Cacer¨ªas pol¨ªticas
Franco puso de moda la cacer¨ªa pol¨ªtica. Todo el mundo quer¨ªa cazar con ¨¦l para, entre perdiz roja y perdiz roja, exponerle un plan que ten¨ªan para salvar la Patria. Ayer hizo un a?o que Franco se puso enfermo, y en estos d¨ªas ha comenzado la temporada de caza. La gente, ahora, quiere cazar con Su¨¢rez, pero lo de Su¨¢rez no era la caza, sino los fuegos de campamento.
?Por qu¨¦, puesto que iniciamos una nueva era pol¨ªtica, no resolver nuestras diferencias mediante fuegos de campamento? En vez de invitar a cenar a la gente, que es un rito m¨¢s burgu¨¦s. Su¨¢rez, cuando quiere entrevistase con la oposici¨®n, debiera reunirlos a todos en rueda, sentados en el suelo, en la sierra, en un luego de campamento. Creo que al final s¨®lo quedar¨ªan Tamames y ¨¦l, mano a mano, porque a Tierno y Camacho les iban a coger pronto las reumas. Y en cuanto a Ignacio Camu?as, seguro que se le com¨ªa un lobo.
Me llama Miguel Mihura, reci¨¦n llegado de Fuenterrab¨ªa, para preguntarme c¨®mo puede conseguirse el libro de Franco Salgado sobre Franco Bahamonde. Hablamos de medicinas y de mujeres, que es lo nuestro, y le digo que el libro est¨¢ agotado en Madrid. Parece que la viuda de Franco Salgado-Ara¨²jo ha preferido no esperar m¨¢s tiempo para publicar La Corte de los Milagros y los Episodios Nacionales de su difunto, porque la peseta se deval¨²a por horas y Lara hab¨ªa llamado a su puerta como Av¨®n.
Ayer estuve con Ram¨®n J. Sender, que tiene asma como Proust y como todos los grandes novelistas:
- Antes de la guerra, un cronista como usted en seguida hacia carrera pol¨ªtica y a los cuarenta a?os era ministro.
- Es lo que yo pienso, que ya ten¨ªa que ser ministro, y si no lo soy es porque no voy de caza con la clase pol¨ªtica. Le voy a escribir a mi querido Delibes para que me explique lo que es una liebre aculada, y cuando lo sepa me apunto a una cacer¨ªa de trabajo. La Embajada francesa me invita cenar con el director de Le Figaro, que ha venido a dar una conferencia en el Club Siglo XXI.
- ?Y no le van a llevar ustedes a una cacer¨ªa pol¨ªtica? Porque as¨ª como antes se llevaba a los visitantes ilustres a los toros y a ver el acueducto de Segovia, ahora hay que llevarles a una cacer¨ªa con ministros, que es el typical spanish de la de democracia org¨¢nica.
- ?Y c¨®mo se arreglan ustedes sin verdadero parlamento, ni verdadera democracia, ni verdaderos partidos, ni verdaderos sindicatos? -me preguntaba Merim¨¦e cuando vino a ambientarse para escribir la Carmen de Espa?a.
- Muy f¨¢cil. Aqu¨ª tenemos las cacer¨ªas de trabajo o cacer¨ªas pol¨ªticas, que es de donde salen las crisis de Gobierno y los permisos de importaci¨®n.
Los reyes feudales gobernaban a caballo y los ministros de Franco han gobernado con escopeta de dos ca?ones. Por eso toda la pol¨ªtica de estos cuarenta a?os ha tenido un algo cineg¨¦tico, como de monter¨ªa foramontana e imperial. La revoluci¨®n pendiente de Gir¨®n se qued¨® en la caza de la perdiz roja.
- Pues ahora dice que se vuelven a echar al monte -me recuerda el parado.
- Claro, ha empezado la temporada de caza.
La herencia ¨¦pica y falangista del R¨¦gimen sobreviv¨ªa en las cacer¨ªas pol¨ªticas. Los tecn¨®cratas, como eran pacifistas y beat¨ªficos, impusieron el almuerzo pol¨ªtico de cinco tenedores y un crucifijo. Pero el gusto nacional por la p¨®lvora viene de atr¨¢s. Tambi¨¦n me lo explicaba Sender:
- Don Alfonso XIII ten¨ªa un sentido deportivo de la guerra.
Pitita me ha descubierto a un n?if de los Carabancheles, Boliche, que estuvo en la guerra de ?frica y pinta la batalla de Alhucemas como le hubiera gustado a Alfonso XIII. Desde el oso que se comi¨® a don Favila hasta las cacer¨ªas pol¨ªticas de Franco, la Historia de Espa?a es una caza mayor con la veda del rojo abierta casi todo el a?o.
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