Un grupo de enfermos pide al director general de Sanidad la droga anticancerosa IBC
A las once y media de la ma?ana de ayer, un grupo de enfermos oncol¨®gicos y sus familiares acudieron a la Direcci¨®n General de Sanidad con un objetivo claro: conseguir del director la autorizaci¨®n para que se les siguiera suministrando una droga anticancerosa a cuyo tratamiento estaban sometidos. La droga, una de las m¨¢s debatidas, ya hab¨ªa sido oficialmente calificada de in¨²til. Se trata de la que en principio se llamaba L.CE.BE- 119, y que posteriormente se simplific¨® con las iniciales de su descubridor, Ignacio Blanco Cordero (IBC).Los enfermos en tratamiento -suman hoy aproximadamente ochenta Y cinco- se vieron de pronto sin esta sustancia que representaba para ellos toda esperanza. Y es que el laboratorio que fabricaba el producto en peque?a escala suspendi¨® su elaboraci¨®n tras la muerte del doctor Blanco Cordero. Jos¨¦ Ignacio Blanco Cordero, cuarenta y dos a?os, falleci¨® el d¨ªa 2 de septiembre en Vigo, v¨ªctima de un infarto de miocardio. Ya lo hab¨ªa dicho ¨¦l cuando el coraz¨®n le dio el primer aviso: ?Muchos problemas demasiadas tensiones,?. Blanco Cordero falleci¨®, puede afirmarse de enfermedad profesional.
La reuni¨®n mantenid¨¢ por los enfermos con el director general de Sanidad fue esencialmente informativa. Esta Direcci¨®n General, como tal, nada puede hacer para proporcionar este producto, ya, que su fabricaci¨®n no est¨¢ registrada oficialmente, ni ha hecho la correspondiente solicitud. La fabricaci¨®n del producto es, pues, responsabilidad exclusiva y particular de la empresa que, para cubrir las m¨ªnimas exigencias experimentales, ten¨ªa un peque?o tren de producci¨®n.
El secreto, en la tumba
En agosto de 1973 el laboratorioque entonces fabricaba el producto del doctor Blanco Cordero denunci¨® el contrato existente. Al a?o siguiente, un nuevo laboratorio iniciaba la fabricacion experimental del IBC bajo las ¨®rdenes directas del joven investigador. En este estado de cosas hay una amplia campa?a de divulgaci¨®n de la sustancia, surge la pol¨¦mica y la controversia y se exigen pruebas contundentes de su efectividad. Pero no hay esa contundencia porque los enfermos- que llegan a las experiencias cl¨ªnicas son enfermos en gran parte desahuciados, mutilados por una cirug¨ªa exhaustiva, o tratados ampliamente con radiaciones o fuertes quimioter¨¢picos. Pero hay resultados positivos que se publican en la prensa especializada y, concretamente, uno que llama la atenci¨®n: un c¨¢ncer se ha encapsul¨¢do gracias al IRC y su desarrollo se ha detenido.De todas formas,el propio doctor Blanco Cordero no est¨¢ satisfecho. Sigue investigando sobre el mismo producto que define como un regulador metab¨®lico celular, y logra, hace apenas unos, meses, el perf¨¦ccionamiento del IBC. B¨¢sicamente, el producto es el mismo. La elaboraci¨®n se supera y logra resultados calificados como espectaculares. Precisamente el doctor Alfaro Gracia, jefe del servicio de Ginecolog¨ªa de la Cruz Roja de Zaragoza comprob¨® estos resultados. Y as¨ª nos lo ha confirmado:
-He visto esos enfermos. Y, puedo decir, sinceramente, que el tratamiento ha sido muy positivo.
Pero el problema ahora es muy grave: nadie sabe, salvo la viuda, el proceso de elaboraci¨®n del nuevo producto. Bl¨¢nco Cordero se llev¨® el secreto a la tumba. Por eso, cuando los enfermos consumieron la droga disponible, los laboratorios se vieron en la imposibilidad material de continuar su fabricaci¨®n. No conocen el proceso perfeccionado de su elaboraci¨®n. Ahora no hay IBC.
Mientras tanto, el juego de la esperanza se presta a todo tipo de manipulaci¨®n. Por lo menos en un caso se ha solicitado, con todas las previsiones posibles para poder negarlo, una cantidad que supera las 150.000 pesetas por tres dosis del producto.
(Debe aclararse, en est¨¦ punto, que el IBC no puede ser considerado todav¨ªa como un m¨¦dicamento. Es, por ahora, una sustancia con posibilidades terap¨¦uticas en per¨ªodo de experimentaci¨®n. Pasada esta etapa, las autoridades sanitarias decidir¨¢n si puede registrarse o no como medicamento.)
El IBC
El doctor Blanco Cordero siente una irrefrenable vocaci¨®n investigadora. En 1966 en el cuarto de ba?o de su casa instala lo que habr¨ªa de ser su primer laboratorio. En ese a?o logra el primer producto en estado s¨®lido. Dos a?os despu¨¦s consigue la forma l¨ªquida de lo que habr¨¢ de ser el IBC.El autor defin¨ªa el IBC como un regulador metab¨®lico celular. Seg¨²n declaraciones del doctor Blanco; siempre estuvo interesado por el papel de la urea en el organismo humano. ?La urea constituye -dec¨ªa- el final del metabolismo proteico. Sin embargo, me niego a aceptar la posibilidad de que s¨®lo sea un producto de deshecho, sin acci¨®n fisiol¨®gica importante?..
En 1968 -explica el doctor Alfaro Gracia, colaborador inicial del doctor Blanco-, consegu¨ªa el producto l¨ªquido. Este compuesto se derivaba de la observaci¨®n de que la urea, en circunstancias normales y fisiol¨®gicas, se mantiene siempre en una proporciona determinada con la glucosa. Para que urea y glucosa llegaran al medio interno de la c¨¦lula har¨ªa falta a?adir a su combinaci¨®n, los iones adecuados para traspasar esa ?barrera de humo?, que es la membrana. La hip¨®tesis reside en que ambos principios, al penetrar en la c¨¦lula, le conferir¨¢n un control metab¨®lico?, sobre todo en cuanto al proceso proteico.
Hacia el futuro
Pero hay IBC. Los enfermos llegaron ante el director general de sanidad con un ¨¢nimo bien definido. Pero no hay soluci¨®n. S¨®lo la viuda de Blanco Cordero sabe c¨®mo es el nuevo proceso de elaboraci¨®n y la nueva s¨ªntesis del producto que produce, como dice el doctor Alfaro, resultados espectaculares.Lo que pueda pasar ahora es una inc¨®gnita. Seg¨²n, nuestras noticias se est¨¢ tratando de incorporar de alguna forma a la viuda del doctor Blanco Cordero al laboratorio fabricante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.