu¨ªa consider¨® oportuno desechar. ?Existe el juego reglamentado en el resto de las naciones europeas y muy primordialmente en las que lindan con Espa?a?, dec¨ªa la proposici¨®n de ley de los 89 procuradores en Cortes, encabezados por Fernando de Otazu y Zulueta, teniente de alcalde de San Sebasti¨¢n?. Procediendo de igual manera y reglament¨¢ndolo en Espa?a se obtendr¨¢n, entre otras, las siguientes ventajas: desaparecer¨¢ la clandestinidad del juego; se establecer¨¢n garant¨ªas de seriedad para el jugador y para la distribuci¨®n de porcentajes de ganancias; proporcionar¨¢ importantes beneficios a la Hacienda, a las corporaciones municipales o cabeceras de zonas tur¨ªsticas, as¨ª corno al comercio, espect¨¢culos, hosteler¨ªas, etc¨¦tera; ser¨¢ sin duda un motivo de atracci¨®n para el turismo selecto, de clase y adinerado, y se obtendr¨¢ lo que hoy es un aut¨¦ntico objetivo del Gobierno: aumentar la estacionalidad del turismo?.
Pero no ser¨ªa sino despu¨¦s de una importante campa?a de prensa a nivel nacional sobre el tema cuando el Gobierno, a trav¨¦s del secretario general t¨¦cnico de Hacienda (entonces Juan Saritamarina) y del subsecretario de Turismo, Ignacio Aguirre, cuando se decidi¨® plantearse seriamente la despenalizaci¨®n del juego. En aquella campa?a, que dur¨® dos meses (mayo y junio) se hizo un estudio (en base al funcionamiento de los casinos europeos instalados en zona-, tur¨ªsticas) sobre lo que nuestro pa¨ªs hab¨ªa dejado de percibir en concepto de ingresos por el juego en los ¨²ltimos quince a?os. Durante ese per¨ªodo entraron en nuestro pa¨ªs 309 millones de turistas y se calcula que la cifra de p¨¦rdidas rond¨® los 200.000 millones de pesetas. Algo as¨ª como casi la tercera parte de los presupuestos generales del Estado para 1976. O, dicho de otra manera, casi la mitad de todas las inversiones extranjeras en Espa?a (500.000 millones de pesetas) durante el mismo per¨ªodo de tiempo y la mitad de todas las ventas efectuadas por las 64 empresas del Instituto Nacional de Industria durante 1974 (315.000 millones de pesetas).
Reglamentaci¨®n y Polic¨ªa
Tras los estudios realizados conjuntamen te por los Ministerios de Informaci¨®n y Turismo y de Hacienda, se propuso al Gobierno (que lo aprob¨® en el Consejo de Ministros del pasado 24 de agosto) la creaci¨®n de una comisi¨®n interministerial presidida por el subsecretario de la Gobernaci¨®n, Jos¨¦ Miguel Ort¨ª Bord¨¢s, y compuesta por representantes de cinco Ministerios -Gobernaci¨®n, Justicia, Hacienda, Informaci¨®n y Turismo, y Organizaci¨®n Sindical- que estudiase las implicaciones jur¨ªdicas, civiles, penales, gubernativas y de orden p¨²blico que tal despenalizaci¨®n traer¨ªa consigo. La comisi¨®n dictaminar¨¢ -favorablemente- a finales del mes de noviembre y, seg¨²n todas las previsiones, el Consejo de Ministros, por decreto-ley, despenalizar¨¢ definitivamente el juego, despu¨¦s de 52 a?os, un mes y algunos d¨ªas de prohibici¨®n a rajatabla.
Seis son los puntos del borrador con el que trabaja la comisi¨®n interministerial, seg¨²n pudo saber EL PAIS.
1. Autorizaci¨®n de un casino por cada zona tur¨ªstica (Costa Brava, Baleares, Costa de Alicante, Costa del Sol, Canarias, San Sebasti¨¢n, y, probablemente, Galicia). En total seis o siete casinos solamente.
2. Ubicaci¨®n de cada uno de estos casinos a decidir por las autoridades provinciales.
3. Juego solamente en casinos (de forma que se evite la dispersi¨®n de los mismos y que cada hotel pueda tener, como ocurre en muchos pa¨ªses, entre ellos Francia, una mesa de juego).
4. Explotaci¨®n de los casinos por el Estado, creando empresas filiales
5. Beneficios que se repartir¨ªan, aproximadamente, de la siguiente forma: 40 por 100, para Hacienda; 20 por 100, para el municipio y 40 por 100 para la empresa directamente explotadora.
6. Absoluta garant¨ªa para el jugador, creando para ello un reglamento concienzudo de los casinos y una pol¨ªcia del juego. Al mismo tiempo la comisi¨®n estudiar¨¢ la modificaci¨®n de los art¨ªculos 349, 350 y 575 del C¨®digo Penal (relativos a la prohibici¨®n del juego) y el 1.798 del C¨®digo Civil (que se refiere a que las deudas de juego no ser¨¢n perseguibles por la Ley).
Lo que quiere decir que, aunque el juego quede debidamente legalizado antes del final de 1976, los espa?oles y los turistas no podr¨¢n sentarse ante una mesa de ruleta, bacarr¨¢ o black jack sino hasta unos cuantos meses despu¨¦s, quiz¨¢ para la primavera de 1977, porque al dictamen de la comisi¨®n y a la despenalizaci¨®n por el Consejo de Ministros habr¨¢n de seguir forzosamente la creaci¨®n del Reglamento de Casinos, la constituci¨®n de una polic¨ªa de juegos, que depender¨ªa del Ministerio de la Gobernaci¨®n- y la formaci¨®n de croupiers y personal especializado de casinos. En Francia, aseguran los t¨¦cnicos en la materia, un buen croupier se forma en tres meses, si los cursos son intensivos.
?Tras 52 a?os de penalizaci¨®n del juego en Espa?a, la puesta en marcha del mismo debe hacerse con toda minuciosidad?, declar¨® a EL PAIS el subsecretario de Turismo, Ignacio Aguirre, una de las personas que m¨¢s arduamente han defendido en los ¨²ltimos' meses el tema de la legalizaci¨®n de los juegos de azar. ?El juego tiene demasiadas implicaciones jur¨ªdicas, sociales y de orden p¨²blico como para dejarlo en manos de la improvisaci¨®n. De c¨®mo se haga el Reglamento de los Casinos depender¨¢ la supervivencia y la buena marcha de los mismos. Me gustar¨ªa insistir en un factor que considero importante: los casinos deben ser explotados por el Estado, y, en cualquier caso, por empresarios espa?oles, de forma que no tuviesen acceso a los mismos compa?¨ªas extranjeras ni elementos extra?os. Ya se sabe a qu¨¦ me refiero. No podemos llegar al extremo de que nuestros casinos puedan caer en manos de organizaciones internacionales, como es el caso de otros pa¨ªses?.
El se?or Aguirre es asimismo partidario de la tesis de que el juego s¨®lo debe permitirse en n¨²cleos tur¨ªsticos. ?Ello contribuir¨¢ a paliar un poco la crisis del sector tur¨ªstico, aunque debemos desenga?arnos y pensar que autorizar la apertura de casinos no solucionar¨¢ por s¨ª sola la recesi¨®n del turismo. Atraer¨¢, eso s¨ª, a otra clase de turistas, adinerados y de clase; pero debemos de seguir pensando en los dos millones y medio de camas que tenemos, casi todas de turismo barato, porque si no ir¨ªan a la quiebra varios centenares de empresarios tur¨ªsticos?.
El problema se plantear¨¢ a la larga, una vez despenalizado el juego, en la realizaci¨®n del Reglamento de los Casinos y en el sistema de adjudicaciones de los mismos. En un pa¨ªs en que no se juega legalmente desde hace 52 a?os va a ser dif¨ªcil encontrar t¨¦cnicos capaces de elaborar unos textos legales que en algunos pa¨ªses como en Gran Breta?a, dada la complejidad del tema, llegan a ocupar hasta. doscientas p¨¢ginas. Seguramente habr¨¢ que recurrir a t¨¦cnicos extranjeros o a las propias reglamentaciones exteriores. entre las que la comisi¨®n interministerial considera como m¨¢s perfectas la inglesa, la francesa y la holandesa. Esta ¨²ltima, terminada en el presente a?o, cubre aspectos, dada su modernidad, ignorados en aqu¨¦llas, en las que el juego est¨¢ autorizado desde hace m¨¢s de un siglo.
Tambi¨¦n se plantear¨¢n, dificultades a la hora de las adjudicaciones de los casinos. Hasta el momento, en la Subsecretar¨ªa de Turismo se han recibido, oficialmente, 36 peticiones de otros tantos lugares tur¨ªsticos para la apertura de casas de juego. Hasta el punto de que antes a¨²n de que se aprobase la creaci¨®n de la Comisi¨®n que est¨¢ estudiando la despenalizaci¨®n, los alcaldes de Torremolinos y Marbella se presentaron, por separado, en el despacho del subsecretario de Turismo esgrimiendo ambos razones de peso para que el casino destinado a la Costa del Sol quedase ubicado en alg¨²n punto de sus respectivos t¨¦rminos municipales. De la misma forma que los responsables de nuestro turismo est¨¢n soportando una serie de presiones de alg¨²n destacado industrial del ramo y de alguna gran cadena de casas de juego norteamericanas, como la Caesar Palace (que posee el mayor de los casinos de Las Vegas) y que quiere montar una filial en Estepona, para lo cual estar¨ªa dispuesto a realizar una inversi¨®n de 1.500 millones de pesetas, ocupando 100.000 metros cuadrados de terreno y controlando 1.500 agencias de viaje americanas, a trav¨¦s de un tour operator que se encargar¨ªa, dice, de atraer a miles de turistas de alto poder adquisitivo.
Con todo ello, el tema del juego parece estar definitivamente liquidado. No dejar¨¢ de ser una prueba m¨¢s de la liberalizaci¨®n de nuestra sociedad, aunque, como siempre, habr¨¢ quien se rasgue las vestiduras porque habremos vendido nuestra alma al diablo. Pero, en definitiva, que cada quien se juegue su dinero libremente, no ser¨¢ sino la ejercitaci¨®n de una m¨¢s de nuestras libertades individuales.
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