Liquidaci¨®n del Movimiento
El proyecto de reforma constitucional supone lisa y llanamente la liquidaci¨®n, del Movimiento Nacional. Lo mismo la del Movimiento Comuni¨®n que la del Movimiento Organizaci¨®n. Pero es grave y sospechoso que no se diga.El Gobierno, sin duda, ha sacrificado la congruencia jur¨ªdica a la suavidad, a la pol¨ªtica de guante blanco. Ha preferido callar a llamar las cosas por su nombre. Pero los temas que aqu¨ª se debaten son tan graves que dif¨ªcilmente se podr¨¢n sortear si no se cuenta con otro asidero m¨¢s que con su buena voluntad.
?Qu¨¦ ocurrir¨¢, por ejemplo, con los Principios Fundamentales del Movimiento? No se mencionan para nada en el proyecto de reforma. S¨®lo se dice que ¨¦sta ?tendr¨¢ car¨¢cter de Fundamental?. Pero la ley de Principios tambi¨¦n lo es, y sus normas son, ?permanentes e inalterables?. Si expresamente no se les quita dicho car¨¢cter puede sobrevenir un serio problema cuando se re¨²nan las Constituyentes.
Pero no se trata tan solo de un problema en lontananza. Seg¨²n la ley de 17 de mayo de 1958, que es la que sirvi¨® para dar por aprobados tales Principios Fundamentales, no s¨®lo son nulas las leyes que los contravengan, sino que para aceptar cualquier cargo p¨²blico hay que prestarles juramento de fidelidad. As¨ª est¨¢ escrito en el art¨ªculo 43 de la ley Org¨¢nica del Estadq que tampoco se deroga. El contrasentido no puede ser m¨¢s evidente. ?C¨®mo a unos constituyentes se les va a pedir fidelidad a aquello que siempre han combatido?
El asunto no es balad¨ª. En los Principios Fundamentales del Movimiento se institucionaliza la representaci¨®n org¨¢nica. Toda organizaci¨®n pol¨ªtica al margen de la familia, el municipio, el sindicato y dem¨¢s cauces org¨¢nicos, ser¨¢ considerada ilegal. No se entiende c¨®mo se puede cumplir una ley que exige jurar fidelidad a tales cuestiones en estas circunstancias ni c¨®mo una imposici¨®n de este tipo puede ser aceptada por la oposici¨®n. ?Por qu¨¦, entonces, no se ha entrado a regular de manera expresa esta materia evitando as¨ª los problemas que de manera inmediata surgir¨¢n?
Se puede aventurar una respuesta pol¨ªtica. Jur¨ªdicamente, no existe contestaci¨®n que valga.
Aprobada la reforma, en efecto, nos encontraremos con que sigue vigente el art¨ªculo. 4.? de la ley Org¨¢nica del Estado y que es el que declara que el Movimiento Nacional es la comuni¨®n de los espa?oles en los Principios Fundamentales. Por esta raz¨®n, muy bien se podr¨ªa dar el caso de que una entidad -el Movimiento- que hab¨ªa sido dinamitada por v¨ªa de facto al convocarse elecciones generales siguiera hipotecando la vida del pa¨ªs. Bastar¨ªa, en efecto, con que la oposici¨®n no triunfara en las elecciones, cosa que a mi modo de ver se producir¨¢ as¨ª, para que el continuismo, creyera que es perfectamente posible conciliar una electividad democr¨¢tica con una carta de principios fascista.
Apelar a la soberan¨ªa popular, tal como hizo Su¨¢rez en su discurso, es perfecto. Pero para que el pueblo hable es preciso que se deroguen las apreturas que lo han mantenido en situaci¨®n de minor¨ªa de edad. El Movimiento Nacional ha sido la piedra de toque de todo este edificio constitucional. Pretender que se le va a enterrar con un simple silencio legal es ignorar su capacidad de resistencia y los intereses que se api?an junto a ¨¦l.
De aqu¨ª que nos preguntemos si la liquidaci¨®n que conceptualmente supone devolverle al pueblo su soberan¨ªa queda bien amarrada t¨¦cnicamente en el proyecto que ahora ha de estudiar el Consejo Nacional y luego las Cortes. Y la respuesta no puede ser sino negativa. Con este texto en la mano no podernos tener ninguna seguridad de lo que filos¨®ficamente ha quedado desahuciado no logre sobrevivir por v¨ªa de hecho.
Quiz¨¢s en ocasiones hay que usar la piqueta para demoler las construcciones ruinosas. Y eso es lo que uno quisiera que se hiciera con el Movimiento Nacional. Pero dejar vac¨ªos en la legalidad es extremadamente peligroso.. Quiz¨¢s se piensa que pueden facilitar la tarea de abatimiento. Pero puede ser tambi¨¦n una manera para que perdure algo que no se desea.
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