La sociedad, enferma
La muerte violenta de un enfermo mental d¨ªas pasados en Santander, ha sacado a la luz la cuesti¨®n, ex presada quiz¨¢ algo emocional e impetuosamente por los m¨¦dicos que redactaron la nota de protesta, de si tiene derecho una sociedad a catalogar y definir qui¨¦n es enfermo y qui¨¦n es sano.
La t¨¦cnica psicoanal¨ªtica de grupo, adem¨¢s de contribuir en grado muy importante a la desaparici¨®n de los s¨ªntomas y el sufrimiento de los componentes del grupo, aporta datos interesantes de ser difundidos sobre la teor¨ªa de la comunicaci¨®n y el problema aludido.
La comunicaci¨®n en nuestros grupos psicoter¨¢picos est¨¢ basada en la asociaci¨®n libre, que consiste en que el individuo pueda expresar libremente todo lo que se le ocurra en ese momento, sin importar que lo que diga sea hostil o halagador para otro miembro. Tampoco debe preocupar que lo que diga sea o no importante —¨¦l no est¨¢ all¨ª para quedar bien ante los dem¨¢s— ni porque su idea venga o no a cuento de lo que momentos antes se estuviese tratando. Lo ¨²nico que se le exige es que sea sincero y aut¨¦ntico, que exista una armon¨ªa entre lo que diga, piense y sienta.
El ambiente grupal, que as¨ª se forma —amistoso y comprensivo— le va a facilitar el an¨¢lisis cient¨ªfico de su conducta y el desarrollo y maduraci¨®n de su personalidad.
Estudiando la epicrisis de los que han acudido a nuestros grupos hemos podido constatar que aquellos que despu¨¦s de terminar su terapia fijaron su residencia en pa¨ªses en los que las relaciones interpersonales son m¨¢s sinceras, sencillas, con menos afectaci¨®n e hipocres¨ªa —acerc¨¢ndose a la asociaci¨®n libre—los efectos beneficiosos adquiridos en la psicoterapia se consolidan y se acrecientan a medida que transcurre el tiempo. (Tengo experiencia personal con residentes en Londres, Suecia y algunos estados USA.) Por el contrario, cuando se van a vivir a zonas m¨¢s r¨ªgidas y estereotipadas, son frecuentes las reca¨ªdas. En Espa?a concretamente, el medio rural y provinciano es m¨¢s desfavorable —en mi experiencia— que el de la gran ciudad.
Esta aparente paradoja de que la gran ciudad —tan alienante por otro lado— sea m¨¢s sana mentalmente para nuestros analizados, que los peque?os n¨²cleos de poblaci¨®n, quiz¨¢ se deba, no s¨®lo a que en ¨¦stos existen muchas m¨¢s cortapisas y tab¨²s sociales que en la gran ciudad, sino tambi¨¦n a que en estas ¨²ltimas, la sociedad es menos sofisticada y m¨¢s comprensiva con los problemas mentales.
Aun sin pretender el establecimiento de la asociaci¨®n libre en la sociedad, por pertenecer al reino de la utop¨ªa, hemos de reconocer que la comunicaci¨®n interpersonal que observamos a nuestro alrededor est¨¢ muy deteriorada.
En ocasiones nos asalta el desaliento al comprobar c¨®mo nuestro esfuerzo psicoter¨¢pico es contrarrestado por una sociedad enferma, que utiliza mecanismos de intercomunicaci¨®n muy patol¨®gicos. Con mucha frecuencia salta a primer plano de la comunicaci¨®n grupal silos de afuera est¨¢n m¨¢s o menos neur¨®ticos que ellos mismos.
Estas reflexiones no son tan descabelladas como a primera vista pudiera parecer, porque en muchos casos tienen bastante fundamento, ya que suelen bastar 8 ¨® 10 sesiones de psicoterapia de grupo para alcanzar un nivel de comunicaci¨®n m¨¢s sano que e! de la sociedad circundante.
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