Comentario a un "slogan" electoral
Seg¨²n la propaganda de la democracia cristiana, lo que se ventila hoy es la disyuntiva ?libertad en vez de socialismo?. Para cualquier observador de la cuenca del Mediterr¨¢neo tiene que resultar llamativo, si no extra?o, el que la oposici¨®n democristiana en Alemania haya hecho su campa?a electoral en base a un slogan que pretende fundamentar su ¨¦xito en el repudio del socialismo. Si en el sur de Europa, como en muchos pa¨ªses del ?tercer mundo?, la derecha coquetea con el socialismo, conociendo la popularidad de este concepto, en cambio, en la Alemania Occidental, es f¨®rmula eficaz de descr¨¦dito tildar a un partido de socialista. Es de por s¨ª harto significativo que una consigna tan radicalmente falsa en todas sus posibles acepciones, la hayan seleccionado expertos en publicidad y en t¨¦cnicas electorales, al considerarla lo suficientemente atractiva como para movilizar a la mayor¨ªa del electorado.Sobre su falsedad, no hace falta insistir. Al nivel te¨®rico m¨¢s abstracto, no cabe construir contradicci¨®n alguna entre libertad y socialismo; antes al contrario, este ¨²ltimo concepto no implica m¨¢s que el af¨¢n de realizar la libertad 'de todos los ciudadanos, eso s¨ª, en un sentido m¨¢s plenamente humano que el que se deriva de la mera ?libertad? de traficar con el trabajo ajeno. Pero, tampoco en una interpretaci¨®n m¨¢s concreta, el dilema planteado entre libertad y socialismo tiene significado alguno en la Alemania de hoy. La socialdemocracia no representa una alternativa socialista que niegue la libertad; es que ni siquiera constituye opci¨®n realmente socialista. El socialismo germano-occidental se agota en la pura disquisici¨®n te¨®rica de las aulas universitarias y en algunos grupos min¨²sculos de obreros.
Sin embargo, la democracia cristiana, y no sin fundamento, cree poder ganar votos construyendo un manique¨ªsmo harto simplista: por un lado, las fuerzas sanas que luchan por la conservaci¨®n de la libertad; por otro, como encarnaci¨®n de todos los males, el socialismo, que cuestiona y amenaza a la sociedad libre en la que tenemos la dicha de vivir. Para desacreditar a la socialdemocracia, nada mejor que acusarla de lo que de ning¨²n modo quiere ser, socialista. Vale la pena reflexionar sobre los factores socio-pol¨ªticos. que hacen posible que un planteamiento tan cabalmente falso, resulte eficaz.
Si bienes cierto que el socialismo puede despertar no pocas esperanzas, tambi¨¦n son grandes los temores que levanta. El miedo al cambio suele ser mayor que el deseo de cosas nuevas. Un planteamiento conservador parte ya con una ventaja inicial considerable: el miedo domina nuestras vidas a mayor profundidad y con mayor alcance que la esperanza. Pero aparte de. esta estructura ps¨ªquica de car¨¢cter general, en el caso de la Rep¨²blica Federal el miedo al socialismo est¨¢ bien arraigado por la ?experiencia socialista? de la otra Alemania. La Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana sigue siendo el mejor ant¨ªdoto contra el socialismo que el conservador m¨¢s c¨ªnico hubiera podido imaginar. Resulta enormemente dif¨ªcil convencer a la poblaci¨®n alemana que cuando se habla de socialismo se est¨¢ aspirando a otra cosa que a la realidad cotidiana de la Alemania Oriental. Mientras que la alternativa al capitalismo democr¨¢tico parezca ser ¨²nicamente el burocratismo sovi¨¦tico, los pueblos que lo han conocido de cerca seguir¨¢n aferrados a un capitalismo lo bastante din¨¢mico y flexible como para respetar las libertades b¨¢sicas.
Teniendo en cuenta el antisocialismo furibundo que engendraron las condiciones especial¨ªsimas de la Alemania de la posguerra -en 1933, en cambio, la derecha m¨¢s agresiva se llamaba nacionalsocialista-, la socialdemocracia de los a?os cincuenta tuvo que elegir entre mantenerse en una perspectiva aut¨¦nticamente socialista, conform¨¢ndose a largo plazo con su papel de oposici¨®n, o intentar llegar al poder, convirti¨¦ndose en un partido moderno de masas que, para conseguir a la mayor¨ªa del electorado, ha arrojado, no ya su vieja ideolog¨ªa marxista, sino incluso hasta una perspectiva socialista. En el Congreso de Bad Godesberg, en 1959, el partido socialdem¨®crata se decidi¨® por esta segunda v¨ªa, con el ¨¦xito conocido. Para comprender las dificultades actuales conviene no olvidar que tambi¨¦n la socialdemocracia hizo su ascensi¨®n al poder rechazando el socialismo. 4-,os-re:il.;-tas t¨¢cticos de la socialdemocracia proclamaron en los a?os, cincuenta, y lo han seguido haciendo en las d¨¦cadas posteriores, que cuanto menos socialismo, mayores posibilidades de ganar las elecciones. Lo grave es que una vez llegados al poder, y desplazada la derecha a la oposici¨®n, esta misma f¨®rmula, en manos de los conservadores, resulta mucho m¨¢s eficaz. S¨ª de lo que se trata es de conservar el orden social, sin caer en experimentos ni aventuras reformistas, el electorado bien pudiera pensar que esta labor sea m¨¢s propia de la conservadora democracia cristiana.
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