Ante el nuevo curso universitario
Dentro de unos d¨ªas comenzar¨¢ un nuevo curso universitario. Este a?o la situaci¨®n es diferente a la de los a?os anteriores. No s¨®lo es el primer curso que se inicia despu¨¦s de la muerte de Franco, sino que, a consecuencia del ¨²ltimo cambio de Gobierno de la Monarqu¨ªa, hay que tener en cuenta las nuevas autoridades ministeriales y, en lo que respecta a la Universidad Complutense, un nuevo rector, elegido por medio de unas elecciones que, en su improvisaci¨®n y forzada urgencia, intentaron tener un cariz democr¨¢tico y han llevado al puesto de mayor responsabilidad de la antigua Universidad central a un hombre cuya mentalidad e ideolog¨ªa, en principio, est¨¢n diametralmente opuestas a las de los que la reglan anteriormente. Sin embargo, no se puede predecir lo que va a suceder ni cu¨¢l ser¨¢ la l¨ªnea de conducta y la pol¨ªtica que se va a seguir en la Universidad. En primer lugar, todav¨ªa no existe por parte del Ministerio ni del Rectorado de la Complutense ninguna declaraci¨®n program¨¢tica, persistiendo, en cambio, el estado de cosas preestablecido, siendo id¨¦ntica la confusi¨®n en lo que se refiere a derechos y deberes de ense?antes y ense?ados, igual el desorden en los planes de estudios y continuando pendientes los mil problemas internos de autonom¨ªa y vida universitaria. Por descontado queda que, todav¨ªa, no hay el m¨¢s m¨ªnimo viso de que en fecha pr¨®xima pue dan crearse aut¨¦nticos ¨®rganos de gesti¨®n y control verdaderamente democr¨¢ticos de la Universidad. A nivel de instituciones y disposiciones todo sigue igual y nada ha cambiado o parece pueda cambiar en fecha inmediata.En segundo lugar, en. el terreno de lo pragm¨¢tico, hay que tener en cuenta que el curso se va a iniciar con los mismos recortados presupuestos econ¨®micos, totalmente insuficientes para desarrollar la actividad acad¨¦mica, tanto en su aspecto docente como investigador. De sobra es conocida la falta de aulas, la carencia de bibliotecas, la rid¨ªcula dotaci¨®n de medios a los seminarios, laboratorios y c¨¢tedras que, en el caso de las Facultad es de Filosof¨ªa y Letras, es tan desalentadora que con su mezquino e irregular presupuesto dif¨ªcilmente se pueden comprar algunos libros imprescindibles para estar m¨ªnimamente al d¨ªa (1). Quiz¨¢s a esto se pueda responder que en este pa¨ªs le van a cambiar las condiciones, gracias a la impopular subida de tasas acad¨¦micas. Pocos ser¨¢n los profesores que creer¨¢n tal cosa, sobre todo que, como se ha dicho, este dinero se destinar¨¢ a incrementar las becas de los estudiantes m¨¢s necesitados. Tambi¨¦n, respecto a esta ¨²ltima intenci¨®n, buena en s¨ª, se podr¨ªa dudar de que fuese tan beneficiosa su acci¨®n, sobre todo en lo que ata?e a los hijos de los obreros, tal como se ha dicho en declaraciones oficiales a la prensa, puesto que son muy pocos los hijos de los proletarios que resisten hasta el final del Bachillerato y que, en el caso de llegar a obtenerlo, la soluci¨®n no s¨®lo consiste en una simple beca, sino en resolver algo m¨¢s completo, que abarcar¨ªa con anterioridad otras soluciones, como son poder realizar el desplazamiento desde un pueblo o ciudad de provincia a un centro universitario, poseer los libros necesarios y un ambiente propicio de familiaridad con la cultura, dif¨ªcil de conseguir en un medio exclusivamente dedicado al trabajo manual.
A prop¨®sito de la vida cultural universitaria, podr¨ªa tocarse un tercer punto. A la indigencia de los medios de docencia e investigaci¨®n de que disponen las c¨¢tedras hay que a?adir su total carencia de arbitrios para invitar a conferenciantes nacionales y extranjeros, para tener publicaciones propias, organizar coloquios o actos de proyecci¨®n cultural. Adem¨¢s, debe tenerse en cuenta la desconfianza que estos actos han despertado y a¨²n despiertan en un medio en el que se ha fomentado el recelo hacia todo lo que no fuese el inmovilismo m¨¢s absoluto, a fin de que nadie y nada plantease problemas. Todo lo que puede desarrollar el esp¨ªritu cr¨ªtico y abrir horizontes de libertad parece ausente d e la Universidad espa?ola. No en vano se han vivido cuarenta a?os de dictadura. El miedo y odio a la cultura es caracter¨ªstico del fascismo. Todos los intentos de teatro universitario, revistas, reuniones, exposiciones, conferencias, etc., han sido, poco a poco, anulados en la Universidad. S¨®lo durante el a?o pasado algunos decanos no conformistas han alentado actos y manifestaciones culturales organizadas por comisiones de estudiantes. Sus resultados han desmentido el criterio de que estos actos s¨®lo serv¨ªan para crear el desorden.
Un cuarto punto a tocar, y sobre el que nada se ha dicho a nivel oficial, es cu¨¢les ser¨¢n las resoluciones que, de inmediato, se van a dar para solucionar el problema de los profesores no numerarios. Como se sabe, son ¨¦stos los que hoy soportan el mayor peso de la ense?anza. Una vez m¨¢s este a?o, al igual que los anteriores, estos sufridos profesionales comienzan un curso con la inquietud de contratos temporales por un a?o, sin saber si ser¨¢n pagados puntualmente o tendr¨¢n que esperar varios meses para percibir sus honorarios y si no ser¨¢n pospuestos por los catedr¨¢ticos de institutos de segunda ense?anza que, como se ha dicho oficiosamente, ocupar¨ªan sus encargos de curso. Sin discutir aqu¨ª la homogeneidad de conocimientos y capacidad para la ense?anza ni los m¨¦todos de selecci¨®n a aplicar con los no numerarios, hay que afirmar que su situaci¨®n actual es anormal y que en nada resulta beneficiosa a la organizaci¨®n de los estudios universitarios. El Ministerio aqu¨ª tendr¨¢ que dar una aut¨¦ntica soluci¨®n. O se elimina definitivamente a los no numerarios o se les reconoce su valor y papel en la ense?anza universitaria. Lo que no se puede es hacerles responsables de la casi totalidad de la ense?anza y a la vez someterles a una situaci¨®n inadmisible de provisionalidad y dependencia de arbitrariedades administrativas y jerarqu¨ªa acad¨¦mica.
Por ¨²ltimo, en un plano m¨¢s general, hay que considerar que nada se sabe de cu¨¢l va a ser el futuro de la gesti¨®n y la autonom¨ªa universitaria y de si lo que va a continuar es la pol¨ªtica de dictado del Ministerio o por el contrario ¨¦ste piensa tener en cuenta los estatutos, a¨²n por elaborar democr¨¢ticamente, y respetar¨¢ las decisiones emanadas de los claustros y el Rectorado, aun no siendo ¨¦stos tan representativos como debieran serlo. Hasta ahora el Ministerio siempre ha actuado por decreto, sin tener en cuenta las decisiones de los claustros y las comisiones universitarias, sin consultarlas o pedirles su colaboraci¨®n, pese a siempre estar, tanto unas como otras, manipuladas por las autoridades acad¨¦micas elegidas por el propio Ministerio. El remedio ser¨ªa f¨¢cil, si de verdad se llevase a cabo con una alternativa pol¨ªtica seria. Lo primero a hacer consistir¨ªa en dar posibilidad de un sindicato de ense?antes y que los ya existentes, de hecho, de los estudiantes, alcanzasen un reconocimiento oficial. En segundo lugar, habr¨ªa que convocar claustros que por su verdadera representatividad se convirtieran en aut¨¦nticas asambleas constituyentes de una futura Universidad. S¨®lo as¨ª se podr¨ªa abrir un cauce a una clarificaci¨®n de los problemas y se podr¨ªa salir de la confusa y amorfa situaci¨®n actual, pues, como se desprende de lo que dijimos en un principio, el cambio no consiste s¨®lo en poner en los puestos de gobierno a hombres de mayor o menor cariz democr¨¢tico, sino en cambiar a fondo las estructuras. Pero ello supone tambi¨¦n el cambio pol¨ªtico global del pa¨ªs. Mientras esta mutaci¨®n no se lleve a cabo, el resto ser¨¢n s¨®lo tapujos y remiendos que ¨²nicamente paliar¨¢n en parte los males inveterados que corroen la Universidad, la cual, de perdurar en el estado de cosas actual, nunca podr¨¢ alcanzar, por mayor esfuerzo que hagan sus componentes, ni el menor viso del papel human¨ªstico y cultural que el corresponde.
(1) Aqu¨ª hemos prescindido de tocar un punto que hoy se revela tristemente tr¨¢gico, el de la historia de los edificios construidos bajo el franquismo, como sucede entre otros con la Facultad de CC. Pol¨ªticas y Econ¨®micas, hoy Facultad de Geograf¨ªa e Historia de la Complutense, que por sus resquebrajaduras ha obligado el a?o pasado a vaciar los seminarios de libros y material docente y que, pese a su perpetua amenaza de ruina, no ha suscitado ninguna medida efectiva por parte de las autoridades acad¨¦micas responsables del mantenimiento del edificio.
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