El fil¨®sofo como cr¨ªtico
Que Jos¨¦ Luis L. Aranguren tiene celentes dotes cr¨ªticas, es cosa que sus lectores han advertido hace mucho: que esas dotes su instalaci¨®n durante diez a?os en un departamento de espa?ol en Estados Unidos le hayan convertido en uno de los cr¨ªticos literarios m¨¢s distinguidos de nuestro pa¨ªs es hecho probado por los dos vol¨²menes de que me propongo hablar.
En La cultura espa?ola y la cultura establecida manifiesta Aranguren un inter¨¦s por los problemas de la teor¨ªa literaria no aparente en sus obras anteriores: los cap¨ªtulos de este libro tratan, en buena parte de textos cr¨ªticos, mientras los de Estudios literarios se centran en el an¨¢lisis y comentario de obras de creaci¨®n. A esta diferencia se une la que desde luego salta a la vista: los art¨ªculos integrantes del primer volumen son breves (cincuenta y ocho en total), extensos los trabajos incluidos en el segundo (no pasan de ocho). Como es l¨®gico el tratamiento de los asuntos var¨ªa seg¨²n la amplitud con que se desarrolle.
La cultura espa?ola, y la cultura establecida
Madrid. 1975
Ediciones Taurus
Madrid. 1976
Estudias literarios
Aranguren
Aun si los art¨ªculos fueron escritos para diarios y revistas, es lo cierto que en ellos o tras ellos se advierte un prop¨®sito unificante com¨²n, no solo revelado en la coincidencia tem¨¢tica, sino en los encadenamientos y conexiones entre unos y otros, en la atenci¨®n a referencias tangenciales y en la identidad de orientaci¨®n. Todos tienden a combatir el atraso de Espa?a en lo cultural, en lo pol¨ªtico, en lo religioso, en lo social...; todos, de diverso modo se enfrentan con la pereza mental, con las ortodoxias (establecidas o por establecer), y. si de cr¨ªtica literaria, van derechos al grano es decir a la obra estudi¨¢ndola en s¨ª misma y no desde supuestos o factores externos. A?adir¨¦ que la concentraci¨®n en lo textual est¨¢ matizada por la proyecci¨®n de una variedad de saberes, propia del creyente en lo interdisciplinar.
Resumir
Domina Aranguren el arte de resumir una p¨¢gina, un libro, una teor¨ªa, y esto quiere decir dos cosas: que acierta a seleccionar lo que se debe decir y que sabe decirlo con expresi¨®n precisa y a menudo tan feliz como la conseguida por ejemplo, en el art¨ªculo Literatura, discurso e infracci¨®n, o en el estudio Don Quijote y Cervantes. Esta capacidad de s¨ªntesis, no muy corriente en la grey cr¨ªtica, le permite proporcionar al lector en pocas palabras la informaci¨®n necesaria para hacerle entender de qu¨¦ se trata, y pasar en seguida a explicar su alcance y su sentido con una coherencia de pensamiento y un rigor argumental que muy rara vez falla. El discurso cr¨ªtico se basa fundamentalmente en el conocimiento minucioso de los asuntos tratados y de los modos m¨¢s adecuados de abordarlos.
Siendo quien escribe fil¨®sofo de profesi¨®n, pudiera pensarse que sus art¨ªculos y estudios ?literarios? estar¨ªan escritos desde la ¨®ptica peculiar de su oficio. Aun si es evidente la impregnaci¨®n filos¨®fica en el punto de partida yen el desarrollo de sus trabajos, lo sorprendente es comprobar en ellos una vocaci¨®n espec¨ªficamente cr¨ªtica en que sin dejar de reflejarse su informaci¨®n primera, se revela el dominio a la vez amplio y detallado de la teor¨ªa y la cr¨ªtica literaria m¨¢s exigente. Dominio que le permite circular con segura orientaci¨®n entre tant¨ªsimos ¨¢rboles como hoy d¨ªa ocultan el bosque.
No es s¨®lo la riqueza de sus instrumentos sino la manera discriminante con que los utiliza lo que le sit¨²a a buena distancia de los semicr¨ªticos, ahora pululantes por nuestro mundo, aferrados a su sociolog¨ªa de manual, su estructuralismo de pacotilla o su estil¨ªstica trasnochada. Si antes apunt¨¦ que la estancia en los Estados Unidos y la dedicaci¨®n a la ense?anza de la Iiteratura hab¨ªan sido factores decisivos para la emergencia del excelente cr¨ªtico que en estos libros se declara, es porque tales circunstancias le impusieron el contacto con la gran cr¨ªtica universitaria de aquel pa¨ªs (muerto Edmund Wilson y por circunstancias que aqu¨ª no cabe explicar, hoy en Am¨¦rica apenas hay otra) y el conocimiento de un cuerpo de doctrina, tan discutible como se quiera, pero casi siempre estimulante. y. en sus an¨¢lisis concretos, no rara vez brillante.
Teor¨ªas y conclusiones
Y por supuesto, nada m¨¢s ajeno al talante como ¨¦l prefiere decir, de Aranguren, que la aceptaci¨®n sin cuidadoso examen de teor¨ªas y conclusiones, por brillantes que sean. Sus objeciones a McLuhan, aun siendo suaves comparadas con la rudeza con que ?el profeta? (as¨ª le llama) de los mass media ha sido sacudido por contradictores menos corteses, as¨ª lo muestra.
No caer¨¦ en la tentaci¨®n, a cada paso ofrecida a quien critica al cr¨ªtico, de exponer conformidad o disentimiento con los pareceres del criticante criticado. Baste decir que conociendo, por razones profesionales y hasta generacionales la mayor parte de los autores y de los libros estudiados por Aranguren, puedo asegurar que expone los problemas con la m¨¢xima pulcritud y que, en mi opini¨®n, sus juicios son en general v¨¢lidos. El modo como matiza su apreciaci¨®n de Northrop Frye y la aptitud con que sit¨²a obra tan influyente como la de Hung Kenner sobre Ezra Pound y su tiempo prueban bien lo que acabo de decir.
D¨¢mds Santos se?al¨® hace poco que, en extenso estudio titulado El cursu de la novela contempor¨¢nea. Aranguren fue cortando sus amarras con la sociolog¨ªa, la historia y otras disciplinas, para atenerse a la ?pura cr¨ªtica?. Muy exacto; lo constatado en esas p¨¢ginas de Estudios es consecuencia de lo traslucible en otras de La cultura espa?ola: la aceptaci¨®n a trav¨¦s de Spitzer, de Starobinski y del New Criticism (entre otros) del texto como objeto primero y primordial de la cr¨ªtica. Dir¨¦, de paso, que ese trabajo es uno de los m¨¢s incitantes entre los escritos por Aranguren; pol¨¦mico desde luego, y parcial en las dos acepciones de la palabra dice en cien p¨¢ginas lo que algunos no dir¨ªan en trescientas.
Si buena parte de los cap¨ªtulos de La cultura espa?ola van dedicados a la teor¨ªa literaria, seg¨²n el libro adelanta la preocupaci¨®n del autor se fija m¨¢s y m¨¢s en el problema aludido en el t¨ªtulo: la existencia en Espa?a de una cultura establecida que urge poner en cuesti¨®n. En el cap¨ªtulo m¨¢s program¨¢tico resume su tesis de este modo: ?As¨ª como, a mi parecer, el Establishment pol¨ªtico desde entonces montado (desde la guerra) no tiene arreglo, por m¨¢s que se le remeta o saque porque es malo el patr¨®n conforme al que se cort¨®, el Establishment, cultural bueno en su tiempo —literatura del 98, filolog¨ªa hist¨®rica de la escuela de Men¨¦ndez Pidal, filosof¨ªa de Ortega, poes¨ªa y po¨¦tica de la generaci¨®n del 27— no s¨®lo admite sino que est¨¢ demandando su desamortizaci¨®n y liberaci¨®n o. como se dice ahora en la jerga pol¨ªtica, su apertura.?
Objeciones
Pocos objetar¨¢n a lo propuesto en estas l¨ªneas, pues como el mismo Aranguren dice, con tal apertura se conseguir¨¢ enlazar aquello de que todav¨ªa vivimos con lo que culturalmente ocurre hoy en eI mundo. En esa direcci¨®n continuadora y renovadora se inscribe el esfuerzo del autor, tan opuesto por otra parte a la colonizaci¨®n cultural de Espa?a que por desgracia se est¨¢ produciendo ?en cuanto que lo nuevo se aprende como una lecci¨®n?, como al estancamiento en las ideas recibidas que conduce a la peligrosa mutaci¨®n de la doctrina en ?verdad oficial?.
Tan sagaces creo las p¨¢ginas dedicadas al Establishment eclesi¨¢stico como las relativas a la cultura establecida; en las ¨²ltimas indica un posible paralelo entre la teor¨ªa literaria que considera el discurso ling¨¹¨ªstico como ¨²nico sujeto de la obra y la teor¨ªa metaf¨ªsica de la disoluci¨®n de la personalidad. Con todo, a los cap¨ªtulos de recapitulaci¨®n en que tal paralelo ocurre, sin duda escritos con intenci¨®n unificadora, prefiero los de exposici¨®n individualizada de obras y problemas, tales como las celebraciones de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo y Rafael S¨¢nchez Ferlosio. Junto a ellas, y precisamente por ser otra cosa, deber¨¢n leerse ensayos como Don Quijote y Cervantes (en Estudios) en que el autor da a su lectura del tema una inflexi¨®n filos¨®fica. Del mismo tipo que este ¨²ltimo es el dedicado a Graci¨¢n parte de un curso sobre moralistas espa?oles del que pude escuchar alguna lecci¨®n, hace a?os, en la Universidad de Tejas.
Tales estudios y alg¨²n otro de los incluidos en el volumen editado por Gredos testimonian una intenci¨®n y una metodolog¨ªa diferente de las predominantes en los art¨ªculos del tomo publicado por Taurus mostrando as¨ª que Aranguren practica lo que predica: la aproximaci¨®n a la obra literaria partiendo de lo postulado por la obra misma, sin atenerse a un sistema inflexible. La excelencia de los resultados justifica una vez m¨¢s, la variedad metodol¨®gica.
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