Entre la estabilizaci¨®n y el miedo
La econom¨ªa espa?ola est¨¢ gravemente enferma. Lo dijeron los empresarios en las Jornadas Empresariales celebradas en julio por el Consejo Nacional de Empresarios. Lo acaban de decir en el reciente manifiesto de las C¨¢maras de Comercio. Lo dicen en cuantas ocasiones tienen oportunidad de hacerlo. Pero tambi¨¦n los trabajadores opinan que la cosa econ¨®mica va de mal en peor. El manifiesto recientemente dirigido por la Coordinadora de Organizaciones Sindicales a los trabajadores espa?oles dice que las organizaciones firmantes (UGT. USO y CCOO) ?son conscientes de la grave crisis econ¨®mica y pol¨ªtica que atraviesa el pa¨ªs?.
Parece que hay un consenso general en que las tres principales enfermedades que simult¨¢neamente padece la econom¨ªa espa?ola son el paro, la inflaci¨®n y el d¨¦ficit de la balanza de pagos.
Del empleo hay que decir muchas cosas. La m¨¢s importante es que son muy altas, desconocidas incluso, las cifras de desempleo. A pesar de lo primarias que son las estad¨ªsticas de paro del Ministerio de Trabajo y de la Organizaci¨®n Sindical, unas y otras dan cifras del orden de los 450.000 parados. Por su parte las encuestas de poblaci¨®n activa del Instituto Nacional de Estad¨ªstica elevan los parados a las 750.000 personas lo que supone el 5.5 por 100 de la poblaci¨®n activa. Los expertos afirman, sin embargo, que en este pa¨ªs hay m¨¢s de un mill¨®n de parados, cifra que nadie ha podido desmentir oficialmente.
Pero del paro hay que decir m¨¢s cosas. No bastan las grav¨ªsimas cifras de paro absoluto. Tambi¨¦n hay que hablar del ritmo relativo del crecimiento del paro, que registra en estos momentos tasas anuales de crecimiento de los parados del orden del 54 por 100, s¨®lo superadas en Europa por Portugal con una tasa del 88 por 100; Hay que decir, por otra parte, que quien est¨¢ padeciendo especialmente las consecuencias del paro son las mujeres y los j¨®venes que, como consecuencia del boom de la poblaci¨®n espa?ola en los a?os sesenta llegan al mercado de pero no encuentran empleo, as¨ª como los mayores de cuarenta y cinco a?os y los trabajadores agr¨ªcolas.
Con todo, no basta hablar del paro dando datos. Se hace preciso analizarlo cualitativamente. Hacerlo exige recordar que el descenso neto de la emigraci¨®n a Europa Occidental no permite contar con la tradicional v¨¢lvula de escape fuera la exportaci¨®n de mano de obra a trav¨¦s de la emigraci¨®n y exige recordar que los trabajadores agr¨ªcolas, principal componente del desempleo espa?ol, siguen a estas alturas excluidos del seguro de desempleo.
Seguridad Social insuficiente
Hablar de las prestaciones de desempleo es especialmente necesario pues, hoy por hoy, el 50 por 100 de los desempleados espa?oles agotan las prestaciones de la Seguridad Social sin haber encontrado trabajo. Esto significa, nada m¨¢s y nada menos, que uno de cada dos parados procedentes de la industria y de los servicios no cobra ni un c¨¦ntimo y, adem¨¢s, carece de trabajo. Tal vez alg¨²n lector piense que todo esto est¨¢ a punto de cambiar. Al menos, eso dicen los empresarios, que exigen flexibilidad de las plantillas ?ahora que los trabajadores tienen un buen seguro de paro?. Nada m¨¢s lejano de la realidad. Es cierto, s¨ª, que el real decreto ley de 10 de agosto ha introducido en las prestaciones de los desempleados dos innovaciones. La primera ha sido ampliar a dieciocho meses el per¨ªodo de percepci¨®n del subsidio de desempleo, ampliaci¨®n que s¨®lo tiene de tal el nombre pues ya una orden del Ministerio de Trabajo de diciembre de 1975 preve¨ªa tal ampliaci¨®n aunque con cargo al Fondo de Protecci¨®n al Trabajo. El trabajador lo cobraba, y como el trabajador no tiene por qu¨¦ entender de legalismos le trae sin cuidado qui¨¦n lo financia.
La segunda innovaci¨®n ha sido la admisi¨®n de que los trabajos eventuales, de duraci¨®n no superior a seis meses, puedan ser realizados por los parados que cobran desempleo, sin por ello perder el derecho a reanudar el cobro de las prestaciones interrumpidas a partir del momento del cese del trabajo eventual.
Sin embargo, a pesar de estas dos modestas novedades, el decreto-ley de 10 de agosto sigue sin resolver el problema de la insuficiencia de las prestaciones, que siguen sin ser calculadas sobre el salario real, tanto por el juego de los topes de las bases de cotizaci¨®n actuales como por lo que es m¨¢s grave: el generalizado fraude que este pa¨ªs tiene montado en materia de cotizaci¨®n a la Seguridad Social. Tampoco ha supuesto el mencionado decreto-ley un aumento perceptible en la cobertura personal de las prestaciones por desempleo, pudi¨¦ndose afirmar que, pr¨¢cticamente siguen siendo beneficiarios de las prestaciones por desempleo quienes ya lo eran antes.
La inflaci¨®n
No pretendo realizar aqu¨ª, ni es mi misi¨®n, un exhaustivo an¨¢lisis del alza de los precios en Espa?a. S¨ª recordar que, al paso que vamos, la tasa de inflaci¨®n ser¨¢ del 20 por 100 a fin de a?o, tasa que nos colocar¨¢ en el segundo puesto entre los pa¨ªses de la OCDE. Se trata de una inflaci¨®n, no de demanda, sino de costes y estructural, que est¨¢ acompa?ada de un proceso de estancamiento, pues la inversi¨®n privada es pr¨¢cticamente inapreciable y las expectativas de inversi¨®n se deterioran d¨ªa a d¨ªa.
Hablo de la inflaci¨®n porque es ella la que determina de manera directa un progresivo deterioro de la capacidad adquisitiva de los salarios, circunstancia que, con ser m¨¢s que conocida, conviene no perder de vista de cara a los planteamientos reivindicativos del oto?o caliente y a los importantes convenios que deben negociarse hasta fin de a?o.
Tal vez sea oportuno recordar hoy dos cosas bien simples sobre la situaci¨®n legal de los salarios. Me refiero, por una parte, a que por un decreto de noviembre de 1975 se prorrogaron hasta el 31 de diciembre de 1976 las medidas congeladoras de los salarios que hab¨ªan sido establecidas por el decreto de 8 de abril de 1975, y, por otra, a que en estos momentos la oficialmente vigente ley de Convenios Colectivos de 1973 tiene ya treinta y cuatro meses de vida, de los cuales ocho han sido de congelaci¨®n oficiosa veintis¨¦is de congelaci¨®n oficial y ninguno de libertad de negociaci¨®n.
La tercera gran coordenada econ¨®mica es actualmente el d¨¦ficit de la balanza de pagos, generado por una balanza comercial que arroja un d¨¦ficit que alcanza cotas no conocidas desde 1959 y cuyo grado de cobertura de las importaciones apenas si llega al 4 por 100. El d¨¦ficit de la balanza de pagos se ve agravado por unas cifras de ingresos por turismo que atestiguan lo lejanas que est¨¢n las ¨¦pocas felices, por unas remesas de emigrantes en franco descenso desde 1973, y por el acusado retraimiento de las inversiones extranjeras. Todo ello, unido al incremento de las importaciones de bienes de equipo, de las materias primas y de los productos intermedios, y, especialmente, al aumento del valor de las importaciones de crudos petrol¨ªferos, ha generado un proceso de endeudamiento del pa¨ªs con el exterior que est¨¢ llegando al l¨ªmite de nuestras posibilidades.
De todos estos problemas tiene clara conciencia el sindicalismo democr¨¢tico. Parece que el Gobierno Su¨¢rez tambi¨¦n lo sabe, aunque son palpables las fuertes dudas que padece sobre el camino a seguir: luchar contra el paro o luchar contra la inflacci¨®n. Pero como todo esto ocurre en plena ¨¦poca de crisis pol¨ªtica, el Gobierno duda entre seguir la tradicional terap¨¦utica del franquismo, el plan de estabilizaci¨®n, o adoptar un paquete de medidas que pretendan evitar el aumento del paro.
Hacia un nuevo modelo
Lo cierto es que dos de los pilares del modelo de desarrollo econ¨®mico de los a?os sesenta, la emigraci¨®n y el turismo, ya no funcionan, y que s¨¦ hace preciso buscar un nuevo modelo econ¨®mico. Pero conviene no olvidar que frente a la actual situaci¨®n los empresarios tienen una opci¨®n (derogaci¨®n de los art¨ªculos 15 y 35 de la ley de Relaciones Laborales, congelaci¨®n salarial, flexibilidad de plantillas. etc., que pesa mucho en un Gobierno como el actual, y que los trabajadores tienen otra estrategia que, partiendo de la libertad sindical. supone la elaboraci¨®n de un nuevo modelo sindical; partiendo del respeto a la autonom¨ªa de las protagonistas laborales, exige la devoluci¨®n de la autonom¨ªa colectiva, y, partiendo de esquemas democr¨¢ticos, pretende elaborar un nuevo modelo de distribuci¨®n de las cargas sociales de los procesos de recuperaci¨®n de la actividad econ¨®mica, ideas que no parecen de viable aplicaci¨®n en tanto la clase obrera no pueda participar como tal en un Gobierno democr¨¢tico.
He ah¨ª los dos polos entre los que se mueve el Gobierno: la adopci¨®n de autor¨ªas y dr¨¢sticas medidas laborales y el miedo a la reacci¨®n que tales medidas generar¨ªan. La salida de tan compleja situaci¨®n no es econ¨®mica ni sindical, sino pol¨ªtica porque hay tantas cosas que cambiar que tambi¨¦n la sociedad espa?ola necesita un nuevo modelo de organizaci¨®n por otra parte muy viejo: la democracia. De ah¨ª la incapacidad del Gobierno Su¨¢rez para salir del atasco en que se encuentra. La falta de un proyecto econ¨®mico es clara muestra de la inviabilidad de su proyecto pol¨ªtico. Lo malo es que entretanto el tiempo pasa, los precios suben, el paro aumenta, las empresas no invierten y el pa¨ªs camina hacia la bancarrota.
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