?Qui¨¦n encarece la vida?

Es inconcebible lo que estamos leyendo diariamente en la prensa: respecto a la situaci¨®n de los campesinos y el premio de sus productos. La pera limonera a siete pesetas, el tomate a cinco o seis, los pepinos a dos... y la lista es interminable. El traslado de estos productos desde cualquier rinc¨®n de Espa?a a Madrid, Barcelona, etc¨¦tera, por mucho que queramos, no pude costar m¨¢s de una peseta el kilo, dos a lo sumo. (Exceptuamos los productos canarios, que costar¨¢n m¨¢s, pongamos el doble o quiz¨¢ triple). Un catedr¨¢tico en una conferencia en la Universidad de Madrid dijo que los productos llevados desde cinco y seis mil mil¨®metros a Nueva York apenas aumentan de valor el doble a los de origen. En Espa?a, la distancia es la d¨¦cima parte y sin embargo los precios aumentan el 600 y 800 por 100. Podr¨¢ arg¨¹irse que la mano de obra de almacenes, envases y alquileres, encarece el producto, pero tendr¨ªamos que preguntar si en Nueva York se hace gratis; adem¨¢s, ?la mano de obra del campesino hay que pagarla miserablemente?; porque, aparte de las dem¨¢s cosas, m¨²ltiples cosas que le cuestan al campesino, su mano de obra es much¨ªsimo mayor que la de cuantos intervengan despu¨¦s de ¨¦l hasta llegar al comprador, ?Qui¨¦n encarece la vida?; ?no es un aut¨¦ntico latrocinio y de la peor especie que se hayan cotizados los pepinos a dos pesetas en Andaluc¨ªa y el p¨²blico madrile?o los haya pagado alrededor de 20? A precios razonables, el campo espa?ol podr¨ªa producir cantidades fabulosas de productos hort¨ªcolas y frut¨ªcolas; bastaba un poco de propaganda sobre la necesidad y conveniencia de tales alimentos y la venta ser¨ªa fabulosa, logr¨¢ndose un sensible abaratamiento de la vida.

Madrid